Prólogo

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La punta de sus tacones sobre la fría madera del suelo era el único sonido que se escuchaba dentro de aquel enorme despacho.
Uno dos tres... Y paraban, hasta volver a iniciar todo de vuelta.
De un lado al otro... Sin ni siquiera tener un rumbo fijo...
Sus pensamientos no la dejaban en paz, le daban vueltas en la cabeza, y la ansiedad ocupaba cada vez más su cuerpo.
Su mirada no tenía punto fijo, estaba perdida tal y como ella desde hacía seis meses.
Uno... Dos... Tres pasos...
-Mierda- maldijo al tropezar contra la pequeña mesilla de café que reinaba en el centro de lugar.
Enojada miró a su acompañante como si ella fuera la culpable de todos sus problemas. Aunque, bueno, la culpable de su tropiezo si era. Después de todo aquella mujer de cabellos rubios había Sido la que había colocado esa pequeña mesa en el medio de su camino.
-Alicia...- habló por primera vez la rubia después de unos largos 30 minutos -Tienes...- pero la mano de la pelirroja la detuvo
Una señal de silencio. Una orden... Tipo de esas que le da a su gato cada mañana para que deje de maullar por su desayuno.
Ella quería silencio... Silencio para poder comprender, para poder desarmar todo el enredo que tenía en su mente en esos momentos.
-Solo... Solo calla- pidió volviendo a darle la espalda y a retomar su antiguo camino, esta vez esquivando la mesilla.
La rubia se acomodó por décima vez sus lentes de color negro durante esa hora que llevaban ya encerradas dentro de esas cuatro paredes.
Con cada sesión que tenían juntas, ella se comprobaba una cosa... Alicia Sierra era el paciente más complicado que había tenido en sus 20 años como psicóloga.
Un suspiro lleno de frustración salió de los labios de la inspectora, a la par que detenía de golpe sus pasos. Estaba cansada... Cansada de pensar... Cansada de sentirse de esa forma.
-Sabía que no tenía que haber venido- suspiró llevándose las manos a la cabeza
Esta no era ella... Alicia Sierra nunca se mostraba débil ante nadie... Ella nunca tenía miedo.... Sin embargo ahí se encontraba. Temblando por dentro como una niña pequeña por solo oír su nombre.
-Alicia, te pido que respires- pidió la rubia -Respira profundo- Alicia a pesar de no estar muy conforme cumplió la orden- Bien?-
-Mejor- asintió Sierra volviendo a respirar profundo -Necesito dulce... O un cigarro- dijo mirando a su alrededor tratando de encontrar alguna de sus peticiones
-Ninguna de esas dos cosas las vas a encontrar acá- determinó la psicóloga sonriendo levemente al notar la mirada asesina que le estaba dedicando.
Alicia Sierra era una de las pacientes más complicadas con las que había tenido que lidiar, pero no podía negar que también era una de las más divertidas.
Así con toda esa faceta de mujer fría y calculadora, en el fondo no era más que una niña pequeña adicta al azúcar. Una niña que ahora se encontraba rota.
-Alicia, por qué te cuesta tanto hablar de Ra...- comenzó a hablar
-Detente!- la interrumpió nuevamente -Te dije que no quiero hablar de ella! No vine a hablar de ella!!- dijo bastante alterada, apretando sus puños llena de impotencia y enojo -Solo... Solo...-
-Por qué no quieres hablar de ella, Alicia? A qué se debe esa negación?- trato de indagar la rubia, viendo atentamente cada reacción por parte de su paciente
-Para! Te dije que pares!- pidió Alicia sintiendo como la vena de su cuello se hinchaba cada vez más a medida que su enojo crecía -No vine acá para que me hables de ella. Y menos para que trates de meterte en mi cabeza de esa forma. Sal de una puta vez de mi cabeza!- advirtió
-Pero eso es lo que hago, Alicia. Ese es mi trabajo- dijo con voz pausada, muy contraria a la de la pelirroja -Conocerte, comprender tus pensamientos y ayudarte a arreglar tus problemas-
-Mis problemas no tienen nada que ver con Raquel- dijo segura tensando su mandíbula
-Estás segura de eso?- indagó
-Linda...- dijo su nombre en forma de advertencia. Estaba metiéndose en un terreno al cual ni ella misma se había atrevido a entrar
-Solo piénsalo un segundo, Alicia. Ponte a pensar- pidió Linda -Si Raquel no tiene nada que ver con tu bloqueo... Por qué has evitado verla desde que saliste del hospital?-
Por qué??
Ese por qué también daba vueltas en su cabeza... Pero como siempre no le hallaba una respuesta lógica.
Raquel era la persona más importante en su vida. Ella lo sabía, siempre lo supo.
Desde que tuvo conciencia Raquel siempre estuvo a su lado, dándole la mano, apoyándola.
Fue su primera amiga, su primera compañera de aventuras, su primer...
-No lo sé- habló la pelirroja interrumpiendo sus propios pensamientos -La verdad es que no lo sé- sentándose enojada sobre aquel pequeño butacón que tenía delante la rubia -No tengo ni la más puta idea de por qué la evito-
Los ojos de Linda no la juzgaron, ni siquiera la analizaron como habitauaban a hacerlo.
Alicia suposo que era porque ella sabía esas respuestas. Respuesta que su propio cerebro no podía hallar.
Aquellos ojos azules la miraron llenos de compresión
-Y no te gustaría averiguarlo?- preguntó la rubia llamando su atención.
Poco a poco los ojos verdes chocaron con los azules, llenos de curiosidad, de dudas...
Querría saberlo?
Sería capaz de afrontar la respuesta a sus preguntas?
Sería capaz de responder por qué le dolía tanto ahora estar cerca de Raquel Murillo?
-Alicia, cómo comenzó todo?-

Contando tus pecas // RaliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora