Aquel pitido molesto que hizo el ascensor al abrir sus puertas, dolió en su cabeza como si fuera un martillo.
Supongo que se lo tenía merecido. Ese era su castigo luego de una larga noche ahogando sus penas en alcohol.
Alicia ya había olvidado que se sentía una resaca. Hacía tanto ya de la última que su cuerpo parecía reaccionar como si fuera la primera vez que la sufría.
-Tengo una cita con la doctora Gómez- murmuró aún adormilada a la secretaria que tenía en frente.
-Si, enseguida la atiende- dijo la señora mirándola de forma extraña.
Normal, tenía unas ojeras que ni los búhos le hacía nada.
Maldita hora en la que decidí beber, se dijo a si misma viendo cómo hasta la pequeña luz del escritorio le ardía en los ojos.
Su cabeza latía de forma dolorosa, y sus piernas temblaban de la debilidad.
Tenía que haber llamado para cancelar la cita; reflexionó inclinándose levemente para no vomitar.
-Se encuentra usted bien?- preguntó la secretaria viéndola -Se ve algo pálida-
-Estoy perfecta, es solo...-
-Alicia?- la voz de su psicóloga sonó tras sus espaldas -Ya puedes entrar- dijo mirándola extrañada
El suspiro aún con aroma a alcohol que salió de sus labios, fue la respuesta suficiente para que la rubia supiera que le pasaba.
Había bebido y mucho por lo que veía.
Iba a preguntarle sobre eso, cuando de repente sus lentes se enfocaron en algo mucho más preocupante.
En su muñeca una venda blanca hacia acto de presencia, cubriendo lo que parecía ser una enorme cortada.
Los ojos de Linda viajaron de la muñeca de su paciente hasta su rostro pálido. Y por mucho que lo evitará, su mente se fue a la peor de las situaciones.
-Alicia, que es eso?- acercándose a ella y tomando su muñeca
-Ahh- se quejó la pelirroja al sentir el tacto de esta sobre su herida -Duele-
-Claro, que duele. Qué te hiciste?- preocupada -Mi Dios, no puedo creer que hayas sido capaz de...-
-Ey, ey, para, para- la interrumpió la pelirroja al darse cuenta de sus pensamientos -No es lo que estás pensando-
-No?-
-No, obvio que no. Por muy mal que este nunca atentaría contra mi vida. Eso es de cobardes- dijo segura incorporándose en su asiento, y comenzando a safar la venda -Y yo no soy cobarde-
-Entonces como te hiciste eso?- preguntó viendo la herida ya libre de vendas
Era grande pero no demasiado profunda. Cosa que había permitido que no se desangrara
-Bebí anoche... Y como vez por mi cara y mi aliento. Demasiado- relató Alicia -Y en medio de los efectos del alcohol me hice daño con uno de los vasos que lance contra la pared-
La mirada de Linda no salía de su rostro. Estaba atenta, a la expectativa. Tratando de comprender por qué alguien tan bueno como la chica que tenía delante de hacía sufrir de esa forma.
-Que paso, Alicia?- dijo lentamente tratando de crear un ambiente de confianza
Los ojos verdes de Alicia se posaron en su rostro, para luego bajar a sus propias manos.
Ahora venía la parte difícil...
Ahora venía el golpe...La noche anterior
Lo que comenzó siendo una pequeña copa de whisky, terminó siendo la botella entera.
De aquel fuerte líquido solo quedaban gotas, y la tentación de buscar más seguía latente.
Por cada recuerdo... Por cada sonrisa... Por cada beso un sorbo de whisky raspaba su garganta.
Sus pupilas ya se encontraban dilatadas, mientras que sus pasos eran cada vez más inestables...
-Esto es tu culpa- dijo mirándose en el reflejo del espejo -Tu puta culpa!! Cobarde- se recriminó señalando su imagen con el dedo
Un trueno resonó en todo el lugar, acompañado de un relámpago que iluminó la hasta ahora oscura habitación.
A paso ciego camino hacia el ventanal, comprobando las nubes grises que se estaba formando en el cielo.
-Quien te acompaña en las noches de tormenta ahora, eh??!! Quién coño lo hace??!!- gritó enojada lanzando la botella de whisky contra la pared, haciendo que está se estallara en mil pedazos....
- Y así me hice esta mierda- relató Alicia señalando su muñeca -Traté de limpiar el desastre que hice y me corté- tapándose nuevamente la herida
-Alicia...- murmuró Linda viéndola afectada
Ella estaba fatal. Se le veía en la cara, en sus ojos, en las terribles ojeras que tenía en su rostro. Era un fantasma de la antigua Alicia Sierra.
Esa inspectora vivaz, intrépida, que vivía su vida día tras día sin ningún tipo de lamentación
-Qué te ha pasado?- preguntó Linda sin esperar una respuesta -Mírate... Eres una sombra de tu antiguo tú-
-Quieres saber que me ha pasado??- dijo la pelirroja a la par que sacaba su móvil del bolsillo -Ella- dijo extendiendo el móvil hacia su psicóloga -Raquel Murillo es lo que ha pasado-