Capítulo 29

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Paris

— ¿Paris? Paris llamando a tierra, ¡Paris!  — Dijo su madre moviendo su mano delante de su rostro para llamar su atención — ¡Pareces enamorada, hasta con los ojos perdidos! —

Paris parpadeo varías veces para despejar la confusión de su mente y sonrió ampliamente avergonzada.

— Lo sonto mama, pero no estoy enamorada — Dijo alegremente tomando asiento en el alféizar de una de las ventanas de la perfumería — Solo pienso en Connor y nuestro trabajo —

Su mamá, y sus hermanas se rieron de ella con mucho entusiamo, su madre puso el letrero de cerrado en la puerta de la perfumería y se cruzó de brazos al verla a los ojos.

— ¿Crees que somos ciegas Paris? Ese chico es muy apuesto, guapo, elegante, con buen gusto para los trajes, alto, educado, inteligente y se nota que le gustas —

Paris se removio el cabello con nerviosismo y movio su mano restandole interes al comentario de su madre

— Claro que no, Connor solo es mi compañero de trabajo —

Su madre frunció el entrecejo, se inclinó sobre el suelo pata tomar una una canasta llena de flores y se la dio al momento.

— Entonces necesitó que vayas al palacio y le dejes estas flores a la reina, así dejarás de pensar en nuevos amores —

— ¡No! — Dijo con todas las ganas de soltar la canasta contra el suelo, pero claro qur no lo hizo, — ¡¿Y porqué no va London?! —

Su hermana se escondió detrás del mostrador y su madre comenzó a cortar los tallos de las rosas con desinterés.

— No puede cariño, London ni siquiera quiere salir de la perfumeria para que cierto príncipe no la vea y como tú eres la hermana mayor tienes que ir, vamos, ¡Ve! —

Paris soltó un gruñido molesta, se bajo del alféizar y aferró sus manos fuertemente a la canasta mientras sale de la perfumería con molestia y camina por las calles londinenses para llegar hasta el palacio de Buckingham, de todos modos esta a unas cudras de diferencia. Al llegar, cruzo el cerco lleno de turistas y  esperó con paciencia a que los guardias le abrieran las puertas, pero como esta vez no va al palacio, al llegar a los jardines dejo caer la canasta en el pasto y tomó una gran respiración.

— Yo te ayudó — Dijo una dura voz a su espalda — La canasta esta muy pesada y podrías hacerte daño —

Pero le arrebato la canasta de las manos y fulminó con la mirada a ese hombre.

— No quiero tu ayuda, aléjate Christian —

Pero no se alejó, al contrario no le hizo caso como siempre y se acercó mucho más para quitarle la canasta de las manos, tiene los ojos azules muy brillantes, tanto cómo la claridad de la mañana, incluso enigmáticos por su color, y acompaña esa hermosura con una pequeña sonrisa burlona que tanto lo caracteriza, pero esté Christian es distinto, podría decir que más maduro y más hombre al Christian que ella conoció en el pasado.

Delante de ella no tiene a un niño consentido de papás, sino a un príncipe convertido en hombre.

— Vamos Paris, no seas testaruda, sólo te ofrezco mi ayuda, sólo eso, la canasta pesa demasiado, y se que eres fuerte, pero solo quiero ayudarte ¿Me dejarías hacerlo, por favor? —

Asintió molesta y lo fulminó con la mirada mientras lo ve caminar por los jardines sin miedo a que los sirvientes lo regañen.

— ¿Así que ahora estas con la hija del primer ministro? — Trató de preguntar con una voz delicada — ¿Son novios? — 

Una Rosa De París (Saga Las Perfumistas Parte 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora