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Los ojos verdes de Alicia no se apartaban de la pantalla de aquel móvil.... De aquellas palabras.

"Te extraño"

Ella también la extrañaba. Con toda su alma. Daría lo que fuera por ir corriendo hacia ella, por abrazarla... Por besarla como hacía años no hacía.
Pero sabía que ya eso era imposible.
Sus destinos ya no estaban unidos por mucho que Raquel insistiera
La castaña había elegido su camino y este se encontraba más que alejado del suyo.
-Ojalá todo siguiera igual- suspiró Alicia apagando el móvil y echándolo a un lado.
Un suspiro lleno de derrota salió de sus labios, a la vez que su cabeza caía sobre el frío mármol de su mesada.
Sus ojos viajaron perezosos por todo el salón, encontrándose con la soledad que había en el.
Trago en seco al mirar el sofá, y pensar en todas las cosas que habían Sido vividas en él.
Las noches de películas... Las largas charlas en la madrugada... Los besos...
-Dios- suspiro incorporándose en su lugar y pasando sus manos por la cara
Estaba por volver a sí habitación cuando el pitido de su contestadora resonó en todo el salón.
Un nuevo mensaje...
Dudosa camino en dirección hacia la dichosa máquina, en la cual un pequeño foco rojo indicaba que había un mensaje en el buzón.

"Usted tiene 43 mensajes en le buzón"

"Alicia, soy yo. De nuevo. Por favor llámame"

"Alicia, no me voy a rendir. Tenemos que hablar"

"Tu jefe llamo. Dice que aceptaste ir al terapeuta. Me alegro. Llámame"

"Ali, por Dios! No puedo seguir así. Necesito verte. Hablar contigo. Te extraño"

"Alicia Sierra Montes!! Ya no somos unas niñas! Da la cara! Sé valiente!!"

"Sé que lo que pasó cambió todo... Pero no me arrepiento de decir lo que dije. Espero que tu tampoco lo hagas"

El dedo índice de Alicia apagó el contestador con rapidez. Así había Sido todos los días desde que decidió alejarse.
Raquel no se rendía.
Pero por qué?
Después de todo estaba haciendo lo mejor para ella. Era por su bien.
Por qué no era capaz de comprenderlo?
Ella no quería ser un estorbo. No quería interponerse en su precioso cuento de hadas

Madrid, 1983

La habitación entera se iluminó cuando aquel estrepitoso relámpago atravesó el cielo, haciéndolas brincar a ambas debajo de las sábanas.
Los ojos de la pelirroja fueron a parar hacia la ventana, afuera estaba ocurriendo quizá la peor tormenta de ese año
El viento azotaba con fuerza haciendo temblar cada teja del techo de las casas que habían a su alrededor. Los árboles se movían como si estuvieran hechos de plastilina, y la lluvia caí con fuerza sobre las calles de Madrid.
Cuando aquella mañana la chica del noticiero anunció mal tiempo, ninguna pensó que sería algo tan grave.
Nunca esperaron semejante tormenta.
-ahh!- brincó Raquel aferrándose con fuerza al abrigo de su mejor amiga
Ambas se encontraba sobre la cama, acurrucadas, con la enorme colcha de unicornios de Raquel sobre sus cuerpos.
Cubriendo sus cabezas como si se tratara de una especie de campo de fuerza.
-Tranquila, tranquila- susurró Alicia acariciando su cabeza, y abrazándola un poco más fuerte.
-Tengo miedo- murmuró Raquel contra su pecho
-Lo sé, princesa. Lo se- continuo haciéndole rulitos en el pelo, como a ella le gustaban -Pero yo estoy aquí. Yo te cuido-
-Me alegra que tu mamá haya dejado que te quedaras- dijo Raquel alzando la vista para mirar a su amiga a los ojos
-Yo también me alegro- asintió la pelirroja abrazándola un poco más -Así te cuido. Cobarde- bromeó
-No soy cobarde- reprochó Raquel empujándola -Solo que no me gustan las tormentas-
-No? Por qué? Si son hermosas- murmuró Alicia recordando lo mucho que amaba el olor de la lluvia -Mi abuela me decían que las tormentas venían para limpiar las malas energías-
-Y tú lo crees así?- preguntó Raquel desde su sitio
-Yo creo que son místicas... Pero no se- encogiéndose de hombros
Otro relámpago iluminó el lugar, haciendo que la castaña se escondiera como una oruga contra el cuerpo de Alicia.
-Ey, no tengas miedo, Raquel- le pidió la pelirroja poniendo su pierna derecha sobre el cuerpo de su mejor amiga, y apretando su abrazo -Yo te cuido. Yo siempre te cuido-
-No me sueltes- pidió Murillo cerrando sus ojos con fuerza, tratando de alejar los miedos de su mente -Vas a tener razón y soy una cobarde-
-Lo eres- rió Alicia -Pero así te cobarde te quiero- besando su coronilla -Vamos a pensar en otra cosa, si? Qué tal si...- pensó Alicia mirando a su alrededor -Que tal si leemos ese libro cutre tuyo?- dijo una vez vio aquel libro de cuentos de hadas que Raquel tanto amaba
Los ojos de Raquel se posaron sobre el libro mencionado, pero rápidamente negó volviendo a abrazala
-No, no quiero- dijo apretándola bien fuerte
-Y eso?- preguntó Alicia extrañada
Ese era el libro favorito de su mejor amiga. Se pasaba noches leyéndolo. La mareaba de tantas veces que le recitaba como el príncipe había despertado a la princesa tras salvarla del castillo
-Ya te aburriste de él?-
-Lo odio- murmuró la castaña tomando por sorpresa a Alicia
A qué se debía ese cambio? Ayer estaba con ese libro para arriba y para abajo. Que había sucedido?
-Por que? Pensé que lo amabas- dijo Alicia tratando de entender
-Y lo hacia hasta... Nada, nada- negó Raquel volviendo a su escondite
-A ver, sal de ahí que pareces una tortuga metida en su caparazón y mírame- pidió la pelirroja, tratando de empujar a Raquel lejos de ella para así poder verla a la cara.
Algo le sucedía. La conocía bien. Sabía que tras ese odio inesperado por el libro había algo más
-Ya! Déjame!- protestó Raquel evitando alejarse
-No hasta que me digas que te pasa- insistió Alicia volviendo a empujarla pero sin éxito, la chica se había afianzado a su cintura como una babosa a su caracol
Tras varios intentos, de sus labios salió un bufido. Pero junto con este llegó una idea
-Bueno... Sino sales a las buenas tendrá que ser a las malas- y sin darle tiempo a reaccionar comenzó a hacerle cosquillas en su panza, en sus costillas, dónde fuera con tal de que Raquel se alejara
Y así fue...
La castaña empezó a reír a carcajadas, mientras Alicia continuaba con su tortura.
Una vez la tuvo fuera, Alicia se subió sobre su cuerpo. Evitando que se moviera esta vez.
-Ya te tengo, tortuguita- dijo victoriosa la pelirroja desde arriba de su cuerpo
-Dejame- protestó Raquel forcejeando pero era en vano
-No, hasta que me digas que te sucede- resopló Alicia apretando su agarre -Que te pasa con el libro? Por qué lo odias ahora?-
-Pensé que a ti no te gustaba. Que más te da?- preguntó Raquel sin entender
-Algo me dice que ese odio viene de algo más. Qué pasó? Dime. O es que acaso no confías en mí- dijo mirándola desde encima con esos ojos verdes que Dios le había dado
-Pues... Hay una niña nueva en mi aula- murmuró Raquel mirando hacia otro lado
-Y? Que tiene eso que ver?- sin entender
-Que ella y otro compañero me dijeron algo que no me gustó- relato Raquel tragando en seco de solo recordarlo
-El que?- ya sintiéndose molesta.
Sabía que esos imbéciles le habían dicho algo para hacerle daño. Y de solo pensarlo, ya le hervía la sangre.
-Pues... Pues me dijeron que yo nunca encontraría a mi príncipe azul- murmuró Raquel dejando escapar una lágrima mientras evitaba los ojos de su amiga -Que soy muy fea y tonta como para que un príncipe se fije en mí-
-Pero que??!- exclamó Alicia alterada levantándose de golpe -Se van a enterar?!!! Pero qué mierda les pasa?!!- dijo molesta dando vueltas por la habitación en busca de sus zapatos
-Alicia, no maldigas!!- la regañó desde su lugar en la cama -A parte, a dónde vas a ir??! Está lloviendo- señalando la ventana
-Me da igual! La van a pagar!- dijo la pelirroja colocándose los zapatos -Cómo se les ocurre decirte eso??! A ti que eres la niña más hermosa de todo el universo!!!-
Una sonrisa se dibujo en el rostro de Raquel al oír eso. De verdad pensaba eso de ella??
Sin borrar la sonrisa, se bajó de la cama, dirigiéndose hacia el asiento donde Alicia aún se colocaba sus tenis.
-De verdad crees eso?- preguntó una vez a su lado
Los ojos de Alicia se posaron extrañados en ella. Ni siquiera había registrado sus palabras. Las había dicho porque si, porque era lo que sentía.
-Me consideras la niña más linda del universo?- arrodillándose para estar a su altura
Las mejillas de Alicia se pusieron tan rojas, que casi desaparecen sus preciosas pecas. Ni siquiera había Sido conciente de sus palabras. Sin embargo, las pensaba. Estaba segura de ellas.
-Claro, que si, Raquel. Eres hermosa- dijo llevando su mano hacia su mejilla, y dejando una leve caricia ahí
-Yo también pienso que eres hermosa. Muy hermosa. La más hermosa de todas- aseguró Raquel dándole un beso en la mano que la acariciaba
-No le hagas caso a esos niños. Son tontos y te tienen envidia por ser tan perfecta- resopló la pelirroja
-Ali, tú crees que algún día aparezca un príncipe azul para mí?- preguntó dudosa la castaña
-Por supuesto que sí, princesa- dijo sonriéndole de forma tierna -Estoy segura de ello-
-Gracias- dijo abrazándola fuerte -Por ser tan buena conmigo-
-Eres mi mejor amiga, Raquel-
-Estoy segura de que también vendrá un príncipe azul para ti- dijo sonriendo feliz
Muy al contrario de la pelirroja, quién no pudo evitar hacer una mueca tras sus espaldas.
Un príncipe? Quién necesitaba un príncipe? Ella no. Sin duda
-Pero me tienes que prometer algo- dijo Raquel alejándose para mirarla a los ojos
-El que?- dudosa
-Que aunque aparezca tu príncipe azul no te vas a alejar de mi. De acuerdo?- estirando su meñique para cerrar el trato
Alicia miró su pequeño meñique estirado y no pudo evitar reír.
Raquel nunca cambiaría. Esos celos. Esa posesividad que tenía con ella desde pequeña. A veces a Alicia creía que ella la consideraba su oso de peluche.
-No lo haré-
-Nunca jamás?- insistió dudosa
-Jamás de los jamaces me iré de tu lado, tonta- rió Alicia a la vez que entrelazaba su meñique al de ella.
Jamás la dejaría...
O al menos eso pensaba en aquellos momentos.

...

Quién te cuidará ahora en los días de tormenta?, Pensó viendo las nubes grises que se estaban formando en el cielo.
Las manos de la pelirroja recorrieron su rostro agobiado. Ya no podía más
Los recuerdos la estaban matando.
Si tan solo pudiese olvidar, pensó para sus adentros.
Y sus ojos se posaron sobre aquella botella de whisky que estaba sobre el minibar.
-Dicen que el alcohol es bueno para las penas de amor- se dijo a si misma mientras tomaba la botella en sus manos -Vamos a averiguarlo-

Contando tus pecas // RaliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora