XIX

102 9 5
                                    

Porky fue a ver a su tío días después para brindarle más información sobre sus compañeros. En esta ocasión le comentó sobre dos de ellos: unos ejemplares de 11 años que se mostraban muy hiperactivos, lo cual encontraba irritante, al punto de nunca poder estar quietos en un lugar fijo.

-Yo creo que son enfermos mentales-le comentó Porky-. Podrías doparlos o algo así.

-Sí los he estado observado-respondió Gele-. Tengo algo planeado para ellos, pero primero necesito aplicarlo en un caso más leve.

-¿Hay alguno de los demás que te pueda servir para eso?-preguntó ansioso, deseoso por ver a otros de sus compañeros ser víctimas de los experimentos de su tío lo más pronto posible.

-Por supuesto-sonrió Gele-. Me estás subestimando, Porky-bromeó.

Otro día de selección había llegado. Gele estaba observando con una sonrisa hipócrita a cada uno de los gemelos, causándoles temor. Disfrutaba verlos en ese estado, aterrados y rezando para no ser los próximos en ser elegidos.

Gele sacó un sobre de su bolsillo, como si de un sorteo se tratase, y lo abrió lentamente causando incertidumbre en los gemelos. Finalmente sacó su contenido y leyó los códigos en voz alta:

-Y los ganadores son: AC-198 y AC-199-declaró Gele con un tono similar al de un presentador de un programa de concursos-. Acérquense conmigo, por favor.

Teddy y su gemelo David miraron a los dos niños que tenían cerca de ellos con tristeza. Los mencionados se voltearon hacia ellos con lágrimas en los ojos mientras les mostraban los códigos que estaban en sus brazos. No era necesario que lo hiciesen, habían sido tan cercanos durante todo ese tiempo que ellos ya se los sabían de memoria. Los cuatro se abrazaron fuertemente en modo de despedida.

-Tranquilos, chicos. Estaremos bien, volveremos y todo estará como si nada-dijo Albert, uno de los seleccionados-. Vámonos, Siro. No los dejemos esperando.

Tomó la mano de su hermano, quien estaba muy nervioso, llevándolo hacia el doctor.

Albert y Siro S. eran dos niños de 10 años que, al igual que todos en ese lugar, habían sido separados forzosamente de su familia por puro gusto de los banda roja. Debido a que no vivían en una situación económica favorable, durante su infancia aprovecharon su talento en el canto y la música para ganar dinero haciendo tocadas ambulantes, utilizando cajas y botellas como instrumentos, en las cantinas durante la noche. Tuvieron buen recibimiento tanto por parte de los clientes como del personal, quienes en ocasiones les daban alimentos. Había veces en las que regresaban con las manos llenas. Eran aquellas durante las cuales regresaban más felices a casa. Todo terminó cuando fueron capturados por los banda roja luego de ser delatados.

Al momento de nacer fueron trillizos. Sin embargo, el tercer hermano estuvo muy delicado y su cuerpo no soportó su llegada al mundo. Cuando se enteraron de esto, Albert y Siro comenzaron a hacerse idea de quién pudo haber sido su hermano; qué cosas podrían haberle gustado, cómo habría reaccionado ante ciertas circunstancias, qué decisiones habría tomado. Ambos solían discutir en varias ocasiones porque sus ideas no coincidían, pero sí hubo algo en lo que estuvieron de acuerdo: al ser el menor y el más delicado, tendría una personalidad tímida, siendo alguien que necesitaría su protección de manera frecuente.

Las personalidades de ambos eran muy diferentes: Albert era siempre el centro de atención, un "showman"; el más confiado, extrovertido y en ocasiones, rebelde. Por otro lado, Siro era más reservado, calculador, perfeccionista, pensaba las cosas dos veces antes de hacerlas y tenía un alto sentido de la moral: dispuesto a hacer siempre lo correcto o, al menos lo que creía que lo era. Albert siempre lo molestaba llamándolo aburrido, cabezón (por pensar demasiado) y mojigato, además de mencionarle constantemente el enorme tamaño de sus gafas redondas. Siro no hacía más que ignorarlo.

GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora