Capítulo 5

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3 días después de que el cometa apareciera en el cielo, la “Comisión Internacional para la Defensa Planetaria”, un organismo hasta entonces secreto, salió a la luz.

En la misma sala de prensa donde apenas hacía un año se recibió la primera señal de la ESS Prometheus Réquiem, ahora, la misma persona daba un mensaje no tan inspirador.

Por el contrario, el aspecto de Enrique no podía ser más opuesto al mensaje que iba a dar. No había rastro de sus ojeras, parecía rejuvenecido y su habla era muchísimo más fluida y, por así decirlo, alegre.

“Como pueden ver, el cometa ISON2 tiene una de las colas más largas que hemos podido observar… y la razón es esto.

Enrique usó unos comandos que había en su atrio y unos parámetros hasta ahora ocultos, se fueron destacando uno por uno.

-Como pueden ver, es muy pequeño, de apenas 100 metros de diámetro y posee una curiosa forma de flecha… Bien, esa forma no es natural. Es artificial.

En segundo lugar, los datos sobre su proximidad son completamente falsos. Se encuentra a un mes-luz de nosotros y se acerca a más o menos, el 30% de la velocidad de la luz. Está frenando.

-¿Cómo demonios puede frenar un cometa?-preguntó un reportero.

Enrique, guardándose sus pensamientos para sí y lamentandose de que no mandaran a reporteros más inteligentes, dijo:

-Cómo ya he dicho, no es un cometa, es una nave espacial. Y frena mediante un paracaídas Bussard. Es decir, tiene previsto detenerse aquí.

Un murmullo general recorrió la sala.

-Llegará en 3 meses-continuó diciendo Enrique. Tras esto, se retiró.

En las calles, la noticia produjo mucha agitación… Por suerte, las fuerzas de seguridad estaban preparadas.

Enrique cogió el helicóptero que le esperaba en el tejado del edificio y dejó el edificio de la ONU lo más rápido que pudo.

El helicóptero no lo llevó muy lejos. El portaaviones recién terminado “Dédalo” se encontraba a pocas millas de Nueva York.

Cuando divisó aquello por la ventana del helicóptero, no pudo sentir más que orgullo.

El Dédalo, bandera de la Unión Europea, era el portaaviones más grande del mundo. Superando incluso al primer portaaviones nuclear del mundo, el Enterprise.

Con sus 500 metros de eslora y su configuración de doble casco, el Dédalo era una fortaleza flotante.

EL helicóptero aterrizó limpiamente a pocos metros del AER-32, que debía llevar a Enrique de vuelta al CLE en menos de 2 horas.

Enrique no podía estar más que feliz de que esta ocasión le diera la excusa para usar un AER. Su sueño de la infancia era ir al espacio, y pese a estar años trabajando en el sector espacial nunca pudo cumplir su sueño… Hasta ahora.

Dentro de la cabina de pasajeros había algo mejor aún.

-¡Olga!

Durante los últimos meses, desde que Andrea se había ido, ambos se sintieron libres para volver a verse. Y Enrique no desperdició ninguna ocasión.

Se sentó junto a ella y el avión despegó.

Durante los 15 minutos que el avión tardó en llegar a los 35 kilómetros de altura, no hablaron. Solamente se miraron, se besaron y abrazaron. Las palabras no eran necesarias…

Literalmente.

Cuando la luz roja de la cabina se encendió, ambos volvieron a sus asientos y se abrocharon los cinturones. 2 minutos después, una inmensa aceleración los comprimió en sus respectivos asientos. Los cohetes se habían encendido.

5 minutos más tarde, la gravedad comenzó a debilitarse y ambos se desabrocharon, se abrazaron y flotaron.

No necesitaban hablar… Tenían… mejor dicho, Olga tenía algo mejor que el habla.

“Vuelve conmigo, por favor, Olga, volvamos a vivir juntos.”

“Sabes que no puedo, podríamos poner en peligro todo…”

“Todo lo que tenía que hacer está hecho y ya no puedo soportar más la vida sin ti… Y tú tampoco. Lo sé, lo he visto. Andrea ya no vive conmigo, ya no hay riesgo de que pueda despertar por tu culpa… Por favor, te necesito.”

“Está bien, sabes que nunca he podido negarte nada…”

En ese momento, la luz roja comenzó a destellar y la alarma sonó y ambos tuvieron que regresar a sus asientos. Olga cortó el enlace y ambos se prepararon para el aterrizaje en el CLE.

El CLE era bastante distinto de lo que era o parecía ser hace menos de un año. Los tres enormes cañones de raíl para defensa antiaérea estaban siempre preparados para destruir cualquier proyectil entrante, una enorme estructura con un fin desconocido se estaba construyendo a poca distancia. Cada 24 horas o menos, un gigantesco cohete reutilizable Falcon XR de la empresa SpaceX alzaba el vuelo seguido poco después de un cohete UMBRA de 180 toneladas.

En poco más de 2 meses y una inversión de más de un trillón de euros, el mundo estaría completamente protegido de cualquier ataque, ya sea venido del espacio o de la superficie, gracias a la estaciones Polyus 2.

“Sea lo que sea lo que venga hacia aquí, estaremos preparados.”

Enrique no se dirigió al complejo, al contrario, cogió a su mujer en brazos, uno de los coches del garaje y antes de irse a su casa, dejó el encargo de que no se le molestara a no ser que esa cosa que venía hacia aquí hiciera algo.

La mala suerte quiso que Enrique fuera interrumpido.

Cuando descolgó el teléfono de su habitación y contestó con el “qué sucede” más alto y enfadado que pronunció en su vida, al telefonista casi le da un infarto, pero en cuanto consiguió decir que le pasaba, Enrique se alteró aún más.

Aurora’s Rising, órbita de Marte.

La Prometheus Réquiem parecía pequeña en comparación con el gigantesco transporte al que estaba acoplado, que era el doble de grande que el potente remolcador. Para cuando ambas naves se reunieron sobre el planeta Rojo, algún cambio ya era percibible con los sofisticados instrumentos científicos que el transporte llevaba.

John, Linda y el pequeño bebe que Linda portaba en sus brazos debían ahora tomar una decisión: Unirse a los colonizadores o usar su nave, (con el ordenador y el reactor nuclear reparado ya) para volver a casa.

Linda deseaba volver cuanto antes a su casa, ver a su familia y casarse formalmente, según la tradición de su pueblo y bautizar a su hija.

John, por otra parte, pensaba que lo mejor sería quedarse allá, contemplar el nacimiento de un nuevo planeta, una nueva colonia y una nueva sociedad.

Finalmente, tras la discusión más fuerte que ambos habían tenido y como era natural en todas y cada una de ellas, Linda ganó.

Ahora, tras trasvasar el combustible que no era necesario a los vehículos de descenso de la Aurora y despacharles a ellos las dos armas nucleares que seguían acopladas a la nave, la Prometheus se estaba desacoplando y poniendo rumbo a ese azulado y brillante punto de luz.

Tras haber ejecutado la maniobra que los catapultaría a la Tierra, John no pudo hacer más que dirigirse a la sala de observación y allí, como testigo de su equivocación, un siniestro cometa brillaba en la inmensidad del espacio.

La Jaula de EinsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora