1 de abril del añ0 2042
«En tiempos de paz, el sabio se prepara para la guerra – Horacio».
Dicen que siempre hay que estar prevenido contra todo, y desconfiar de todo cuánto conoces. Dicen que en tiempos de paz, el sabio se prepara para la guerra. Y eso era justamente lo que estaba planeando la Confederación. Pasados unos días, fui llamado al batallón III para unirme a la guerra de trincheras que se estaba librando en el Oeste contra el Amanecer Imperial. Abandoné mi puesto como guardia y me incorporé.
Me despedí de mi familia y me subí al vehículo sin nada que ganar y mucho que perder. La justificación que le dieron a esta guerra era que el Amanecer Imperial estaba transgrediendo las fronteras de la Confederación y estaba asesinando a las personas que vivían en las zonas fronterizas. Decían que era una guerra por la Madre Patria. Decían… cuando hablaban de guerra de trincheras me imaginaba algo como la primera guerra mundial o gran guerra, pero fue algo diferente. La guerra se reinventa con el tiempo.
Observaba desde la parte trasera en la que nos transportaban con lentitud debido a los accidentes del terreno como estaba todo de vacío, de muerto, de abandonado. Creo recordar cómo antes de salir, y durante la salida, la gente nos iba aplaudiendo, animando y deseando lo mejor en el frente. Muchos no regresarían de él, otros permanecerían eternamente en él por medio de su mente, y otros llegarían vivos pero marcados.
Una nueva sensación que se tornaba entre miedo, desesperación y curiosidad me invadía, y me hacía ver la trinchera como una oportunidad, aunque… todo acabó justo al contrario. Acabé desesperado por salir, me agotaba psicológicamente, y empecé a dejar de ser yo. Llegamos por la tarde a la zona de guerras, al frente, a la trinchera.
Bajamos del vehículo y pudimos ver el ajetreo de los soldados, oficiales, sargentos… todos moviéndose de un lugar a otro. También como llevaban en camillas a soldados desangrándose, con un brazo cortado, una pierna, e incluso… decapitados. Multitud de médicos estresados, desesperados, con las batas cubiertas de sangre.
La enfermería y el cuartel general pertenecían a un bloque de pisos antiguos. Ahí tenían apostados más soldados. Incluso en los balcones. Más al Norte se erigía un enorme dique de chatarra y madera. En forma de muralla y sostenidos por varios pilares y unos pequeños escalones para subir y bajar a los lados. Al principio desistía que eso fuera una trinchera. Pensaba que en cualquier momento se derrumbaría, pero no ocurrió eso.
Ahora esta era la guerra de trincheras modernas. Ya no se excavaban bajo el suelo, sino que eran un muro, desde esa privilegiada posición del muro podías disparar y tener controlado a tus enemigos más fácilmente. Éstos a su vez, solo tenían que intentar escalar el dique o muralla con sus propias manos o con artilugios dignos de otros siglos. Antes de empezar nuestro calvario y batalla en el mismo dique, nos guiaron hasta lo que serían nuestras habitaciones. Los pisos de abajo del bloque, habían sido desamueblados.
Todo se había convertido en una gran sala, ahora solo había mugrientas y usadas camas, muchas camas, puestas en fila y apretujadas debido a la cantidad de soldados y el poco espacio. Sus paredes eran blancas como la nieve y el suelo azul como el agua del mar. No sé que era peor, si el calor y el ruido de los disparos y a veces pequeñas explosiones, o lo efímero que era la vida en la trinchera sabiendo que al asomarte unos milímetros y durante unos segundos podrían matarte…
Al terminar esta visita, el general quiso hablar conmigo en privado, así que despachó a los demás soldados y nos quedamos solos en los dormitorios. El general era de mi misma altura, con el pelo largo, cuidado y castaño. Era moreno, bastante moreno, con unas gafas de sol que cubrían y protegían unos ojos pequeños y oscuros como la noche. Llevaba una armadura de colores rojo y verde oscuros, en mi opinión bastante llamativo, y un fusil a la espalda. En la cadera llevaba una pistola.
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El camino de Iván
Science FictionEl camino de Iván relata la historia del joven homónimo, solitario y meditativo forzado a vivir en un mundo que le arrebató el derecho a tener vida segura. La polución del aire que asediaba la ciudad era una causa constante de enfermos, a los que...