Cap 13

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  ---------Meth----------
Estuve media hora memorizando el plano de la mansión y, más o menos, sabía ubicarme. Tenía curiosidad por saber de dónde había sacado Meth el mapa, ya que, supuestamente, era algo valioso que no se debía dar a cualquiera. Pero eso era lo de menos. Lo único malo que vi es que este lugar no tenía pasillos secretos, lo cual me sorprendió.

Eso no detenía mi plan, ya que podía salir por la parte trasera de la mansión sin problemas (si es que los guardias no me encontraban, claro). Planeé cada movimiento cuidadosamente y esperaba que todo saliera bien.

Cogí el dinero y lo guardé en mi mochila de cuero verde. Si quería evitar ser reconocida, debía cortarme el cabello. Tal vez estaba siendo un poco brusca con mis decisiones, pero era parte del plan. Si no hacía algo por mí misma, jamás podría salir de este lugar. Este era un paso hacia ser más fuerte.

Meth observaba cada movimiento que hacía. No sabía si estaba apenada o si sentía lástima por mí.

—¿Podrías cortármelo? —le pregunté—. Nunca me lo he cortado yo misma.

—Deberías pensártelo dos veces —me advirtió, triste—. El cabello de una dama es considerado algo muy sagrado.

—Si no me lo cortas, me lo cortaré yo misma —dije, cogiendo las tijeras e intentando cortar un mechón rápidamente.

—De acuerdo —accedió Meth, arrebatándome el objeto de las manos con preocupación—. No quiero que hagas algo catastrófico.

Cuando Meth terminó de cortarme el cabello, me sentí muy ligera. Fui a verme en el espejo y el nuevo estilo no me quedaba nada mal, al contrario, me favorecía.

—Meth, consígueme el uniforme, yo limpiaré el suelo.

Ella asintió y se fue de la habitación.

Recolecté el cabello del suelo, lo puse en una bolsita y lo guardé en mi bolso. Lo quemaría más tarde para no dejar ninguna prueba en caso de que alguien intentara perseguirme.

Miré mis ojos en el espejo; ese color podría darme problemas en el futuro. No sabía cómo podría esconderlos.

—Keila —entró Meth en la habitación—. Aquí tienes lo que me pediste.

Le di las gracias a Meth y me puse el uniforme. Era un poco grande, similar al de Redrick.

—Meth, ¿quieres venir conmigo?

—No puedo, pero espero verte en el futuro —contestó, con la mirada fija en el suelo.

Sonreí y le di un abrazo. Deseaba que todo saliera bien. Me iría de aquí y viajaría a otro lugar en busca de mi felicidad.

—¿Lleva ropa? —dijo Meth.

Asentí. Lo llevaba también en la mochila. Cogí una capa azul y me la puse.

Meth era una gran persona que había conocido, y aunque seguía teniendo dudas sobre mi identidad en este mundo, tal vez debía dejarlas ir y ser libre.

Sin más dilación, me despedí de ella y salí de la habitación.
   

Me convertí en una villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora