Capítulo 4

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Christian

Christian arrojó su camisa lejos de él lleno de coraje, está sucio, huele a vómito, su novia posiblemente lo terminó y su padre no deja de burlarse de él, es más, puede escuchar sus risas por todo el lugar y eso lo hace enojar mucho más.

— ¡Es que no puedo creer que esa chica te haya vomitado!— Dijo su papá tomándose del estómago para seguir riéndose — ¡Es  horrible! —

Su papá no puede parar de reír, y tampoco es que sea un hijo celoso, pero le enoja que las sirvientas que recogen las cosas no dejen de mirarlo, le molesta sólo de pensar que tienen alguna fantasía con él, con su papá, más porque ese rey es de su mamá y de nadie más, por eso hizo que se fueran de inmediato.

— ¡Qué asco! — Dijo cabizbajo al tomar un poco de papel mientras se limpia el pecho y escucha él agua de la ducha, se siente sucio, pero sobretodo muy enojsdo  — ¡Estoy seguro que estoy olor no se me quitará jamás y todo por culpa de esa tonta perfumista! —

Su papá entrecerro la puerta del baño para que sus hermanas no lo vean así de molesto y sin camisa, porque todas esas niñas siempre están buscando al rey  por todo el palacio, así que su papá solto un suspiro para no reír.

— Eso te pasa por haber tirado todas sus cartas a la basura — Le dijo tratando de no burlarse de él — ¿Seguro que no las tienes guardadas debajo de tu cama? —

Christian respiró fuertemente  para no de vomitar y negó con la cabeza.

— ¡Mamá tiene que ayudarme, me siento horrible! — Dijo con las mejillas sonrojadas y la voz ahogada por el vómito — ¡No, no tengo ninguna maldita carta! ¿Además para que las quería? Sólo decían barbaridades porque Paria se las robaba a su tía y me parecen ridículos los corazones rosados, quizá por eso me hizo esto ¡Envenenó él perfume en venganza! —

Su papá no pudo soportar la risa se burló, fue tanto que Christian y los asesores  por un momento creyeron que se había ahogado de la risa, después su papá se pasó las manos por el cabello, repito hondo y lo miró con malicia.

— ¡¿Ahora qué haré papá?! — Pregunto furioso tratando de no vomitar, pero las ganas ahí están, maldita perfumista.

— Ve a su casa — Le contestó rápidamente

— ¿Quieres que su papá me maté? Quizá soy un príncipe, pero ese abogado me aterra —

Su papá solro una carcajada más fuerte y sus ojos se llenaron de una malicia que no conocía.

— Yo no dije que entrarás a su casa por la puerta, sino por la ventana —

— ¿Cómo un acosador? — Preguntó con el ceño fruncido

— No Christian, sino cómo un dulce caballero de medianoche — Su papá se alejó rápidamente cuándo escuchó el llamado de sus hermanas y le guiño el ojo divertido — Yo entre así y enamoré a tu mamá, de todos modos si llaman a la policía ¿Que pueden hacerte? Eres él hijo del rey —

Paris

Jamás había visto a su padre tan enojado, ni siquiera cuándo de pequeña se metía a su despacho para husmear en sus cosas o cuándo lo interrumpía con su mamá en sus actos de amor, su papá jamás se había enojado con ninguna de ellas y menos con los niños, hasta que su hermana London creció y todo se arruinó.

Por culpa de ella y su estrafalario novio la cena esta más tensa que nunca.

Y eso que su papá prometió no enojarse, pero esta más celoso que el diablo. Su mamá trata de aminorar el ambiente, London está más nerviosa que nunca y ella y sus hermanos no pueden evitar burlarse del rostro furioso de su papá, porqué esta ahí sentado y matando con la mirada al pobre médico de aspecto desaliñado que tiene el rostro horrorizado, él pobre invitado ni siquiera ha tocado nada de su comida.

Una Rosa De París (Saga Las Perfumistas Parte 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora