XI

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Mientras se alejaban del grupo para ir con Gele, Ninten se detuvo en seco.

—Claus, he estado pensando en algo por si nos descubren.

—¿Qué cosa?

—La puerta está cerca al campo de fútbol. Podemos llevar un balón con nosotros. Si se voltea a vernos le decimos que estábamos jugando y que la pelota salió por encima del muro hacia afuera así que salimos a buscarla cuando vimos la puerta abierta. Si tenemos suerte y no nos ve, diremos lo mismo cuando toquemos para entrar de nuevo.

—Ninten, eres un genio—lo halagó Claus—. Iré a buscar un balón por aquí. Tú ve siguiéndole.

No le fue difícil encontrar uno ya que en ese momento había un grupo de niños jugando en el campo. En cada partido se sacaban dos balones: el principal y el de repuesto. Tomó el de repuesto y se acercó a Ninten evitando llamar la atención.

Los dos chicos siguieron al doctor hasta la puerta. Mientras este la abría con su llave se escondieron tras una columna de pared. Cuando Gele estuvo a punto de salir, un niño de los que estaban jugando se acercó hacia él. Llorando, le mostró un gran raspón que tenía en una de sus rodillas, a lo que el doctor, sin preocuparse por cerrar la puerta, lo guió hacia un costado para poder curarlo con una de las tantas cosas que siempre llevaba consigo en su maletín. Los chicos lo veían como un botiquín andante.

Claus y Ninten aprovecharon ese lapso de tiempo para salir por la puerta sin ser vistos. Una vez fuera vieron un pequeño bosque que estaba separado del edificio únicamente por un camino de tierra. Pensaron que encontrarían un auto pero no lo hicieron. Supusieron que al doctor le gustaba dar caminatas.

Se ocultaron entre los árboles del bosque para evitar ser vistos. Escucharon el sonido de la puerta cerrándose y dirigieron sus vistas hacia él, iniciando así su plan de seguimiento. El doctor andaba por el camino mientras que ellos avanzaban por entre los árboles con sigilo. Fueron siguiendo el camino en línea recta; el doctor mantenía su mirada hacia el frente mientras que Claus y Ninten mantenían las suyas en él. 

Avanzaron cierta distancia. Los chicos observaron que la pared del edificio estaba a punto de terminar para dar paso a otro camino perpendicular al que estaban recorriendo. El doctor, delante de ellos, estaba empezando a inclinarse hacia la izquierda. Ya que ninguno de los dos sabía lo que encontrarían allí, centraron sus miradas hacia ese punto con suma atención descuidando sus pasos. Mientras se acercaban, Ninten tropezó con una de las raíces de un árbol voluminoso y antiguo. Pasos más adelante había un desnivel en el suelo que lo inclinaba ligeramente hacia abajo. Al tropezarse y no sentir suelo por unos milisegundos, Ninten se asustó y soltó un alarido. Claus soltó el balón y se acercó a ayudarlo ubicándose frente a él y dándole la espalda a lo que les faltaba recorrer. Lo ayudó a levantarse y lo revisó. Por suerte no se había hecho ningún daño a excepción de que ahora estaba ligeramente sucio, cosa que se arregló con un par de sacudidas. Cuando Ninten se recuperó, ambos chicos miraron hacia atrás del camino para buscar el balón que Claus había dejado tirado para continuar avanzando. Una vez que lo encontraron y voltearon para reanudar su seguimiento, notaron que el doctor Gele estaba a unos pocos centímetros de ellos, observándolos.

—Qué bueno que estés a salvo, AC-216.

Claus y Ninten se quedaron helados. No habían notado su presencia hasta ese momento. Empezaron a preguntarse por cuánto tiempo los había estado mirando o si es que, en el peor de los casos, él sabía que lo estaban siguiendo desde el principio. Adicionalmente, se sorprendieron ante su capacidad de recordar los códigos de, si no eran todos, algunos chicos. 

—Sí, muchas gracias—respondió sin ninguna emoción. Era como si fuese un robot y lo hubieran programado para decir eso por defecto.

—¿Qué están haciendo aquí, niños? Es peligroso que estén afuera. A veces salen criaturas salvajes de ese bosque—les dijo Gele en tono amable. A pesar de dedicarles una sonrisa cálida, Claus y Ninten se sintieron muy incómodos con él; como si emanara una energía totalmente opuesta a la que deseaba mostrar.

GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora