25. Come Back When You Can

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2:57 “Vuelve, te ayudaré a estar de pie...déjalo ir y toma mi mano. Si todo lo que querías era a mí, te daría menos. Así que vuelve cuando puedas” —Barcelona.


ASHLEY

Nadie tiene idea alguna de lo mucho que puede llegar a doler tu trasero luego de trece horas de viaje en una Van Hippie, con tres chicas demasiado locas para su propio bien, y una memoria USB llena de música de rock clásico gracias a que la conductora elegida perdió las demás cuando paramos a comer algo.

Y, oh, los sándwiches de mantequilla de maní siempre son la mejor opción para un viaje tan largo, créanme.

Nueva York es un caos en esta época del año, el tráfico es tan impresionante que, a pesar de llegar en la mañana, son las tres de la tarde y no hemos avanzado ni un poco. A las cinco de la tarde, mi cabello comienza a caerse más rápido de lo normal debido al estrés que tengo.

Nada salió como lo planeamos, se suponía que llegaríamos un día antes del festival, pero nuestro viaje se retraso por culpa de una llanta desinflada. Ahora, solo ruego de que podamos llegar a tiempo.

El tráfico avanza, y media hora después, Max deja la Van en algún lugar de la calle cerca del parque donde se celebrará el concierto, junto con el resto de los vehículos aparcados alrededor.

Bienvenidos al festival Cambray Locke Rock


Hay cuatro entradas, pero nosotras nos apresuramos a la más cercana, a pesar de la enorme fila que hay. El festival es para todo el público, y al no tener que pagar nada por escuchar a las bandas, no está de más decir que esto se llenaba muchísimo. La fila nos toma otra hora, y sudada, con mi cabello atado en dos trenzas debido a que no supo comportarse en el camino, empiezo a desesperarme.

—Tranquila, Jay dice que los chicos todavía no tocan —me anima Max a mi lado en la fila, chocando su hombro con el mío.

—Al menos, porque no atravesé medio país para perderme de su concierto —dice Nicol.

Aly resopla, frotando sus manos en sus guantes color lila.

—Te apoyo.

Miro a las tres chicas, con expresiones de preocupación iguales a la mía. Abro mis brazos, juntándolas a todas en un abrazo grupal.

—Son las mejores amigas que una chica podría pedir —declaro, ellas me devuelven el abrazo con la misma fuerza.

Max se ríe por lo bajo.

—También las quiero, pero no nos hemos bañado desde ayer y apestan un poco.

—¡Por culpa de alguien que se quedó dormida! —apunta Aly.

—Oh, señor, la convivencia, la convivencia —murmuro en silencio.

Finalmente, entramos. No perdemos un segundo más y tomamos rumbo hacia las tiendas de campaña donde se suponen que están los artistas. Jay y Joe, el hermano mellizo de Tom, nos esperan con nuestras entradas VIP que Maxim mandó para nosotras. Cuando llegamos, no veo a mi amigo por ninguna parte.

—¿Dónde se metió?

—No tengo idea —respondo.

Nicol se alza de puntillas sobre sus botas de plataforma, escanea todo a su alrededor y luego agita su mano a mis espaldas.

—¡Ahí está! ¡Oye, culito sexy!

Inesperadamente, el grito de mi amiga llama la atención de Jay y dirige sus ojos verdes hasta donde estamos paradas. Corre hacia nosotras, con su hermano siguiéndolo. Tom y Joe pueden ser mellizos, pero si el bajista no tuviera su cabeza rapada no podría diferenciar a uno del otro. Él nos dedica una mirada amistosa.

Tres canciones para Ash ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora