Mentiría si dijera que no le dolía ver a Mina con aquella chica y a Sana, desearía ser ella y recibir esos abrazos, esa sonrisa, sentía que Sana no la necesitaba porque le parecía que quería más a Momo.
Era un sentimiento horrible y tal vez estúpido de su parte sentir celos, no lo tenía permitido después del daño que causo a la mamá de su hija y lo que tal vez sintió su hija al no tenerla cerca, porque no era culpa de Mina, fue la suya, fue toda suya y tenia todo el derecho de alejarse.
Pensaba que para aquellas dos ahora solo era una completa desconocida que intenta ganar la confianza y amor que tal vez no existe, solo le estaban dando una oportunidad por lástima.
Había perdido a su familia por su estupides, se sentía como una extraña, como si no importara si desapareciera ellas dos estarían bien o ni siquiera lo notarían.
Había pasado tanto tiempo incluso meses con ella pero no creía poder aguantar más ese sentimiento, como una apuñalada en su corazón, como espinas clavandose, como si alguien apretara con fuerza su ya roto corazón hasta volverlo trizas.
Aquella pequeña tenía una hermosa sonrisa como la de Mina, sus caricias también aliviaba su dolor al igual que sus besos en la mejilla, ya no estaba tan sola como se sentía desde que la nipona se fue pero cuando volvía a casa si, ahí estaba ese frío lado de la cama, ahí estaba aquella habitación que tal vez hubiera utilizado para su hija ocupándola una amiga que no quería ver a su padre y por eso estaba ahí para que no la buscará aparte del trabajo.
No estaban ninguna de las dos que amaba para correr a sus brazos y darle la bienvenida, solo estaba en silencio la casa ni un ruido como en el estudio de las fotografías donde Sana reía a carcajadas cuando jugaban esperando que la rubia terminara o la voz de Mina hablando no a ella pero a sus compañeros de trabajo, solo con escucharla se sentía bien no había falta que se dirigiera a ella.
Paso su mano por su rostro secando las lagrimas y se dejo caer hacia atrás contra el respaldo del sofá, su mano agitando el pequeño vaso de vidrio con aquel liquido que quemaba su garganta.
- ¿Por qué no me invitas?
- Pensé que te habías ido, no era tu vuelo a Canadá.
- Será para mañana, ya tengo todas mis cosas listas y unos amigos me invitaron a salir para despedirme pero no quiero dejar a una hermosa chica ebria en el sofá.— dijo su amiga sentándose a su lado y tomando de la botella.— Ya han pasado tres semanas casi un mes de que no sales de aquí y Dahyun no ha dejado de preguntarme por ti.
- No tengo ganas para ir a trabajar.
- ¿Qué hay de Mina y Sana?- Contesto sus mensajes diciendo que estoy ocupada con un proyecto.
- Pensé que quería recuperarlas.
- Lo quiero hacer, lo intento pero cada vez que la veo con aquella chica, con Momo es como si ya no existiera... Es como si retrocedo de nuevo y tengo que volver a empezar... Y me lo meresco, no merezco su amor de ninguna de las dos porque les hice daño pero... L-las amo... Y las necesito a mi lado...
- Y que tal si nos olvidamos de ellas por hoy, estas volviendo a arruinar tu vida por algo que ya no vale la pena.— la chica paso su mano por su hombro hasta su mano y después a los muslo.— Mina esta con aquella chica feliz igual tu hija, ya no vale la pena seguir sufriendo por unas idiotas que no saben la hermosura de mujer y de madre que se están perdiendo...— su mandíbula se tenso.— Apuesto que ella esta en este momento jugando con Momo a los adolescentes hormonales... Tal vez lo estén haciendo en este momento y tu aquí sufriendo por una perra...
Apretó el vaso con fuerza que se termino rompiendo en sus manos, con la otra agarro la mandíbula de la contraria con fuerza sin importar lastimarla.