En algún lugar de Milwaukee, Estados Unidos
El tren llegó a la estación a la hora prevista, nada fuera de lo normal. Malcolm Scott disfrutaba de los pocos días restantes para su jubilación. A los 56 años, podía darse el lujo de una jubilación anticipada.
Había sido una larga vida. Muy divertida, pero larga. Por suerte, y gracias al Ejército, fue bastante cómoda tras su retirada del servicio... Incluso le pagaron la reconstrucción de oído que necesitaba...
Todo iba bien hasta que de la cabina del tren, salió un hombre de uniforme. Uniforme de la Fuerza Aérea.
El hombre se dirigió directamente hacia él.
-¿Coronel Malcolm Scott?
-Retirado, joven, coronel retirado... pero sí, soy yo.
-Ya no, señor. Cabo Mayweather. Acaba usted de volver al servicio activo.
Sus ojos se abrieron desmesuradamente.
-¿Por qué?
-Aquí tiene las órdenes, señor-dijo mientras le entregaba un sobre cerrados y sellado-. Soy compañero de su hija, me envía recuerdos de su parte y le dice que pronto estará con usted.
-Gracias, cabo... Disculpe, tengo que preguntarlo, aunque ya sé la respuesta, probablemente sea clasificado, pero... ¿Qué lleva ese tren?
-Cargamento VIP, señor.
Los ojos del Coronel se abrieron aún más.
Por todo el mundo se vivían situaciones parecidas.
Malcolm sabía perfectamente que significaba "Cargamento VIP". Aún así, se sobresaltó cuando las lonas que cubrían los vagones se levantaron un momento por culpa del aire y pudo vislumbrar la señal de peligro nuclear en el lateral del Misil Minuteman. Algo pasaba, y Malcolm no tenía ni idea de que podría ser.
Dentro del sobre había otro, y las instrucciones para abrirlo cuando ocurriera una situación DEFCON 1. No necesitaba más explicaciones. Cuando sucediese, lo sabría.
Hace 4 años. Territorio de la Unión.
Javier era un pensionista, a sus 60 años, vivía cómodamente en su casa en plena naturaleza. El agua la recogía directamente (mediante un sistema de tuberías) de un arroyo que pasaba junto a su casa.
La electricidad la recogía de un conjunto de placas solares y una toma a la red eléctrica... Vivía cómodamente en su retiro particular, a dos kilómetros del pueblo.
Bajaba a diario, se relacionaba con todo el mundo. Pero no cambiaría la casa que construyeron sus padres ni por todo el oro del mundo.
Estaba desayunando a las 12 de la mañana. Podía darse el lujo de trasnochar y despertarse tarde. Su huerta apenas necesitaba cuidados y el próximo año la dejaría en Barbecho. Todo estaba bien en su vida.
De repente, llamaron al timbre.
Se presentó en zapatillas y pijama de felpa a la puerta, donde unos señores con traje y maletín aguardaban.
-¿Enrique? ¿Qué haces aquí?-dijo Javier, sorprendido.
-Tenía que visitar a mi viejo amigo. ¿Qué tal todo? Hoy te traigo un regalito.
-Todo bien, todo bien. Cuéntame, pasa.
-Es mitad regalo, mitad favor. Este es Ben, viene de la comisión de seguridad Nuclear. Voy a ir al grano, necesitamos civiles que prueben el nuevo reactor nuclear de fusión P-400 para demostrar al mundo que nuclear no siempre es malo. Quiero que tú seas uno de ellos.
-De acuerdo, pero... ¿Donde?
-Bajo tierra, bajo tu casa, vamos a montarte un pequeño sótano de más de 1000 metros cuadrados para alojar el reactor, los sistemas de apoyo y la granja.
-¿Granja?
-Vas a tener a tres personas viviendo ahí abajo de manera autosuficiente. Los militares quieren saber cuánto da de sí el reactor a la hora de abastecer un búnker familiar. Si pasara algo, te mantendría a ti también sin problemas.
-¿Así que va a pasar algo?
-Por supuesto que no-dijo Enrique mientras le guiñaba el ojo.
-Comprendo. ¿así que vais a construir un búnker bajo mi casa?
-Así es, señor-intervino el hombre de Seguridad Nuclear-. El reactor es completamente seguro. Aún así, entre las tres personas que vivirán en el búnker, una de ellas seré yo. Estaré ahí para manipular el reactor.
-Comprendido, aunque... ¿Na pasaréis todo el día bajo tierra, verdad?
-Por supuesto que no.
-Entonces os subís todos los días en vuestros ratos libres, ¿de acuerdo? No quiero que os volváis locos allá abajo.
-Por supuesto, señor-dijo Ben.
-Bien, gracias señor Ben-dijo Enrique. Javi, aquí tienes-le entregó una carta sellada-. Son órdenes especiales que deberías seguir en caso de un evento imprevisto. Si sucede, lo sabrás.
-Gracias, Enrique... Por todo, gracias.
-Esto te mantendrá con vida, amigo. Nos veremos pronto.
Smolensk, Rusia, en el presente.
Llamaron al timbre. Víctor Pávlov acudió y abrió la puerta. Tres hombres de traje aparecieron. Tras ellos, Enrique.
-Buenas tardes, Víctor-dijo Enrique mientras se daban la mano.
-Enrique, ¿qué te trae por aquí? Hacía mucho que no venías a Smolensk.
-Tú me has traído aquí. Vengo a entregarte una carta-dijo mientras se la sacaba de un bolsillo interior de su chaqueta.
En la carta podía leerse perfectamente "ColOff", la abreviatura en inglés de "Bureau de Colonisation", una pequeña organización pública con sede en París encargada de gestionar el papeleo de las solicitudes para partir hacia la colonia de Marte.
-Es una invitación, ¿verdad?
-Lo és. Para ti, tu mujer y tu hijo Sergio.
-Enrique, tenemos nuestra vida aquí, nuestros amigos, hemos dejado atrás nuestra anterior vida, ya no seguimos tus órdenes. Nuestro hijo tiene novia, por dios, no querrá dejarla. Tenemos a nuestros familiares, trabajos decentes.
-Ya contaba con eso-dijo mientras sacaba otra carta igual a la primera, para la novia de su hijo.
-¿Por qué?-preguntó Víctor.
-Por gratitud. Habéis hecho mucho por la Unión, de no ser por vosotros, no estaríamos aquí. Ahora, os devuelvo el favor. Mi sugerencia personal es que aceptes esta invitación. Márchate, antes de que sea tarde. Habéis hehco ya mucho bueno por el mundo, dejad que alguien tome el testigo.
-Ehmmm... Gracias, Enrique, te pormeto que lo pensaré...
-No lo pienses, Victor. Si quieres a tu familia, hazlo. Situación Rojo Sangre. Adiós, Víctor, -dijo mientars le daba la mano- ha sido un honor conocerte.
Víctor abrió mucho los ojos.
Enrique volvió al coche,encendió su ordenador e inició su plan Final: Protocolo Fénix.
Por todo el mundo, miles de reservistas y soldados en activo recibían órdenes, los reservistas recibían un paquete de órdenes de emergencia junto a las indicaciones "Cuando deba abrirlo, lo sabrá". Los militares recibían permisos indefinidos junto al mismo paquete de órdenes.
Parecía un nuevo protocolo, simplemente para simulacros. Pero no lo erra. No lo era en absoluto.
El momento de abrir esos paquetes sellados con órdenes, se aproximaba cada vez más.
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La Jaula de Einstein
Science Fiction"La Tierra es la cuna de la humanidad, pero no se puede vivir en la cuna para siempre". -Konstantín Tsiolkovski La Pro...