Capítulo 20

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No daba encontrado a Link. Ya había buscado por los alrededores del castillo y no aparecía. Los pies le comenzaban a pesar por llevar tanto tiempo paso acelerado, y su vestido cada vez estaba más pegado a ella.

Zelda paró. Desde hacía rato Link no aparecía. Con la última persona que había hablado era el Capitán, y este no sabía hacia donde había ido.

"Link. Eyzmel llegará en cualquier momento. Aparece ya, por favor", pensó para sí misma. Había buscado cada sitio posible donde Link podría haber ido. Se rindió, sentándose en la silla de la habitación donde recientemente había entrado. Ya aparecería.

Unos minutos después, volvió a su habitación. Allí, sentado en el bordillo de la ventana, estaba Link. El joven veía hacia las nubes. Zelda recordó la última vez que lo viera allí, cuando él volviera con una flor en la mano. Se acercó lentamente y le acarició el pelo.

Link sintió reconfortante el tacto de la mano de su prometida. Agarró la mano de la princesa y la besó.

-Querido- le susurró Zelda, preocupada-. ¿Qué te ocurrió? Te estuve buscando por todas partes.

-No fue nada- dijo sin girarse-. Solo quería estar un rato a solas.

Ella le abrazo por la espalda, apoyando su cabeza en el hombro de él.

-El capitán de la guardia me lo contó. No hace falta que me lo cuentes. Sé que noticias así suelen tomarse mal.

- Bastante mal.

Zelda se apartó para dejarle girarse. Se volvió a sentar en la ventana, pero viendo hacia la joven. No tenía una expresión de estar afligido, pero sabía disimular sus emociones.

Ella le acarició la mejilla, sonriendo débilmente. Link la acercó hacia él y la besó. Fue un largo beso, hasta que ella se apartó ligeramente.

-En cualquier momento Eyzmel llegará. Debería cambiarme.

Link la tenía aprisionada entre sus brazos.

-Después-dijo serio- Mi hermana puede esperar.

Debía de haber pasado media hora desde que Eyzmel llegara cuando Link se presentó. Zelda ya había llegado antes, y cuando Link se acercó hacia ella, esta le abrazó.

-¿Y... qué tal os encontráis?

Eyzmel parecía extrañada por la expresión de Link. Normalmente este sonreía, aunque solo fuera un poco.

-Debemos contarte que estamos prometidos. Espero que como única familiar de Link cercana lo aceptes.

-Eh... Vale. ¿Habrá comida en la boda?

-Claro...- respondió Zelda, extrañada.

-Entonces iré. No me gustan las bodas donde no dan nada de comer. Hablando de eso, tengo hambre. ¿Cuándo será la boda? Si es dentro de unos meses, no estoy segura de si podré ir ya que tengo que ayudar a mis tíos en su residencia, pero claro, siempre me podéis invitar a vivir aquí- cogió aire- Espero no llorar, porque en las bodas suelo llorar. Ay... ¡Es que son tan bonitas! Pero voy solo si hay comida, que conste. Miraros. Que pareja más linda hacéis. Ya que la belleza de Zelda eclipsa la cara... de Link, todos contentos. ¿Quién se iba a imaginar que el pajille...?

Link le tapó la boca.

-Está bien. Es suficiente.

- ¡Pues menos mal que no empecé a hablar de lo que encontrara en tu habitación!

El joven la agarró, llevándola en brazos.

-La llevaré a la habitación. Está delirando.

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Llevaba unos días planeando como poder entrar en la ciudadela sin que los guardias le vieran. De noche no podía ya que las puertas levadizas de la entrada no dejaban el paso. Habría que ser muy habilidoso y ágil para no caer en el foso que había, cosa que él no era.

Anker sabía que debía entrar de día, y si lo hacía no le dejarían ya que en todas las puertas había por lo menos dos guardias vigilando cada entrada. Tendría que usar a alguien, un cómplice, algo. Debía esperar el momento oportuno para abalanzarse sobre su presa. Unos días podría esperar.

Habían pasado tres semanas aproximadamente desde que se fuera. ¿O tal vez fueran más? No estaba seguro. Solo quería mostrarles una sorpresa a ellos dos. Algo que no se esperarían.

Había estado meditando desde entonces. Pensaba para sí que es lo que consiguió en Link enamorar a Zelda. Se le ocurrió que quizás la trifuerza del valor que portaba en su mano. El héroe de antaño la tenía, y siempre complementaba con su princesa. ¿Por qué no ahora? Era lo que debía de conseguir. Si obtenía la trifuerza del valor, quizás Zelda se enamorara de él. No sabía como, por desgracia, así que ya improvisaría.

_ ¿No crees que un vestido blanco es muy clásico?

_ Pero a mí me gusta. ¿Tú crees?

Eyzmel asintió.

_ Todo el mundo lleva vestido blanco. ¡Tú eres la princesa! Pon diferencia y lleva un vestido naranja. ¡Naranja! Lo sé. Sé que es una brillante idea.

La joven gobernante se cubrió la cara con las manos.

_ ¿Enserio? ¿Naranja?

_ ¡Sí! Imagínatelo. Tú entrando en escena. La música, procedente de un laúd y una flauta de pan...

_ Prefería un arpa.

_ ¡No me interrumpas! Las flores, esparcidas por el suelo: Rosas, Orquídeas, Crisantemos... Y llegas a la capilla con tu vestido naranja, llamando la atención. ¡Y Link también de naranja! ¡O marrón!

Zelda agarró a Eyzmel por los hombros y la zarandeó.

_ ¡Calma! Te estás emocionando demasiado. Es mi boda, no la tuya. Lo siento.

_ Pues tú te lo pierdes..._ se levantó del banco del jardín_ Si me disculpas, tengo que irme.

_ ¿A dónde?

_ Al escusado, o baño. Como prefieras.

Mentía. Estaba de mal humor.

_ Vuelvo en un rato.

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Su cuerpo se estremecía de solo pensar en que la próxima persona que saliera fuera de la ciudadela sería su cómplice. Parecía que nunca saldría nadie, así que mientras repasó mentalmente su plan.

No parecía tener fallo. Debía matar a quien no le dejara llegar al castillo, aunque fueran compañeros de trabajo como los guardias.

Una joven salió de la ciudadela con tranquilidad. Llevaba una jarra en la mano, por lo que supuso que iría a coger agua o algo así. Esperó hasta que ya estaba alejada de la muralla y se acercó sigilosamente. La rodeó por la cintura con su brazo y le tapó la boca. En su mano derecha tenía un puñal y lo acercó al cuello de su víctima.

_ No grites, por favor_ le susurró_ No te voy a hacer daño. No quiero nada tuyo, solo que me ayudes. ¿De acuerdo?

La joven asintió, asustada.

_ Genial. Necesito que distraigas a los guardias. Haz jaleo, como diciendo que viste un cadáver. Venga... Hazlo por mí. Si lo haces bien la próxima vez que nos veamos te recompensaré. Ahora, solo tienes que gritar, pero si me delatas, morirás. ¿Está claro?

La soltó, dejando que se incorporara. Ella se acercó a los guardias e hizo lo que él le había pedido. En un despiste de la seguridad, entró en la ciudadela.

_ Primera fase superada. Solo queda el castillo.

trifuerza corruptaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora