4. Change Your Name

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0:34 “Quiero conocerte como conozco todos los caminos de vuelta a casa”—Brett Young.

NEAL

Es la cuarta vez que arruino un simple pancake en toda la mañana. ¿Cuántas veces puedes hacer mal un pancake antes de rendirte completamente? No tengo idea, pero estoy tentado a la idea de tomar el cereal y la leche a este punto.

Pasos resuenan en las escaleras y levanto la vista para ver al pequeño niño de doce años que se mueve como un zombi con apenas un ojo abierto.

—Buenos días amiguito.

—Buenos días —responde, luego mira la torre de pancakes quemados en la encimera de la cocina—. ¿Quiero preguntar?

Niego.

—Entonces supongo que comeremos cereal, de nuevo.

Asiento. Soy un terrible cocinero para algo que no sean brownies y galletas, pero hago mi mejor intento si eso significa sacar una sonrisa a este demonio disfrazado de niño.

—Lo siento —digo, revolviendo su cabello castaño que ahora le roza los hombros. Demonios, ¿en qué momento creció tanto? —. Prometo traer pizza para la cena, solo si haces todos los deberes y prometes llegar temprano a clases.

—Siempre hago los deberes, no es mi culpa que la cama tenga ese hechizo mágico para hacerme dormir hasta tarde.

Miro el reloj que cuelga en la pared frente a mí.

—Bueno, hechizo o no, tienes diez minutos para bañarte y cambiarte —sonrío y veo como sale corriendo de la cocina—. ¡Y péinate!

—¡Peinarse está sobrevalorado!

Jesús, los niños son un caso serio. Se parece tanto a mí que a veces me asusta, sin embargo, también me hace sentir orgulloso. Levi no ha tenido la mejor infancia de todas, aunque es amable y listo, los niños siguen haciendo preguntas sobre nuestros padres. Burlándose de él por no tener unos. Le jalaría las orejas a cualquiera de esos mocosos, pero tengo veintiuno y debo demostrar que soy un adulto “responsable” ahora.

Como todos los días, Levi y yo subimos a mi camioneta negra a las nueve en punto en dirección a la escuela comunitaria de Pelton Vill. No es muy grande, ni mucho menos bonita, pero al menos tienen profesores decentes, y un gran equipo de fútbol del cual hace parte como portero. Lo dejo en la entrada de la escuela y él se apresura a entrar cuando le grito que lo quiero, avergonzado de mí.

El muy desconsiderado.

Me mantengo ocupado la mayor parte del día, componiendo nuevas canciones para la banda, limpiando la casa y dándome una ducha cuando el sudor empapa mi camiseta. Al salir, me doy cuenta de que tengo cinco llamadas perdidas de Dave, mi jefe.

Mierda.

Marco el número de vuelta y responde al tercer tono.

—Chico, ¿cómo has estado? —pregunta calmadamente. Dave tiene ese tono que te recuerda a un padre protector, y desde hace un año cuando comencé a trabajar en el bar, no ha hecho más que comportarse como uno conmigo.

—Bien. Estaba en casa y vi que llamaste, ¿pasó algo?

Se toma un momento antes de responder:

Tres canciones para Ash ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora