XV

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Gele y sus doce médicos científicos encargados de cada par de gemelos estaban sentados en una mesa dentro de la sala de reuniones. Había una silla libre.

Se encontraban reunidos para hacerle llegar a Gele lo más importante de toda la información que habían recolectado durante las dos semanas en las que habían estado investigando a los gemelos: diferencias en las facciones de los rostros, tono de color de ojos, la dentadura, tipo de sangre, reacciones ante la tifoidea y tuberculosis (enfermedades que se les había inyectado), entre otros aspectos. Gele se encontraba anotándolo todo en su cuaderno, fascinado por la información recibida.

—El AC-200 es muy fuerte; su edad y contextura lo hacen más resistente que sus compañeros menores. Sin embargo, su hermano no logra igualarle, no es nada extraordinario—informó el médico encargado de dicho dúo, un hombre de estatura menor a la promedio con un bigote que le cubría la parte superior del labio, dedos gruesos y lentes que agrandaban sus ojos.

—Sabía que no me decepcionaría—mencionó Gele con orgullo, como si estuviera hablando de su propio hijo—. Ojalá su hermano fuese igual, así tendríamos dos de estas maravillas. 

—Respecto a eso, Dr. Gele, me gustaría darle unos datos interesantes que pude obtener sobre mis sujetos de prueba: el AC-216 y el AC-217—intervino el encargado de dicho dúo. Era el más joven de todos y tenía rasgos que lo hacían parecer más joven de lo que ya era, haciéndole ver como un niño entre adultos. Sin embargo, poseía la misma frialdad que sus compañeros. Era un prodigio.

—Con permiso—se excusó alguien que acababa de ingresar a la sala. Se sentó inmediatamente en la silla que quedaba disponible—. Al fin me sacaron de ese asqueroso cuarto que apesta a mugre y orina al igual que los que duermen ahí. Seguro me pegaron el olor o hasta los piojos, qué asco—se quejó.

—Lo importante es que estás aquí, Porky. Haces un trabajo increíble, te lo agradecemos mucho—le comentó Gele—. Has llegado justo a tiempo. Estábamos hablando de los mejores del grupo.

—Interesante. Continúen—dijo Porky con sumo interés, como si estuviera a punto de escuchar lo que iban a regalarle por Navidad. Entrelazó sus dedos cubiertos de vendas y los colocó sobre la mesa.

Porky era el sobrino preferido del doctor Gele. Desde pequeño siempre lo había querido y admirado mucho, siguiendo sus ideales al pie de la letra. De él había aprendido a odiar a las minorías, que no tenían valor como personas. Pensaba que su país necesitaba una "purificación" que solo se lograría exterminándolas, siendo matarlas él mismo su mayor deseo. Esto lo había alejado de su familia ya que ellos rechazaban estas ideas de odio hacia esas personas, mostrándose pacifistas ante ello. Para Porky eso era estar en contra de la patria, así que los trataba con sumo desprecio. Aún tenía esperanzas de que su hermano pequeño lo siguiera, pero no logró conseguirlo debido a que sus padres le inculcaban lo contrario, sus ideas pacifistas, cosa a la que Porky llamó "lavado de cerebro".

Hacía unas pocas semanas atrás sus padres decidieron refugiar a uno de los perseguidos dentro del sótano de su casa. Cuando Porky se enteró, esperó a que todos en casa se fueran a dormir para acusarlos con las autoridades. Se llevaron a sus padres y hermano a la mañana siguiente. Mientras se los llevaban, le gritaban que era un bastardo y que se pudriría en el infierno por sus acciones. Él hizo oídos sordos, no podía estar más orgulloso de lo que había hecho.

Su tío estuvo a cargo de él desde entonces. Orgulloso de él por su servicio a la patria, decidió llevarlo a su centro de trabajo y encargarle su actual labor: fingir ser otro niño al que también le realizaban experimentos similares logrando que los demás se sientan comprendidos por alguien, aferrándose a una falsa esperanza que los mantenía tranquilos. Actuaba como amigo y confidente suyo, con mucho carisma y empatía hacia sus compañeros. Incluso tenía conversaciones largas con ellos sobre cosas que les gustaban como superhéroes o artistas musicales para distraer sus mentes. De esta forma, logró que los demás lo consideraran uno de ellos.

GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora