Taehyung estaba cansado. Había sido un día completamente largo en la oficina y lo único que quería hacer era poder llegar a su camita y descansar todo lo que pudiese.
— ¿Hola? ¿Bebé? ¡Tanie, ya estoy en casa!
Taehyung dejó de lado su maletín del trabajo, estirándose un poco antes de quitarse los zapatos negros y muy bien lustrados que siempre acostumbraba a vestir. Dejó el lindo llavero que le había regalado su madre de cumpleaños en la mesita que estaba en el recibidor del pequeño apartamento que compartía por el momento con su perrito y se soltó la apretada corbata que había tenido que usar todo el día por las reuniones importantes que tenía junto a Jungkook en la mayor parte del mismo.
Se adentró en la pequeña casita y se tiró en su magullado sofá por unos momentos, pensando en nada pero a la vez pensando en todo.
¿Era normal que le doliera de esa manera la espalda con tan solo 25 años? Se sentía un anciano con tantas preocupaciones del trabajo, con tantos ajetreos personales y con tantos dolores corporales.
— ¿Tanie? — Pero si había algo que no le parecía completamente normal, era el hecho de que el lindo perrito marrón que tenía por mascota no se hubiera acercado todavía a saludarle como hacía todos los días cuando llegaba a casa del trabajo.
Se levantó del sillón y se dirigió a la habitación, demasiado extrañado de que su pequeño aún no apareciera.
Pero antes de que pudiera entrar al dormitorio, en el pasillo, se escucharon unos pequeños sollozos que provenían de la puerta entreabierta del cuarto de baño y terminó de abrir la puerta con un golpe tembloroso para ver qué era lo que sucedía allí adentro.
Yeontan estaba hecho bolita en una esquina del baño acurrucado junto a una de sus camisetas, de esas que siempre bajaba del cesto de la ropa sucia cuando él no estaba en casa.
El castaño se agachó con rapidez, se sentó al frente de la mascota y trató de rodearlo con sus manos. Se detuvo cuando notó que al tocarlo hacía que el canino se sintiese peor y que sus chillidos se volviesen cada vez más agudos.
Le dolía escuchar como el perrito sollozaba cada vez más fuerte. A Taehyung se le aguaron los ojitos al ver como su pequeño chillaba desconsoladamente en el piso tan frío y húmedo que había en el baño.
— ¿T-Tanie? Dios, no...
No, no, no.
Lloró, no sabe por cuánto, observando cómo una de las pocas cosas que había amado tanto en la vida se le iba cada vez más de las manos en tan solo minutos. Segundos.
¿Pero cómo no lloraría? Si ese perro había sido y era su ángel. Taehyung se había sentido afortunado desde el primer momento por tener a ese hermoso perro a su lado, y por haber cumplido todos sus sueños a su lado desde que era apenas un niño, un niño que acababa de perder a su hermano y que se sentía solo en el mundo... El estarlo perdiendo también en esos momentos era doloroso, agobiante.
Las paredes del baño parecían cerrarse a su alrededor, arrinconándolo y generando una enorme presión en el pecho que solo fue apaciguada en el momento en el que notó que el hermoso perrito con brillante pelaje castaño había dejado de sollozar. Y de moverse.
Lloró más fuerte.
— Te amo, Tanie.
Él no podía estar más agradecido con Yeontan, por haberlo salvado, por todo... Pero no, aunque estuviese feliz por haberlo tenido en su vida por tantos años, no estaba y nunca estaría listo para dejarlo partir.
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Boss | KookTae
Romans♡ Taehyung es el secretario de Jeon Jungkook, y se pregunta por qué rayos su jefe le odia. Es que sí... Jungkook odiaba que le llevara café caliente todas las mañana, así como a él le gustaba. Odiaba que le recordara siempre sobre sus reuniones. Od...