Paris
— ¿Paris? Paris llamando a tierra, ¡Paris! — Dijo su madre moviendo su mano delante de su rostro para llamar su atención — ¡Pareces enamorada, hasta con los ojos perdidos! —
Paris parpadeo varías veces para despejar la confusión de su mente y sonrió ampliamente avergonzada.
— Lo sonto mama, pero no estoy enamorada — Dijo alegremente tomando asiento en el alféizar de una de las ventanas de la perfumería — Solo pienso en Connor y nuestro trabajo —
Su mamá, y sus hermanas se rieron de ella con mucho entusiamo, su madre puso el letrero de cerrado en la puerta de la perfumería y se cruzó de brazos al verla a los ojos.
— ¿Crees que somos ciegas Paris? Ese chico es muy apuesto, guapo, elegante, con buen gusto para los trajes, alto, educado, inteligente y se nota que le gustas —
Paris se removio el cabello con nerviosismo y movio su mano restandole interes al comentario de su madre
— Claro que no, Connor solo es mi compañero de trabajo —
Su madre frunció el entrecejo, se inclinó sobre el suelo pata tomar una una canasta llena de flores y se la dio al momento.
— Entonces necesitó que vayas al palacio y le dejes estas flores a la reina, así dejarás de pensar en nuevos amores —
— ¡No! — Dijo con todas las ganas de soltar la canasta contra el suelo, pero claro qur no lo hizo, — ¡¿Y porqué no va London?! —
Su hermana se escondió detrás del mostrador y su madre comenzó a cortar los tallos de las rosas con desinterés.
— No puede cariño, London ni siquiera quiere salir de la perfumeria para que cierto príncipe no la vea y como tú eres la hermana mayor tienes que ir, vamos, ¡Ve! —
Paris soltó un gruñido molesta, se bajo del alféizar y aferró sus manos fuertemente a la canasta mientras sale de la perfumería con molestia y camina por las calles londinenses para llegar hasta el palacio de Buckingham, de todos modos esta a unas cudras de diferencia. Al llegar, cruzo el cerco lleno de turistas y esperó con paciencia a que los guardias le abrieran las puertas, pero como esta vez no va al palacio, al llegar a los jardines dejo caer la canasta en el pasto y tomó una gran respiración.
— Yo te ayudó — Dijo una dura voz a su espalda — La canasta esta muy pesada y podrías hacerte daño —
Pero le arrebato la canasta de las manos y fulminó con la mirada a ese hombre.
— No quiero tu ayuda, aléjate Christian —
Pero no se alejó, al contrario no le hizo caso como siempre y se acercó mucho más para quitarle la canasta de las manos, tiene los ojos azules muy brillantes, tanto cómo la claridad de la mañana, incluso enigmáticos por su color, y acompaña esa hermosura con una pequeña sonrisa burlona que tanto lo caracteriza, pero esté Christian es distinto, podría decir que más maduro y más hombre al Christian que ella conoció en el pasado.
Delante de ella no tiene a un niño consentido de papás, sino a un príncipe convertido en hombre.
— Vamos Paris, no seas testaruda, sólo te ofrezco mi ayuda, sólo eso, la canasta pesa demasiado, y se que eres fuerte, pero solo quiero ayudarte ¿Me dejarías hacerlo, por favor? —
Asintió molesta y lo fulminó con la mirada mientras lo ve caminar por los jardines sin miedo a que los sirvientes lo regañen.
— ¿Así que ahora estas con la hija del primer ministro? — Trató de preguntar con una voz delicada — ¿Son novios? —
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Una Rosa De París (Saga Las Perfumistas Parte 3)
RomanceParis Bellerose es una exitosa abogada de Londres y aunque todos creen que es un témpano de hielo, por dentro es tan delicada como una rosa, es experta en sanar los llantos de sus hermanas con tequila, de correr las novias a sus hermanos a golpes...