Domingo.
Jungkook y Taehyung entraron a la casa del menor quitándose los zapatos entre risas que eran ahogadas por sus propias manos, buscando no hacer el suficiente ruido para despertar a sus padres.
El mayor se preguntaba mucho si era correcto hacer lo que sea que estaba haciendo con el travieso Tae en la casa de sus suegros, pero el alcohol no le permitía llegar a una conclusión que fuese razonable.
Solo quería seguir tocando la suave piel del castaño, olisqueando el aroma a moras de ese hermoso cabello lleno de rizos y besando los rechonchos labios más deliciosos que había probado en toda su vida.
Pero la embriaguez llegaba hasta el punto en el que seguía preocupándose por la comodidad del muchacho de sus sueños, así que tomó entre sus manos el rostro de Taehyung otra vez para que los ojos color miel de su novio miraran directamente los suyos.
El menor estuvo desorientado por un momento porque el pelinegro le había interrumpido en el medio de una sesión de besos en la mandíbula que se había llevado casi toda su atención. Sus ojitos estaban enormes, acuosos.
— ¿Enserio quieres esto? Puedo esperarte. Te esperaré todo el tiempo que sea necesario, bebé.
Taehyung lamió sus propios labios con sabor a fresita -por el humectante que se colocaba cada tanto y que a pesar de los besos aún se conservaba un poco en sus belfos- y alcohol, para luego acercarse y lamer los labios de su jefe con una sonrisita hermosa.
Dios, Jungkook sentía que podía morirse si el castaño seguía así. Se palpaba a sí mismo tan caliente por unos escasos besos que podía volar como un maldito globo aerostático.
El doncel no estaba mejor, tampoco.
Pero ese era el efecto que creaba cada uno en el otro, el deseo y el cariño que sentían por el contrario.
— ¿Crees que puedas ser silencioso, hermoso? — Preguntó a dos centímetros de aquellos labios rojos por los mordiscos que se había encargado de dejarle en casi todo el camino.
La hacienda estaba en una especie de granja a las afueras de Daegu así que le había tocado apartarse de esos bellos labios mientras conducía los tramos que los taxis no hacían a esas horas de la madrugada.
— Créeme que lo que más quiero ahora es estar en esa cama a toda tu disposición, pero tus padres están en casa y no sé si sea adecuado hacerte todo lo que tengo en mente con ellos escuchando.
— Podemos averiguarlo, hyung.
Ay, diosito.
Taehyung se acercó para cerrar la pequeña distancia que los separaba y Jungkook tomó entre sus manos las caderas del muchacho para levantarlo hasta que él le rodease con sus piernas.
Y el beso... carajo, el beso era más increíble de lo que lo habían sido todos los anteriores. No sabía si era porque con cada uno que pasaba ambos conocían más cómo le gustaban al otro los movimientos, cómo usar la lengua, o si era porque sencillamente todos eran con la persona que le gustaba, pero estaba muriendo.
Le encantaba, Taehyung enserio le encantaba a Jungkook. Cada parte de su cuerpo, cada parte de él, en todos los sentidos, sentía que había sido hecha para encajar con las suyas.
Pensaba que el menor era sol, y él era luna. Si Taehyung era cálido, Jungkook era frío.
Y le encantaba que fuese así, que encajasen, que fuesen hechos el uno para la medida del otro. Eran complementos que se unían y que formaban algo hermoso.
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Boss | KookTae
Romance♡ Taehyung es el secretario de Jeon Jungkook, y se pregunta por qué rayos su jefe le odia. Es que sí... Jungkook odiaba que le llevara café caliente todas las mañana, así como a él le gustaba. Odiaba que le recordara siempre sobre sus reuniones. Od...