capítulo 10

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Respiración cortada y agitada. Nervios. Sudor.

Link despertó de la pesadilla que había tenido. Sus sábanas estaban pegadas a su ropa y le costaba respirar. En su mano izquierda brillaba la marca de la trifuerza como si se tratara de una vela. Era un brillo dorado y deslumbrante. Anker hizo un ruido en su cama, como molesto por la luz. El joven rubio ocultó su mano entre las mantas y pensó en aquel sueño donde le quitaban a todo lo que le quedaba. ¿Cómo estaría Eyzmel en casa de sus primos? Hacía mucho que no hablaban por lo cual no sabía si confiar o no.

Cerró los ojos y volvió a ver como el vacío robaba a Zelda de sus manos, seguida de su hermana y después aparecía aquel hombre. Ese hombre todavía desconocido.

A la mañana siguiente una joven llamó a la puerta de la habitación. Anker abrió la puerta.

_ Disculpad por molestaros…_ se sonrojó al ver a Anker aún sin camiseta_ Sr Guardián, llamaba por el nuevo, que es solicitado por el capitán de la guardia.

Link dormía plácidamente en su cama. Le había costado conciliar el sueño pero después de unas cuantas vueltas lo había logrado. Anker suspiró.

_ Le diré.

La sirvienta asintió, aún roja, y salió del cuarto.

Anker se sentó en la cama de Link y agarró la almohada que estaba en el suelo, acercándola al dormido.

_ Sería tan fácil… Tan fácil… _ rio_ Demasiado.

Golpeó con la almohada a Link en la cara, haciendo que cayera al suelo.

_ ¿Pero que rayos te pasa?_ dijo el otro mientras se levantaba del parqué_ Habíamos quedado como compañeros.

_ Te llamaban.

Link bostezó y se estiró.

_ De acuerdo.

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Zelda cerró el libro que estaba leyendo y lo dejó en la estantería de su cuarto. No era capaz de leer más sabiendo que Link podría estar en peligro por Anker. Bajó las escaleras y se lo encontró, sentado en el suelo, dormido.

_ ¿Link?

Al ver que este respiraba, se sintió aliviada.

_ Despierta, por favor._ le dio unos golpecillos con su pie.

Se despertó sobresaltado.

_ ¡El Capitán!

Salió corriendo de ahí, dejando a Zelda más confusa que antes. Cuando llegó fuera, un hombre robusto le vio, algo enfadado.

_ ¿Esa es la impresión que quieres dar?_ preguntó entre dientes.

Era un hombre alto y ancho, como Anker, solo que este debía tener cuarenta y pico, no como los dos guardianes. Tenía barba de una semana, y estaba canosa. Su pelo era color rubio ceniza y  la cara se encontraba marcada por pequeñas cicatrices debidas a antiguas luchas. Su rostro expresaba la dureza del campo de batalla. Llevaba el uniforme de la guardia con algunas protecciones de más.

_ Bueno, bueno. Así que tú eres el nuevo.

Link asintió, algo intimidado. Ese parecía el de su sueño, solo que no era tan oscuro como se mostraba.

_ ¿Qué?_ preguntó el capitán de la guardia_ ¿No tienes lengua?

_ Sí que tengo, señor…

_ Me alegro. ¿Tienes algún arma?

Link volvió a asentir.

_ Iré a buscarla.

Un rato después llegó a su habitación y vio entre su equipaje.

_ Nunca pensé que la volvería a usar_ sacó el objeto envuelto en la sábana que tanto había intrigado a Zelda y a Eyzmel_ Hasta ahora.

Salió de la habitación con la espada en la mano. Relucía a pesar de los años sin uso. La Espada Maestra, aquel arma capaz de repeler el mal, aceptaba a un vulgar ladrón. Sonrió para sí, ya que en el fondo sabía que no estaba corrompido del todo porque la espada le dejaba ser empuñada. Los guardias le veían, sorprendidos. ¿La espada maestra?

Ni Link sabía como aquella arma había llegado a su familia. Solo llevaba en ella mucho tiempo.

El capitán cuando le vio, vio preocupado hacia él.

_ ¿Qué haces con eso?

_ Es mi espada.

_ Buena espada._ soltó_ Algo vieja. ¿Sabes usarla?

_ Hace tiempo que no peleo con espada, señor. Cuerpo a cuerpo sí tengo más ventaja.

Anker vio desde lejos a Link. Odiaba que aquel nuevo en el castillo tuviera la legendaria espada. Le parecía estúpido e irónico. Alguien tan patético para él, poseer algo tan imponente. Veía los entrenamientos, como Link esquivaba y enseñaba sus tácticas. Era bueno, pero no tanto como él, así que eso le dio ánimos.

El sol ya se encontraba en el centro del cielo cuando Link salió del jardín y cogió su carta para Eyzmel, preguntando como llevaba su estancia allí. La princesa seguía sus pasos, siguiéndole.

_ ¿Qué le pareciste al Capitán?

_ Algo flojo.

Ella se rio.

_ El capitán es muy exigente. Me trata como a su hija muchas veces. Él y mi padre eran grandes amigos.

Link agarró la mano de Zelda.

_ ¿Qué tal llevas su pérdida?

_ Fue hace tres años. Ya lo tengo superado.

Él le sonrió, apenado.

_ Mi madre murió poco después de tener a Eyzmel. Después mi padre murió cuando yo tenía trece, por eso fui aquí en busca de trabajo.

Comenzaron a andar, saliendo del recinto del castillo y llegando a la ciudadela.

_ ¿Cuánto tiempo podrás aguantar?_ le preguntó Link, metiendo la carta en el buzón más próximo.

Zelda vio hacia él, extrañada.

_ ¿A qué te refieres?

_ Ya sabes._ sonrió_ Fingiendo que no nos veíamos desde hace mucho y que somos amigos.

_ Aquí al que le va a costar más es a ti. Eres tú el que tiene que dormir con un hombre.

Link rio y se pasó la mano por el pelo, despeinándolo.

_ Ya… Disculpa el decirlo pero Anker no me inspira confianza.

Se sentaron en un banco de la fuente central de la ciudadela. La joven princesa, ataviada con un vestido normal, aún temía el ser descubierta como la heredera al trono.

_ No van a enterarse que eres Zelda. No saben bien tu aspecto, y menos si vas con ropas comunes. Deja de marearte tanto.

Ella se dejó envolver por los brazos de Link, que la atrajeron hacia su cuerpo.

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El capitán de la guardia dejó su espada encima de la mesa del cuarto. Se sentó en la silla más próxima que tenía, cansado. Aún no podía creerse que de todas las personas del mundo tuviera que encontrarse a él. Link.

_ No puede ser él_ se dijo en voz alta_ Debió encontrar la espada en algún lugar. De no ser así, entonces, ese joven sería…_ se tapó la cara con las manos_ ¿Mi hijo?

trifuerza corruptaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora