XVIII

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Ness no interactuó con nadie durante el resto del día. A la hora de cenar, durante la cual solía mostrarse siempre emocionado, al igual que con cualquier otra situación que involucrase comida, se encontraba apagado moviendo su cubierto entre la comida sin llevarse nada a la boca. Dirigía su mirada hacia abajo para evitar tener contacto visual con los demás. Esto no hizo más que llamar la atención de sus cercanos.

—¿Te encuentras bien, Ness?—le preguntó Ninten.

—Sí, estoy bien. Solo estoy cansado, eso es todo—respondió Ness en un tono que mostraba sus deseos de huir de la conversación.

—¿De verdad? En todo el tiempo que hemos estado aquí nunca te habías comportado de esa manera—intervino Claus con firmeza, bastante seguro de que algo andaba mal con él a pesar de que lo negara.

—¡Ya les dije que estoy bien!—exclamó Ness con enojo—¿Quieren dejar de hacerme esa estúpida pregunta?

Los tres chicos, junto a las demás personas en el comedor, lo miraron con asombro. Su rostro rojo y ojos humedecidos evidenciaban que estaba a punto de llorar. Cogió su bandeja y se sentó a comer solo sentado en el suelo de una esquina.

—Estoy seguro de que vio algo horrible—comentó Ninten—. Parece que somos muy parecidos en eso.

—¿Cómo podemos ayudarle?—preguntó Lucas.

—En cualquier momento se lo contará a alguno de nosotros, a Ninten para ser exactos—dijo Claus.

—Es cierto. Ness no es de las personas que suelen guardarse las cosas por mucho tiempo—señaló Ninten.

—Es capaz de hacerlo—aclaró Lucas apenado—. Él pensaba hasta hace un tiempo que tú lo odiabas por un error que cometió. Fui la primera y única persona a quien se lo dijo.

Ninten supo de inmediato a qué error se estaba refiriendo Lucas.

—¿Sigue pensándolo?—preguntó Ninten con preocupación.

—Por suerte ya no. Aunque aún se siente culpable por ello—contestó Lucas.

—Comprendo—se apenó Ninten—. Necesito darle el momento adecuado para que lo diga.

Ness aún se encontraba distante a ellos para cuando salieron del comedor hacia su habitación. Mientras caminaba junto a Claus y Lucas, Ninten vio a Ness vomitando en el suelo del patio, apoyado sobre una pared. Estaba temblando y parecía que se fuese a caer en cualquier momento. Ninten fue corriendo a ayudarlo sin pensar.

—Yo te ayudaré, estarás bien—le dijo luego de levantarlo. Ness se zafó de sus brazos, tambaleante.

—No te preocupes, yo puedo solo. Gracias—replicó cortante mientras se alejaba.

—No te ves muy bien, Ness. Déjame ayudarte—insistió Ninten.

—Ninten, déjame por favor—le pidió Ness, irritado.

—Sabes que siempre estaré para ti cuando lo necesites. Te quiero mucho, Ness.

Ness, desesperado y con lágrimas en los ojos, huyó corriendo de él. Dio un tropiezo luego de unos pasos, se levantó con mucho esfuerzo y siguió su camino.

Mientras dormían, Ninten fue despertado por un sonido extraño. Era constante, suave pero notorio. Un sonido de fricción.

El sonido provenía de un lugar muy cercano a él. Al no poder ver nada debido a la oscuridad, se dejó guiar por su oído. Provenía de su hermano, quien tenía el rostro volteado hacia él; siempre había dormido de esa manera ya que así podía sentir mejor su compañía y protección.

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