Epílogo y Nota del Autor, agradecimientos.

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Este epílogo se halla también publicado en wattpad como un libro aparte. Fue la primera parte de la historia que cree: el final.


Antes me gustaría agardeceros a todos los que habéis leído este libro, el haberos tomado el tiempo de hacerlo. En especial, me gustaría agradecer a todos aquellos que han hecho posible este libro, que han aportado su granito de arena. Ayudándome a precisar la relación entre Enrique y Olga, o ayudándome a diseñar una portada (Muchísimas gracias, Brida_Van_Gogh). A todos ellos gracias.


Podréis econtrar la segunda parte, Resistencia, en este enlace. Aún no sé cuando empezaré a escribirla, pero lo haré:

https://www.wattpad.com/story/47618301-resistencia


Se miraba al espejo, aquel espejo en la asepticidad del gris lavabo, un espejo que reflejaba aquella cara, aquel cabello canoso y esos penetrantes ojos marrones.

Y de repente no pudo más.

Todo aquello era demasiado para él. Demasiado trabajo, demasiada presión, su corazón

estaba ya demasiado reventado por el dolor y la tristeza. No podía afrontar la realidad.

Corrió por todo el pasillo, hacia la esclusa.

Salió sin protección. La Prometheus quedó atrás, alejándose, mientras él, se congelaba

poco a poco.

Deseó haber dicho más cosas en el mensaje que dejó a su hija, pero ya era tarde,

además, lo importante estaba dicho.

La Prometheus Réquiem no era ya más que una estrella palpitante debido al encendido

de sus motores de frenado... Y allí, justo delante, la nueva esperanza, el nuevo hogar.

Aurora. Un planeta demasiado distinto a la Tierra, sin océanos, sin oxígeno. Sin vida. Una luna orbitando en torno a un gigante de gas. Una luna rica en metales, un lugar más para trabajar. Un lugar de esperanza.

Hacia allí se encaminaba lo último de la humanidad, el legado de la Tierra, lo úlitmo que salió de ella, una última oportunidad de supervivencia.

Él estaba demasiado roto, demasiado frágil para esa oportunidad.

Justo antes de que su corazón dejara de latir y el frío del espacio le arrebatara la vida,

dirigió sus últimos pensamientos a las 499 personas que tenían el privilegio, y también el castigo, de sobrevivir, de luchar. De vencer.




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