Capítulo 14

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Casa de Enrique en la Cordillera Cantábrica, Inmediaciones del CLE;   6:30 AM

43°01'35.1"N        5°56'14.2"W

Hoy iba a hacer buen día. Ya estaba duchado, se había peinado, desayunado y decidió ir en bicicleta al trabajo...

Antes de despedirse volvió a entrar en la habitación y le dió un cálido besa en la mejilla a Olga, cosa que hizo que sonriera, aunque no se había despertado...

*********flashback*********

Tras pasar las puertas del congreso al que había sido invitado, en el que asistirán los científicos más prestigiosos del mundo, donde se hablaría de temas variados pero centrándose en el planeta Marte, dando la oportunidad de exponer futuros proyectos para encontrar colaboradores y patrocinadores para costear estos.

Había quedado con unos amigos para asistir a una conferencia que se celebra esta misma tarde cuando me choqué con una mujer de un pelo rubio brillante y corto.

─ Disculpe mi torpeza señorita no me había dado cuenta que había una fila para entrar a la conferencia.─ Dije con mi mayor educación.

─Oh no hay problema señ...─la mujer se giró y mirándome con una sonrisa dijo.

─Enrique eres ¿tu? o dios mío qué coincidencia ¿te acuerdas de mí?─Me dijo con gran emoción

─¿Olga? vaya qué sorpresa, ¿cómo has estado?─Dije sorprendido. Me encontraba un poco en shock, no siempre te encuentras con tu amiga y amor de la infancia, llevaba tanto tiempo sin verla, exactamente 11 años cuando decidí salir del pueblo ruso de donde procede mi madre y Olga para recibir clases en alguna de las universidades Españolas en la que pudiera obtener la licenciatura académica que quería.

No había vuelto a saber de ella desde que mi madre me dijo unos meses después de mi partida que ella también se había mudado a España para estudiar, durante un tiempo tuve la esperanza de poder encontrarla por casualidad, pero después de un tiempo perdí la esperanza y comencé una relación que no duró mucho y tampoco me hizo olvidar a mi primer amor de la infancia...

─He estado bien, gracias y ¿tu? ¡Dios cuanto tiempo!, ¿te has fijado? Ya controlo muy bien el español. ¿Te acuerdas cuando casi no sabía ni decir "hola ¿qué tal?"?─ dijo riéndose.

─Si, me acuerdo bien─ entonces se abrieron las puertas y empezamos a entrar antes de despedirme le dije.

─¿Que tal si, intercambiamos números y mañana o después de la conferencia quedamos para tomar algo?─ ella asintió y me dio una tarjeta con su nombre, yo hice lo mismo y me despedí de ella.

Me quedé sorprendidisimo cuando la vi subir al atrio.

Tras ella, se veían multitud de simulaciones y cálculos. Niveles de presión atmosféricos, temperatura, mezcla de gases... No sé si me sorprendió más verla o la idea que ella propuso, esa mente tan brillante...

Esos ojos, de un verde bosque tan intenso... Cuantas veces en su juventud se había perdido, mirándolos. Mirándola. Esa chica tenía algo. Siempre lo había tenido. Algo que lo llamaba a gritos, a lo que no se podía resistir...

Su idea era bastante vieja ya... Pero había usado modelos de simulación tan revolucionarios, acumulando datos de todos los cometas y asteroides visitados y explorados hasta la fecha... Había ideado un modo de usarlos, de quemarlos. Había calculado las trayectorias, había creado todo un sistema que solo necesitaba ser construido para que funcionara.

Esa idea cautivó a Enrique. Era brillantemente simple, brillantemente efectiva. Quemar asteroides y cometas en la atmósfera de Marte para espesarla. Aquella idea lo cambiaría todo.

Después de la conferencia recibí una llamada de Olga y decidimos quedar ese mismo día para cenar en un restaurante famoso aquí en Madrid.

─Enrique, ¿tienes novia o algo?─ Preguntó Olga muy curiosa.

─Ay, mujer, a ti siempre te interesa si tengo novia... ─Dije con tono burlesco.─ No, no tengo novia. Pero no hablemos de eso. ¿Has vuelto al pueblo? Llevo sin ir a Petrovichi mucho tiempo, me encanta recordar nuestras travesuras de infancia...

─Si, si he vuelto. Está igual de precioso que antes... A mí también me encanta recordar viejos tiempos, por ejemplo lo celosa que me ponía cuando Lydie o Sasha intentaban ligar contigo, estaba tan enamorada de ti...─ Me dijo sonriendo dulcemente.

─Vaya─ dije sorprendido─ yo nunca llegué a saber eso, la verdad, no me fijaba en si esas dos coqueteaban conmigo, solo tenía ojos para una pequeña rubia que vivía a mi lado.─ Dije sonriendo.

A Olga se le iluminaron los ojos al escucharme, se veía hermosa.

Y así seguimos la noche entre risas y coqueteos. Decidimos quedar otro día no sin antes despedirnos con un suave beso.

Cuando llegué al hotel, no podía sacarme de la cabeza, ni el beso, ni a Olga, mucho menos a su idea.

La mujer seguía igual de hermosa, con sus ojos grandes azules intenso, su piel pálida, sus mejillas siempre con un tono rosáceo que la hacía y hace lucir adorable y su altura, yo le sacaba casi dos cabezas. ¿Quien iba a saber que la chica que siempre fue un poco más alta que yo terminaría bajita? Y su pelo, que decir de su preciosa melena rubia, cuando la vi me sorprendió que estuviera justo un poco más abajo de la barbilla, me acuerdo cuando lloraba si se lo cortaban, ella siempre lo tenía por encima de su trasero.

********fin del flashback**********

Recordar ese día me traía demasiados recuerdos, los demás después de ese encuentros fueron tan maravillosos... Revivir el amor que le tenía con más intensidad me dio coraje para pedirle salir... Y un año después, pedirle matrimonio, siempre la amaré pase lo que pase es el amor de mi vida, de mi infancia... Y la madre de mi única y perfecta hija.

Enrique abandonó esos recuerdos mientras se internaba en el complejo. Había cambiado radicalmente desde hacía un año... La mitad de los edificios portaban telas de camuflaje sobre ellos. Los demás habían sido demolidos y sus restos usados para camuflar la base. No parecía más que un complejo derruido donde la vegetación se había abierto paso.

La rampa de lanzamiento ya había sido retirada, el lugar de ensamblaje de los cohetes era poco más que un cascarón vacío, listo también para su demolición. La pista de despegue estaba pintada con los tonos de la vegetación de alrededor y los imponentes cañones estaban guardados. Parecía una base fantasma... y esa era la idea.

Enrique entró en el búnker subterráneo, donde una vez, el antecesor del moderno avión espacial, era guardado con recelo. Era cinco veces más grande.

Era una enorme caverna, con lámparas gigantescas en el techo, con jardines, campos de cultivo en el suelo y con viviendas, cientos de viviendas en las paredes.

Y seguía creciendo. Al fondo, Enrique vió a un puñado de obreros perforando en un lateral de la enorme caverna. Al otro lado, unos técnicos estaban iniciando el reactor nuclear. Al fin, su tarea estaba cumplida...

Aún quedaba tiempo para prepararse, aún se estaban repartiendo miles de millones de provisiones. Aún faltaban 4 meses... Y bien sabía que los iban a aprovechar...

El fin del mundo tal y como lo conocemos está acercándose al 7,8% de la velocidad de la luz.

La Jaula de EinsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora