16. Lay Me Down

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0:55 “¿Puedo tumbarme a tu lado? Junto a ti, y asegurarme de que estás bien, cuidaré de ti. No quiero estar aquí, si esta noche no puedo estar contigo” —Sam Smith.


NEAL

Siempre he sido un chico de besos. Me gusta besar. Para mí, besar era incluso más emocionante que el sexo. La anticipación, el respirar el uno sobre la boca del otro, lamer, morder. Un beso es la única cosa en el mundo capaz de despertar todos mis sentidos. Pero besar a Ashley es una experiencia completamente diferente.

Solo un roce…y supe que mi sabor favorito de ahora en adelante sería el de su boca. Odié cada minuto que se me negó tener sus labios sobre los míos.

Ella tira de mi cabello, presionando sus pechos contra mi propio pecho y encendiéndome instantáneamente. Sin pensarlo, tomo una de sus piernas y la enrollo en mi cintura, apoyándola contra la puerta. Sus labios se abren con un jadeo, y aprovecho para lamer su labio inferior y tantear la entrada. Cuando su lengua toca la mía, un gruñido emerge de mi garganta.

Esto lo es todo.

Ashley sabe a manzanas y canela, a días de sol en la playa, a hogar. Siento que me ahogo mientras seguimos besándonos, explorándonos, moviéndonos en sintonía. En la nube de placer que nos envuelve soy capaz de distinguir los pasos de Levi en las escaleras, y sé que tengo que dejarla ir.

Hace un sonido lastimero cuando me alejo, antes de abrir sus brillantes ojos azules en mi dirección.

—Levi —le digo, casi sin aliento. Ella asiente, pero no se aparta. No he terminado con ella todavía, y tiene que saberlo. Me inclino y murmuro sobre su oído: —Después.

Levi viene arrastrando los pies, con una manta envuelta a su alrededor y la nariz tan roja como un reno de Navidad. Ha estado de esa manera durante dos semanas, tosiendo y gastándose casi tres cajas de pañuelos. Casi me volví loco del miedo al ver que no mejoraba, pero el doctor le había recetado un nuevo medicamento para la gripe. Parecía funcionar.

—Odio tener gripe. Podría arrancarme la nariz y todavía no sentir nada —gimotea, abrazándose a mi cintura. Paso mis manos por su cabello, arrullándolo.

—Necesitas tu nariz, Levi.

—Claro que no —gruñe —. Voldemort no la necesitaba.

—A Voldemort no le hicieron un pie de manzana. Así que sí, la necesitarás.

Levi levanta la cabeza, y mira a Ash.

—Hola Levi —sonríe ella —, ¿cómo te sientes?

—Al menos no tengo que ir a la escuela —se aparta de mí y, sorprendiéndonos a ambos, está vez enrolla sus brazos alrededor de la cintura de Ash —. ¿Preparaste un pie?

Abrazándolo de vuelta, asiente —. Si. ¿Quieres probarlo?

Recojo el postre del suelo, avergonzado por mi necesidad de sentirla cerca y lo poco que me importó hacer otra cosa que no fuera atraerla a mis brazos. El pie de manzanas de Ash es la mejor cosa que he comido, esponjoso, suave y se derrite contra mi lengua. Levi ofrece darle toda su colección de carros a cambio de hacernos este mismo pie por el resto de nuestras vidas mientras los tres estamos sentados en el sofá, y nunca he estado más de acuerdo con el pequeño demonio. Ash se echa a reír, inundando todo el lugar con su alegre y descoordinada risa. Desearía que este momento durara para siempre.

Absolutamente saciado, relamo mis labios.

—Iré a darme una ducha —les digo. Ash está acariciando el cabello de Levi mientras éste ya está roncando en su regazo. Ella enfoca su mirada en mí, elevando las cejas.

Tres canciones para Ash ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora