9

299 44 9
                                    

Madrid, 1986
La cabeza de Alicia no paraba de dar vueltas. Hacía ya más de dos horas que había llegado de su escuela. Y por primera vez en años no había querido ir a casa de Raquel.
Por qué??
Pues fácil... Su mente de adolescente de 15 años aún trataba de comprender lo que había visto en el estacionamiento de la escuela.
No se lo había dicho a Raquel... No se lo había dicho a nadie.
Su profesora estaba besando a una chica. A una chica??!!
Eso se podía hacer??
O sea... Ella siempre oyó a su madre decir que los besos se daban entre una chica y un chico... Pero... Pero y su profesora??
Su profesora besaba a una chica...
Justo como ella había besado a Raquel.
Eso que significaba??

...

El número 8 de la puerta parecía estar jugando con ella. Se burlaba, justo como lo había echo la máquina contestadora ya hacia varios días.
Solo toca! No seas cobarde! Le dijo la voz en su cabeza.
Sabía que tenía que tocar. Pero tenía miedo... Miedo a su rechazo.
Las cosas que habían sucedido la última vez que estuvo ahí no habían Sido muy buenas.
Aún recordaba las lágrimas de Alicia! Su reclamo... Su dolor...
Dolor el cual ella era la máxima responsable.

Madrid, 1986
Raquel hablaba sin parar alrededor de ella, mientras acomodaba todo para poder poner la película.
La casa del árbol estaba casi en la máxima oscuridad. Solo se veía una que otra vela colocada por la castaña, junto a las pequeñas lucecitas de colores que Alicia había puesto meses atrás.
-Que prefieres? Asesinos en serie o zombies?- preguntó Raquel mostrándole dos casetes que llevaba en la mano
Pero fue en vano. Estaba hablando sola.
La mirada de Alicia se encontraba perdida en algún punto del universo, junto a su mente.
Raquel la llamó dos veces pero nada. Estaba ida completamente.
No fue hasta que puso su mano sobre su hombro que la pelirroja regreso de ese pequeño limbo.
-Ey? Que pasa?- preguntó preocupada. Era raro en Alicia estar así de distraída.
-Eh? No nada. Nada- dijo Alicia fingiendo una sonrisa -Solo tengo sueño-
-Ali... Segura?- analizándola
-Sip, segura- asintió, pero la mirada de Raquel seguía fija en ella -Ah, dale! No seas pesada y acaba de poner la peli- dijo dándole un leve empujón que hizo que Raquel de tambaleara en el sitio
-Mandona- refunfuñó la castaña mientras colocaba la peli en la videocasetera.
Tras colocar el casete y darle play a la película, la castaña se arrojó sobre el colchón improvisado al lado de Alicia, quién no apartaba la vista de la pantalla. Sin embargo no estaba mirando para nada la película.
Ella lo sabía... Lo notaba en la forma que tenía arrugado el ceño. Como si algo realmente la molestará.
Le habrá pasado algo en la escuela?, Pensó viéndola de reojo. Quizás en su casa?
La cosa era... Por qué no se lo decía a ella??
-Ali...- acariciando su mentón para llamar su atención
Cuando las esmeraldas se posaron en ella, una sonrisa se dibujo en su rostro, tratando de darle la confianza que necesitaba
-Sabes que puede contarme cualquier cosa... Sea lo que sea- le dijo Raquel apretando su mano
Alicia la miró dudosa. Tenía ganas de contarle a Raquel. Pero... Contarle qué?
Que había visto a su maestra besando a otra chica y por eso estaba así de afectada?? Le preguntaría el por qué? Y ese ni ella misma lo sabría.
-No hay nada que contar-
Aquella noche los ojos de Alicia Sierra no se cerraron en ningún momento. Estaban centrados en la nada. Hundidos en sus pensamientos.
Por qué le había afectado tanto??
Quizás... Quizás porque...
No quiso seguir esa frase. Simplemente, se volteó a ver a la chica que dormía como una bebé a su lado.
Raquel era tan linda mientras dormía. Con su boquita empinada y sus ojos cerrados de una forma tan pacífica que daba hasta pena despertarla.
Y ahí lo supo...
No eran celos hacia su maestra...
No era asco ni confusión...
Era curiosidad... Envidia...
Envidia de que esa mujer fuera lo suficientemente libre como para poder besar de esa forma una chica... Besarla de la forma en que ella había soñado con besar a Raquel desde hacía ya un año.

...

La mano de Raquel se apoyó sobre la madera de la puerta, a la vez que un suspiro salía de sus labios.
-Ojalá funcione- pidió cerrando los ojos
Dió un paso atrás, separándose de la puerta, y con mucho cuidado envío el pequeño sobre por debajo de la puerta.
Tenía que funcionar... De otra forma todo estaría perdido.

Contando tus pecas // RaliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora