Madrid, 1984.
La mañana siguiente...
Cuando aquella mañana el sonido de su despertador se hizo presente, hacía ya mucho tiempo que los ojos verdes de la pelirroja se encontraban abiertos.
No había podido dormir en toda la noche. Sus pensamientos y sus lágrimas no la habían dejado entrar al mundo de los sueños.
Se sentía ridícula, estúpida por llorar de aquella forma.
Eres una niña llorona o qué? Se reprochó a sí misma recordando las lágrimas que había derramado.
Pero por qué??
Por qué había llorado tanto??
No lograba comprenderlo. Quizás por miedo? Miedo a perderla... A qué ese Álvaro la sacará de su vida.
Que haría ella sin Raquel??
Con quién pasaría sus tardes? A quién abrazaría en las noches de tormenta??
Llena de dudas y pensamientos confusos, esa mañana decidió ir caminando hacia la escuela.
Ni muerta de montaría en el autobús, pues de seguro ahí estaría ella esperándola.
O a lo mejor no... A lo mejor Raquel en esos momentos se encontraría sentada en el autobús, con su hermosa sonrisa... Solo que esta vez no era a ella a la que se la dedicaba. Era a Álvaro.
A ese niño al cual aún no le colocaba rostro, pero que por su causa estaba sufriendo como nunca en su vida.
Enojada limpio con la manga de su abrigo pequeña lágrima que salía de sus ojos.
-No voy a llorar. Ya no- murmuró segura, limpiándose otra que se empeñaba en salir.
Había pasado la noche en vela, llorando... Sintiéndose la persona más miserable de la tierra. Y todo por qué?
Por Raquel??
Por qué había conseguido a su príncipe??!
No lo entendía... No lograba comprenderlo.
Esa mañana, al desayunar su madre le pregunto que le sucedía. Y al ella comentarle lo acontecido, la señora lo único que hizo fue sonreír.
Y decirle aquellas palabras que aún no sacaba de sus cabeza.
"Ah, querida. Esos son celos. No dejes que unos tontos celos rompan su amistad tan hermosa"
Celos???
Eso era lo que sentía?
Así se nombraba aquel ardor tan grande que sentía en el estómago y en su pecho de solo pensar a Raquel junto a otra persona??
Era la primera vez que le ocurría... Y no sabía qué hacer con ello.
A paso lento siguió avanzando por las calles, las personas pasaban por su alrededor, pero ella ni siquiera miraba sus caras.
Solo quería llegar a su salón y no salir de ahí está el fin del día.
Pero al parecer el universo no la iba dejar cumplir sus planes.
Cuando aquellas gomas frenaron en seco a su lado, el primer instinto de la pelirroja fue maldecir al responsable de su casi atropello.
Pero al levantar la mirada, y ver aquellos pompones rosados a cada lado del timón, su corazón dió un brinco que casi se le sale por la garganta.
En qué...? Cómo...? Se preguntó mirando a la chica que tenía enfrente.
Ahí estaba ella...
Con su pelo castaño suelto y ese abrigo tan ancho que casi le hacia desaparecer las manos.
-Te llevo?- dijo Raquel mirándola fijamente.
No sonreía... Ninguna de las dos tenía fuerzas para hacerlo.
Alicia analizó su rostro, poco a poco, frunciendo su ceño a medida que notaba las ojeras debajo de sus ojos.
Ella tampoco había dormido...
Su mirada se encontraba tan cansada como la suya aquella mañana al despertar. Y sin embargo... Ahí estaba.
Subida en esa bicicleta que hacía dos semanas había aprendido a montar, y la cual Mariví odiaba que usara.
-Y? Subes o no?- preguntó nuevamente tomando aire antes de acercarse un poco más a ella
-No, mejor sigo caminando- comentó Alicia dando un paso lejos de ella
Uno... Dos pasos... Eso fue lo único que pudo avanzar sola, antes de sentir la presencia de la castaña a su lado.
-Bueno, si tú vas caminando. Yo voy caminando- dijo segura de todo Raquel colocándose a su lado, llevando la bicicleta de pompones rosados en su otra mano.
-Raquel...- dijo Alicia negando con la cabeza
-Alicia...- la castaña imitó su tono sin darse por vencida, haciéndola rodar los ojos
-Quiero estar sola-
-Pues yo no quiero dejarte sola... No hoy... Ni nunca- concluyó Raquel siguiendo a su lado
El camino hacia la escuela se sentía más largo que de costumbre. Quizás por el silencio tan incómodo que se había formado entre las dos.
Cuando los ojos castaños de Raquel captaron aquella figura conocida a la entrada de la escuela, no dudó en adelantarse. Y sin decirle nada a Alicia, procedió a montarse en su bicicleta.
La pelirroja la miró confundida irse. Ya se había dado por vencida??
Qué rápido se rinde, pensó con decepción.
Decepción que fue en aumento al ver junto a quién se detenía la castaña.
Raquel se encontraba ahora en la puerta de la escuela, junto a un chico.
Conocía a ese chico, al menos de verlo por los pasillos. Pero desconocía su nombre.
-Uhh, veo que se decidió- una voz conocida para ella se hizo presente a su lado
Al voltearse se topó con los rizos rubios de Mónica. Quien miraba a la pareja con una sonrisa de oreja a oreja.
-Disculpa?- dijo Alicia tratando de que fuera más clara
-Raquel- señalándola -Al parecer acepto ir al parque con Álvaro. Al fin- celebró la rubia -Tenía al chico en un sin vivir- continuo la chica hablando
Pero al mirar a su lado ya no había ni rastro de Alicia.
La pelirroja había salido corriendo, justo como la noche anterior. Con sus ojos llenos de lágrimas y su corazón a punto de quebrarse.
Por qué me siento así?? Se dijo a si misma mientras sus pasos eran más rápidos.
No sabe bien cuánto corrió, ni cuántas personas la vieron llorar por el camino. Poco le importaba.
Solo se detuvo cuando delante de su cuerpo aparecieron de repente dos pompones rosados.
El frenazo que dió Raquel al meterse en el medio se oyó alto, tan alto que varios estudiantes que por ahí pasaban giraron sus cabezas a ver.
Pero le daba igual... Le daba igual todo.
Su mejor amiga estaba sufriendo por causa de ella. Y aunque no entendiera bien del todo el por qué. No permitiría que siguiera sucediendo.
-Déjame- dijo Alicia tratando de pasar de largo.
Pero la castaña lo evitaba constantemente utilizando su bici para ello.
-Monta- le dió la orden
-No!!-
-Alicia, monta- su voz continuaba pausada
-Que no!! Vete! Vete a la escuela! Vete con tus amigos!!- comenzó a decir Alicia ya llorando sin control. Ya estaba rota. Que más le daba?? -Vete con el puto Álvaro y su helado!!-
Dando un paso hacia adelante, tratando de huir de esa situación.
Los ojos de la castaña la analizaron con cuidado, hasta que de su boca se decidieron a salir las palabras.
-No acepté-
-Que?- confundida
-La invitación de Álvaro... No la acepté- dijo finalmente la castaña
Los ojos de Alicia analizaron su rostro detenidamente, como si de esa forma pudiera descifrar sus palabras.
-Por qué?- habló con la voz casi quebrada, pero fuerte. Decidida. Necesitaba saber del todo por qué esa decisión.
-Yo... No... No lo sé. Porque no quiero y punto- sentenció la castaña encogiéndose de hombros -No sé. Porque no me gusta. Porque no me interesa-
-Pero Mónica dijo... Ella...- balbuceó
-Mónica puede decir lo que quiera. Pero ella no decide por mi. Ni sabe lo que pasa por mi cabeza- dijo Raquel segura, mientras veía a Alicia bajar la mirada -Pero tú sí- consiguiendo que sus ojos volvieran a los suyos
Alicia no dijo nada... Solo la miró... Y es que a veces las palabras sobran, las promesas, las justificaciones... Todo sobra cuando hay una mirada.
El marrón de sus ojos y el verde de los suyos se decían todo lo que las palabras no eran lo suficientemente valientes de expresar.
Ninguna sabía bien que era lo que les pasaba. Pero si tenían la seguridad de algo... Y era que nunca, nunca jamás se harían daño una a la otra.
-Yo no puedo aceptar salir con ningún chico sabiendo que eso te va a lastimar- dijo Raquel dando un paso al frente
-Raquel...- murmuró Alicia retrocediendo -No... No debes... Si quieres aceptar la invitación puedes... Yo no...-
-No quiero- dijo Raquel seria -No le interesa, Álvaro. No me interesa ningún chico-
-Pero...- trató de hablar la pelirroja
-Por eso no te dije nada de Álvaro. Porque para mí no fue nada. Es cierto que el gusta de mí. Pero yo no de el... A parte, que creo que mi madre me mata si descubre que estoy con un niño de novia- dijo Raquel tratando de hacerla reír con esta última parte.
Pero no lo consiguió... La mirada de Alicia se encontraba perdida, y sus labios estaban sellados totalmente. Una línea impasible regía en ellos
-Ali- la llamó caminando cerca de ella, lo suficiente como para poder acariciar su mejilla, y alzar su rostro para así poder mirar esos ojos verdes que tanto adoraba -Solo somos tú y yo. Me oyes?- dejando una leve caricia -Tú y yo-
Sintiéndose débil ante sus caricias, la pelirroja no pudo evitar cerrar sus ojos, y buscar más la cercanía de aquella mano, de su calor.
-Lo prometes??- dijo en casi un susurro
-Lo prometo- susurró Raquel -Tú y yo... Por siempre-...
Aquel recuerdo hizo que en la garganta de la pelirroja se formará un nudo. Sus ojos estaban húmedos. Pero no iba a llorar.
No delante de aquella mujer a la que apenas conocía.
Por qué le contaba su vida?
Quizá por eso mismo. No la conocía de nada. Solo era una doctora... Alguien que podía escucharla sin atreverse a juzgarla de alguna forma.
-Alicia?- la llamó la psicóloga al notar su ausencia
Las manos de Alicia se entrelazaron entre sí, y su vista de posó en el suelo...
-Alicia, quieres parar por hoy?- propuso al ver lo afectada que estaba
-No. No- negó con rapidez -Quiero seguir... Es solo que... Que luego de eso empezó la pesadilla... Ahí se jodió todo-