As the world falls down [GoodOmens]

Happy birthday.

Su curiosidad era su rasgo más notable.

Lo había demostrado desde que era un recién nacido. Siempre alerta a todo lo que sucedía a su alrededor, buscando constantemente algo que mirar, oler, probar y tocar. Incluso si estaba dormido, necesitaba escuchar. El silencio nunca fue agradable.

Primogénito del Alfa y el omega.

Sus ojos dorados se abrieron, pupilas salvajes y brillantes de curiosidad. Una enorme sonrisa adorno sus labios, mientras disfrutaba la oda de calidez y prosperidad que los ruiseñores cantaban en aquella mañana.

Un presente especial. Antes del final del verano y el principio del otoño.

- ¡Es hoy!- Sin pensarlo, salto de la cama y se dirigió hacia su ropero. Rápidamente se despojo de su pijama, para vestirse con el conjunto que había elegido para ese día. Su cumpleaños. - ¿Qué les parece?- Preguntó mientras se acercaba a su ventana, luciendo con orgullo su más reciente adquisición, una chaqueta de tartán, en tonos rojo y negro. Los ruiseñores lo observaron curiosamente, mientras emitían un canto suave y juguetón al ver que la capucha tenía un par de cuernos. – Lo sé, es genial. Papá la compro para mi~ ¡Papi dice que tiene estilo!- Anton sonrió, al recordar la ocasión. Era prácticamente una tradición que Papá Crowley comprara ropas abrigadoras, para él y su papi antes de que el invierno comenzara.- ¡Y miren esto!

Se trepo al marco de la ventana, aferrándose para no balancearse hacia adelante. Ahí se dejo abrazar por los rayos del sol que iluminaban sus rizos desordenados como un halo de luz, mientras extendía sus alas prístinas, que se agitaron con la juguetona brisa del roció de la mañana.

- ¡Mis nuevas plumas! -Los ruiseñores trinaron con asombro. Mientras disfrutaba la sensación en un suspiro, dejando atrás el recuerdo de su última incómoda muda de plumas.- ¡Vamos a probarlas!

Estaba en esa maravillosa edad en la que solo obedecía a sus impulsos. ¡Y le encantaba!
Afortunadamente, sus padres compartían ese entusiasmo con él. Y este año no sería la excepción.

O al menos, eso creía.

- ¿De verdad crees que está listo? – Aziraphale preguntó con una voz suave y forzada, intentando mantener la calma, cuando claramente sus nervios no se lo permitían.

- Lo está, ángel. – Crowley respondió, sintiendo la angustia de su omega en carne propia. Sabía que era culpable de ese indeseable sentimiento, pero no podían retrasar más ese momento. El día había llegado, uno del que fueron muy consientes, incluso antes de que el infierno lo llamara a presentarse al frente de su papel estelar en el fin de los tiempos.- Nuestro niño es muy listo, él...

- Apenas tiene cinco años.

- Y una curiosidad tan inmensa como el universo, ángel. Las preguntas no se detendrán. - El demonio señalo aquello con seriedad.- Y si no comenzamos a dárselas, las buscara por su cuenta. Ya casi sabe leer.

- Si tienes razón...

- Y él debe estar listo, antes de...