Madrid, 1986
Germán siempre fue considerado como el chico más inteligente de la clase. De hecho, desde que llevaba pañales y estaba en la guardería lo consideraron como un niño super dotado. Era un genio de las matemáticas, y se consideraba capaz de resolver cualquier acertijo.
Sin embargo, esa mañana se topó con un acertijo que por mucho que tratará de averiguar no lo conseguía... La sonrisa de su compañera de asiento.
Alicia esa mañana, muy al contrario de las demás, había llegado con una sonrisa tonta en la cara, la cual desde un principio había despistado a su compañero de química.
-Estás segura que estás bien?- preguntó Germán por décima vez en la media hora que llevaban de clase
Pero nuevamente, como las otras, solo recibió un asentimiento como respuesta.
Los ojos de Alicia estaban fijos en la parte de delante de la clase. Él pensaba que estaba muy atenta a la clase, después de todo hablaban sobre el origen de la tabla periódica. Pero no podía estar más equivocado...
Aquellos ojos verdes solo tenían un destino... Y era esa cabellera castaña que se encontraba a sentada en la primera fila de la derecha.
Raquel asentía atenta a la clase, mientras trataba de hacer callar a su compañera de asiento quién no dejaba de molestarla.
Mónica como siempre molestando.
Era como una chinche en medio de su amistad. De no ser por el berrinche que le dió cuando decidieron las parejas de química por ser la de Raquel, en estos momentos fuera la pelirroja la que estuviera al lado de la castaña. Y no ella.
Pero hoy le daba igual eso...
Se conformaba con la situación que estaba viviendo... Ahí... De lejos, casi a escondidas observándola a su gusto y antojo.
La noche anterior no había podido pegar ojo, de hecho, en las últimas semanas no había logrado hacerlo.
Cual es el motivo?
Pues sus vistas nocturnas...
Lo que parecía haber sido cosa de una noche, continuo repitiéndose una y otra vez...
Raquel dejaba sus ventanas abiertas y sus cortinas recogidas, mientras Alicia la observaba atenta caminar semidesnuda por la habitación.
No sé veían a los ojos... Ya no... Sin embargo, Alicia podía jurar que la veía sonreír...
Y así fue... Como cada noche ese juego se convirtió en tradición para ambas durante su castigo. Dónde Raquel modelaba, y Alicia observaba en silencio...
Y por último la sonrisa... Siempre de despedía con una sonrisa. Como diciendo en silencio "Ven mañana"
Sin embargo, al salir el sol y encontrarse sin aquellos metros de por medio, todo parecía volver a la normalidad.
Raquel no era más la chica que se desnudaba de forma sensual ante sus ojos. No. Era simplemente su amiga.
Esa que hacía chistes tontos, y se agarraba a su brazo en todo momento para entrar a la escuela.
Qué significaba todo aquello??
Era un juego? O acaso...?
-Alicia...- insistió Germán una vez más
-Qué?!- ya molesta por sus interrupciones
-Solo quería saber si habías hecho tú parte del trabajo- dijo Germán como justificación. Lo que menos quería era despertar al ogro que vivía dentro de la pelirroja
-No, aún no... Tengo... Tengo que acabar la última parte- Parte que ya hubiera hecho, de no ser por la interrupción nocturna de su amiga.
-Vale... Te encuentras bien?- preguntó intrigado
-Sí, por qué preguntas?- volviendo su mirada hacia él
-No, por nada- encogiéndose de hombros -Es solo que.... Te veo rara... No sé, como distraída- y si que lo estaba. Quién no en su lugar?
-Sí, si... Es solo que no he dormido bien- dijo volviendo su vista al frente
Sus ojos se posaron nuevamente en la castaña, explorando cada parte de su espalda.
De repente algo captó su atención... Un papel.
De mano en mano un pequeño papel doblado perfectamente fue avanzando por el aula hasta detenerse en la mesa de la castaña.
-Qué demonios?- murmuró viendo la sonrisa del imbécil de Andrés y sus amigos.
Si se estaban riendo de su castaña las iban a pagar!! Ella se encargaría de ello.
Ya estaba lista para estallar y romperle la cara al imbécil de Alberto Vicuña cuando de repente, las mejillas sonrojadas de Raquel la hicieron detenerse.
Pero qué?
Seguido de eso un saltito de emoción de Mónica... Un salto quizás demasiado emotivo, para la maestra.
-Señorita Mónica, puede compartir con el resto de la clase que es tan emocionante?- dijo la profesora acercándose a la mesa de ambas -No creo que haya saltado por lo emocionante que es el hierro-
-Yo... No...- balbuceó Mónica nerviosa mirando a Raquel en busca de ayuda
-Ahorrese las explicaciones y deme el papel que esconde debajo de su mesa-
-Pero...- está vez fue Raquel la que hablo
-Ahora!- exigió la señora extendiendo su mano
Con cara de corderos en el matadero las chicas pusieron el papel en las manos de la señora, la cual con mirada inquisidora leyó detenidamente la nota.
Luego alzó la mirada hacia un punto del salón.
-Señor Vicuña, me parece muy bien que piense que Murillo tiene los ojos más hermosos del universo. Pero la próxima vez que quiera expresarse, digaselo a la cara. No mediante un papel durante mi turno de clases-
Y listo, fue suficiente... La clase entera se comenzó a reír a carcajadas del chico.
Y en ese segundo, Germán que observaba todo atento no supo quien tenía el rostro más rojo.
Si Raquel por el momento... Si Alberto por la vergüenza que había pasado... O su compañera de mesa, quién no solo estaba roja como un tomate sino que apretaba con fuerza sus puños sobre la mesa.
No preguntó... No quiso hacerlo... Sabía que hacer esa pregunta sería como detonar una bomba... Sin embargo, cuando el timbre sonó y Alicia salió hecha un demonio de ahí, tuvo su respuesta...
Raquel...
Raquel Murillo había Sido la causante de la sonrisa que adornaba el rostro de su compañera en la mañana y ahora... Era la causante de su arranque de celos.