Madrid, 1979
"Querido Diario:
Quiero decir que odio a Raquel. La odio. Si!! La odio mucho!! Es una tramposa y chivata que solo piensa en ella y nada más que en ella!!!"A medida que escribía la letra de la pelirroja se hacía más firme sobre el papel de aquella vieja libreta.
Estaba enojada!! Muy enojada!
No podía creer como la había traicionado de esa forma! Cómo había sido tan vendida!
Nunca jamás confiaría en Raquel. Eso se lo había prometido en el momento cero de comprobar su traición.
-Púdrete- dijo entre dientes mirando la foto de ambas sobre su mesilla
Hacía un año que esa foto la acompañaba en las noches, espantaba sus pesadillas... Pero ya no la quería.
-Ya no te quiero ver!- refunfuñó la pelirroja quitando el retrato y encerrándolo en el cajón de la mesa.
Era su mejor amiga... Casi su hermana!! Cómo pudo haberle hecho eso??
Ella nunca lo haría. Ella nunca la traicionaría y mucho menos por miedo!
-Maldita cobarde- dijo mirando el yeso que ahora cubría su pierna
Todo había Sido culpa de Raquel. Su puta culpa!
Si tan solo se hubiera mantenido callada... Si no hubiera gritado... Tal vez ella ahora estaría tan feliz jugando en su patio con el Comisario, en vez de estar postrada sobre una cama con un yeso enorme en su pierna derecha.
Tantas aventuras juntas y ella la delataba de esa forma. Por qué?
No podía comprenderlo!
Raquel había sido su compañera de batallas desde que tenía conciencia.
En sus primeros recuerdos ahí estaba ella... Sonriéndole... Haciéndole esas caras estúpidas que tanto la hacían reír.
Alicia Sierra y Raquel Murillo habían nacido casi el mismo día... En el hospital sus cunas había estado casi una al lado de la otra... Y sus vidas habían sido enlazadas por un pequeño hilo invisible para sus ojos... Aún.
La amistad entre los Sierra y los Murillo había trascendido de padres a hijas
Mariví y Carlos eran casi como tíos para la pelirroja, la cual casi nunca salía de su jardín.
Por qué?
Porque ahí siempre estaba ella... Esa castaña de sonrisa enorme a quien consideraba hasta ahora su mejor amiga.
-Tuviste que joderlo todo! Chivata!- resopló la pelirroja mirando llena de odio las estrellas que tenía sobre su techo.
Estrellas que ella misma y Raquel habían comenzado a poner hacía dos días...
Supongo que jamás terminaré de ponerlas, pensó Sierra sintiendo por un momento un extraño dolor en su pecho.
Odiaba odiar a Raquel. Se sentía fatal... Era como si estuviera enferma... Enferma de tristeza y enojo.
Pero no había marcha atrás. Si algo no podía permitir Alicia Sierra era la traición. Y Raquel de cierto modo lo había hecho.
-No la echaremos de menos, Comisario- aseguró viendo a su gordo gato sobre una de las esquinas de su cama.
A ella no le hacía falta la castaña... No.
Dos toques en la puerta de su habitación la hicieron incorporarse un poco en la cama, mientras veía en esa dirección. La puerta permanecía semi abierta, debido a petición de su madre por su estado actual de salud.
Poco a poco una cabellera castaña se fue asomando por la puerta, pero antes de que pudiera ni siquiera mirar hacia dentro de la habitación una libreta fue volando hacia ella con fuerza. Dándole en toda la cabeza, y haciéndola retroceder en su avance.
-Mierda- escuchó Alicia cómo maldecía a la par que abría la puerta de golpe
-Te dije que te fueras! Esa fue mi última advertencia- dijo la pelirroja desde la cama, tomando en su mano otro libro y amenzando con volver a tirarlo.
-Ali...- y ahí fue el libro.
Esta vez Raquel fue más rápida, y el pesado libro terminó chocando contra la mesa de estudio
-Mira lo que casi me haces hacer!!- le reclamo Alicia viendo todas sus cosas regadas debido a la caída del libro contra ellas
-No haberlo tirado- refunfuñó la castaña desde su lugar
-Vete!!- volvió a gritar la pelirroja -Quien te dejo entrar?!!-
-Mi tía- dijo Raquel encogiéndose de hombros -Le suplique que me dejara venir a verte a pesar de estar castigada-
-No me hace falta! Vete!- cruzándose de brazos y mirando hacia otra dirección -Además ya no somos amigas!-
-Que?-
-Lo que oíste! Yo no soy amigas de chivatas!- exclamó para luego acomodarse en la cama, de tal modo que le daba la espalda a la castaña.
-Pero... Pero...- las lágrimas comenzaban a salir de los ojos de la pequeña Raquel -Eres mi única... Mi única amiga-
-Pues ya no!- dijo Alicia sin verla -Ahora estás sola-
El silencio lleno la habitación tras las palabras de la pelirroja. Raquel no se atrevió a decir nada más. Solo la observó...
Observo su espalda y esa cabellera roja que esta vez llevaba suelta. Luego sus ojos fueron hacia la escayola que reinaba en su pierna derecha.
Alicia de había caído por su culpa... Su mejor amiga se había hecho daño por culpa de su tonto miedo a ser pillada...
La había perdido...
Conocía a Alicia. Ella sabía que pasarían años quizás décadas hasta que ella la perdonará.
Y ahora qué hago? Se preguntó viendo como la pelirroja ni siquiera de dignaba a girarse
Los ojos de Alicia estaban cerrados, no quería verla... No quería oírla... Y lo más importante no quería ceder ante ella.
Raquel era la única persona capaz de hacerla cambiar de opinión en un dos por tres y esta vez no quería hacerlo.
Ella tenía que aprender. A los amigos no se le traiciona así... No importa cual sea la situación.
Que ella estaba subida en el techo? Sí, cierto. Que era peligroso? Si, también.
Pero tenía todo controlado.
Era solo subir, coger al Comisario que se había escapado y listo. Luego bajar como si nada.
Lo podía hacer... Que más daba que solo era una niña de 7 años como había dicho su mamá?
Pero no... Raquel no lo pudo entender y en cuento la vio un poco en la punta del techo gritó.
Y PUM!! Cómo terminó Alicia? Contra el suelo.
Con una pierna partida... Un castigo... Y sin amiga.
-Yo no soy amiga de traidoras- murmuró para sí misma, apretando sus puños.
No cedería ante ella. No importa lo que hiciese
Un sollozo...
-No- murmuró Alicia maldiciendo su debilidad en esos momentos
Ese sonido hizo que su espalda se erizara por completo...
Y otro...
Continuado de un llanto más profundo
No, no, no; suplicó mentalmente mientras trataba de ver sobre su hombro.
-Lo... Lo siento...- sollozó la castaña parada en el mismo lugar donde antes Alicia la había dejado.
Poco a poco, como pudo, Alicia se volteó a verla. Para encontrarse de golpe con esos ojos castaños que tanto adoraba lleno de lágrimas.
Raquel se abrazaba a sí misma con sus brazos, a la par que no paraban de salir lágrimas y mocos de ella. Pero no le importaba. No le importaba nada que no incluyera recuperar a su mejor amiga.
-No... No es justo- volvió a balbucear -Yo... Yo... Eres mi mejor amiga! No me puedes dejar sola- exigió ya perdida en el llanto
Si algo no podía soportar Alicia Sierra eran las lágrimas de su mejor amiga. Simplemente no podía.
Aún recuerda la primera vez que la vio llorar, el día que el perro de su vecino le había ladrado... Ese día con solo cinco años, la pelirroja sintió dolor en su corazón.
El mismo dolor que sentía en esos momentos...
Raquel lloraba descontrolada delante de sus ojos, estaba estática, como esperando a que todo aquello fuera una pesadilla o una broma pesada de su mejor amiga, y que dentro de nada estuvieran jugando como siempre.
Los ojos verdes de la pelirroja la miraron entristecidos, vencidos...
Intercaló su mirada entre su mejor amiga y la escayola que tenía en su pie.
Alicia! No seas estúpida!, Le gritó la pequeña voz que vivía en su mente.
Mírala! Es tu mejor amiga! Ve y abrazala!
-Yo... Yo mejor me voy- dijo cómo pudo la castaña dándose la vuelta
Pero la voz de Alicia fue más rápida!
-Para!!- la llamó desde su lugar en la cama
Poco a poco la castaña volvió en sus pasos, quedando frente a frente a la chica.
-Necesito un favor tuyo- pidió Alicia mirando sus ojos, los cuales aún continuaban rojos
-Que? Cualquier cosa- respondió con rapidez Raquel
-Necesito que...- fue imposible evitar la sonrisa que se le dibujo en el rostro -Que me ayudes a contar mis pecas- tocándose el rostro
Y ahí fue suficiente...
Ese era sj código... Su lenguaje secreto.
Cada día.. sin excepción. Raquel se dedicaba a hacer su hobbie favorito. Contar las pecas que tenía su mejor amiga en el rostro.
Ambas aún recuerdan cómo empezó aquel estúpido juego, y ahora luego de dos años se había convertido en caso un ritual para las pequeñas
La sonrisa tímida en el rostro de la castaña, hizo que de la boca de Alicia saliera un suspiro lleno de alivio. Lo había conseguido.
Sin decir nada, Alicia se movió dándole un pequeño lado a Raquel en su cama. Haciendo una invitación muda para que se uniera a su lado.
Una risa se escapó de sus labios al ver como la castaña de acercaba limpiando con la manga de su abrigo los mocos que se le habían escapado durante su llanto.
-Cochina- rió Alicia viendo cómo Raquel se acostaba a su lado
-Eso significa que me perdonas?- preguntó una vez estuvieron acostadas a la misma altura
-Mmm... No te ilusiones- advirtió -Esto sólo significa que quiero que me cuentes las pecas. Aún estoy enojada-
-Pero seguimos siendo amigas?- preguntó Raquel temerosa de su respuesta.
No se podía quedar sin Alicia... No, sino estaba ella con quién jugaría a los castillos, con quién se disfrazaría y bailaría hasta las tantas de la madrugada?
-Puede ser... Solo con una condición- dijo Alicia mirándola con sus ojos entrecerrados
-Cual?-
-Que cuentes mis pecas hasta que me duerma- dijo acomodándose en la almohada -Sin hablar-
La sonrisa tonta en los labios de la pequeña castaña fue inevitable. Adoraba a su amiga. Y amaba complacerla en todo lo que le pedía.
Alicia Sierra era su mundo... Era su princesa y su guerrera de cuentos de hadas
Por ella era capaz de luchar contra mil dragones y matar a Miles de bestias.
Sin borrar la sonrisa de su boca empezó contando las pequeñas y graciosas pecas que está tenía en su nariz, haciéndo que está la moviera de forma graciosa.
-Te quiero- aseguró Raquel tras dejar un leve beso en la punta de su nariz
Los ojos de Alicia se abrieron lo suficiente como para mirarla.
El verde y el marrón juntos como siempre habían estado...
-Yo también te quiero... aunque seas una chivata- murmuró en voz muy baja, haciéndola reír, para luego volver a cerrar los ojos -Si me duermo no te vayas... No me quiero quedar sola.. quédate conmigo...-
-Siempre- murmuró Raquel volviendo a contar sus pecas una a una.. hasta que Morfeo las cubrió a ambas con su manta.💛💛💛💛💛
Y hasta acá el primer capítulo de esta hermosa historia!! Prometo no dejarla a medias!! Lo juro!
Espero que les guste!! Y que la apoyen!!
Por cierto! Dentro de poco continuo "La otra cara de la moneda" y voy a sacar una segunda parte de Némesis! Así que atentos!!
Ah, este capítulo se lo dedico a ese hermoso grupo de WhatsApp llamado Najwa Choripan!! En el cual hay unas niñas muy hermosas! Que me van a matar si dejo esta historia a medias😁