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Madrid, 1986
En que momento ella aceptó esa estupidez?
Pensó Alicia mientras sentía a Andrés y a sus amigos reír a sus espaldas
-Ali...- murmuró Raquel delante suyo
Ambas estaban justo en la cima de aquella rampa, listas para saltar
Porque sí. Raquel saltaría con ella. Siempre juntas, esas habían sido las palabras de la castaña cuando supo del reto.
Si perdían... Perderían juntas. Como siempre.
-Raquel... Ve a abajo. Yo lo haré con Antoñanzas o con...- tratando de hacerla cambiar de opinión
-No, no se te ocurra bajarme de aquí- afianzándose a su cuerpo -Te dije que si te lanzabas lo haría contigo. Y eso hago-
A Alicia se le hizo casi imposible no sonreír ante la firmeza y la decisión de su amiga.
Realmente la quería a su lado siempre... Sin que nadie se metiera en medio de ellas dos.
-Cabezona- murmuró en forma de broma
-Tu cabezona- dijo Raquel sonriéndole
Y esa sonrisa... Esa sonrisa traía tantos recuerdos... Tantas noches viéndola desde lo lejos... Admirando en silencio su desnudez...
Deberían hablar de ello? Por supuesto que sí... Pero no ahí... No con todos esos imbéciles mirando.
Sin embargo, otra pregunta circulaba por la cabeza de la pelirroja... Una que necesitaba ser respondida antes de dar a ciegas ese salto al vacío.
-Raquel, tú...?-
-Yo que?- muy cerquita de ella, tratando de no prestar mucha atención a la altura de la rampa
-Tú vas... Vas a aceptar salir con Alberto?- soltó en carretilla esto último, cerrando los ojos como reflejo para no sentir el peso de su respuesta
Unos labios... Unos labios sobre su mejilla fueron la mejor respuesta del mundo.
-Qué sentido tendría aceptar?- dijo Raquel sin borrar la sonrisa de su rostro -No me hace falta aceptar ninguna cita mientras te tenga a ti-
Y ahí fue...
El encéfalograma se quedó plano...
El cerebro de Alicia dejó de funcionar entrando en un estado del cual no podría salir en un buen tiempo
Qué significaba eso??
Y por qué se acercaba así??
Lentamente los labios de Raquel acariciaron su mejilla...
Alicia quería moverse, abrazarla... Besarla también... Pero no podía... Su cuerpo había dejado de funcionar...
Los labios de Raquel dejaban besos sobre su mejilla, pero esta vez se sentían diferentes... Más largos... Más húmedos... Más intensos...
De ese tipo de besos que no se dan entre amigas... Qué significaba eso??
Qué demonios les pasaba??
-Ehh!!! Tórtolas!!! Qué no tenemos todo el día!!- el grito de uno de los chicos se escuchó desde abajo, volviendolas a la realidad
Estaba ahí... A punto de lanzarse juntas desde una rampa gigante de cemento... Con más de doce personas mirándolas...
-Si nos matamos que sepas que te echaré la culpa toda la eternidad- murmuró Raquel dándose la vuelta para tomar el pañuelo que anteriormente Andrés le había entregado y acercándose de vuelta a la pelirroja
-Estás a tiempo de dejarme ir sola- dijo Alicia una vez la tuvo de vuelta frente a ella
-Eso nunca- aseguró Raquel colocando el pañuelo alrededor de sus ojos. Dejándola en la máxima oscuridad -Lista?- susurró muy cerca de su rostro
-Lista- asintió Alicia.
Sintiendo nuevamente los labios de su amiga en su rostro, esta vez muy cerca de sus labios.
No tenía ni idea de que pasaba entre ellas. Ni que era esa sensación tan cosquilleante que sentía cuando la miraba. Pero le daba igual. Pues era lo mejor que había experimentado en su vida
Cuando ambas estuvieron sobre el monopatín, y las manos de Alicia aferradas bien fuertes a la cintura de Raquel, las ruedas se pusieron en acción...
Miedo... Adrenalina...
Una mezcla fatal de ambas, era lo que sentían al bajar a toda velocidad por aquella terrible rampa.
Alicia respiraba de forma acelerada, mientras sentía a Raquel temblar bajo sus manos...
Y entonces...
El suelo...

...

Cuando las llaves abrieron la cerradura de su casa, Raquel sintió un gran alivio al ver su salón vacío.
Lo que menos quería en esos momentos era tener que lidiar con Sergio. Tener que lidiar con su nueva vida.
Descalzándose decidió caminar por el salón, para luego lanzarse agotada sobre el sofá.
Cuando terminaría aquella pesadilla? Pensó viendo a su alrededor.
Poco a poco dejó que sus ojos se cerraran, deseando que al volver a abrirlos estuviera ahí... En su casa... En su habitación junto a su pelirroja favorita.

Contando tus pecas // RaliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora