Hard times.

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- ¿Estás seguro de que quieres hacer esto, ángel? – El demonio preguntó suavemente, su voz comprensiva con un seseo que cosquilleaba en el aire.


Aziraphale lo miró tímidamente, sintiendo el calor ardiente en sus mejillas mientras su mirada viajaba a través del delgado torso hasta la curva de las caderas de Crowley. Este era el demonio con el que se había vinculado, y la razón por la que fue humillado y desterrado del cielo.


¿Un ángel unido a un demonio perverso? ¡Espantoso!


El arcángel Gabriel le había sugerido que suplicara a Dios, para que lo liberara de ese vinculo malsano, pero tras una maravillosa serie de eventos, Aziraphale no tuvo motivos para emitir plegaras o lamentaciones sobre su vínculo. Crowley era un buen Alfa, atento y muy complaciente, capaz de hacer cualquier cosa para que él se sintiera bien consigo mismo.


- Aziraphale...


- Si.- Respondió apresuradamente, manteniendo su mirada sobre la de Crowley para demostrar su determinación.- Quiero hacer esto, Crowley.


El verano había comenzado con su segundo celo, lo cual no fue una sorpresa para el ángel. Esta vez se había preparado, poniendo más atención a su cuerpo humano, y a su entorno, detectando los cambios que anunciaban cuando su calor estaba cerca. Aprendió muchas cosas, incluso el porqué de esa necesidad por tener objetos y prendas con el aroma de Crowley en un lugar cómodo y seguro. Si el próximo celo llegaba para el otoño, entonces podría confirmar que cada periodo llegaría con cada estación, y probablemente la duración seria de tres días, como el primero y el segundo.


Entrar en calor y tener esos deseos desesperados por placer y atención, todavía era nuevo, pero sabía que podía contar con Crowley, quien estaba más que comprometido a cuidar de él, de la forma más decente que podía.


Era algo admirable, pero desgastante, incluso para un demonio. Y aunque Crowley intento demostrar que no le afectaba, los instintos Alfa llegaron a ser demasiado fuertes. Entonces, Aziraphale pensó que sería correcto ayudarlo de alguna forma, se trataba de una necesidad, como comer, dormir, o embriagarse, y no había nada de malo en eso. Al menos esa fue la lógica de Aziraphale para convencerse de que no lo hacía por lujuria.


Hablaron sobre el tema, y acordaron todo de manera civilizada. Pero aun así considero que era perfectamente normal que se sintiera inquieto, porque no era lo mismo aprender la teoría que ponerla en práctica, y más aun si era el mismo demonio quien le enseñaba la función del placer.


- Bien.- Crowley se inclinó y presionó un beso sobre su mejilla, un gesto que agradeció en silencio, mientras sentía a las pequeñas mariposas que revoloteaban en su estomago.- Entonces, vamos a comenzar.


El calor ardió ansiosamente con las pulsaciones de su pecho mientras seguía los movimientos del demonio, el momento en que se desabotono la camisa que llevaba puesta, para exponer de a poco su torso. Aun tímido, el ángel no pudo ocultar su fascinación, estaba más allá de todo lo que había imaginado, y del propio comportamiento de Crowley, ya que este solía depender de sus milagros demoniacos para realizar esas tareas tan humanas.


Y ahora estaba ahí, apretando las sabanas entre sus manos, mientras admiraba lo tentador que lucia Crowley en ese momento. Su hermosa piel bronceada, su torso delgado, visible hasta la parte baja de su ombligo donde un rastro de vello castaño rojizo lo guiaba directamente hacia el pecado. No era correcto, pero eso no evito que se sintiera encantado, el ángel lo analizo con ojos muy abiertos, saboreando cada detalle, y soltó un jadeo deseoso tras analizar la forma de su cinturón de serpiente. El diseño era tan detallado que podría pasar por una serpiente real, tal vez lo sería si Crowley quisiera.

As the world falls down  [GoodOmens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora