VII : Paseo nocturno.

186 4 2
                                    

27 de Marzo de 2042.

Ya ha pasado una semana desde que llegué al hogar de Carlos.  La tensión y las disputas entre su madre y yo no han acabado. Lo que más me está marcando es la indiferencia del padre. Ve, observa y es testigo de lo que su mujer le hace a su hijo, y no dice nada.

No mueve ningún músculo, no masculla ninguna palabra, no muestra ningún ademán de indignación, ni de tristeza. Me provoca mucha furia e indignación que no se inmute. No sé si estará sometido, si tendrá miedo, si pasará, pero yo… No puedo contemplar este tipo de escenas. Yo en su situación me hubiera levantado.

Me hubiera rebelado contra estas actuaciones; Hubiera intentado pararlas y cortarlas de raíz, pero claro yo, no soy padre. Lo que más puede matar a una sociedad, a su conjunto, a su estructura, pero sobretodo a sus miembros, es la indiferencia de los demás. La indiferencia mata, arrasa, permite, deja, corrompe… Unas veces por miedo a represalias, otras por poca empatía, pero…

¿Qué es un mundo sin osados? ¿Qué es un mundo si gente que se rebele contra estas situaciones? ¿Alguien que desafíe las normas establecidas? ¿El conjunto del sistema? ¿Las bases de éste? Los abusos se realizan cuando se ve el terreno fácil, allanado, fértil, y sobre todo se prosigue con él cuando no hay nadie que interceda, ponga orden o se rebele a esto. Triste, pero cierto.

Preguntar; ¿Por qué se origina esto? No tiene demasiado sentido. En el fondo lo sabemos. Problemas familiares, psicológicos o sociales. Por lo que mi padre y mi tío me contaban de sus experiencias en el colegio e instituto sé que el sistema anterior nunca veló realmente por la integridad, protección e integración de las personas que sufrían esto. Al sistema solo le interesaba gente fuerte, competitiva, que no se acatase nada.

Las ayudas y soluciones que el mismo proponía para paliar estas cosas, unas veces funcionaban y otras no. Pero todo dependía de las circunstancias del abusador y el abusado, de sus entornos, y de sus personalidades. Esto que escribo, forjado a base de recuerdos, experiencias y vivencias pasadas, no servirá para nuestra realidad y quizás no para la siguiente, es más bien una crítica a la realidad pasada, pero… Poca gente haría caso si esto se presentara en la actualidad. Deberíamos abogar y luchar por la integración de las personas, en la pluralidad se halla el equilibrio.

Más allá de esto, deberíamos haber intentado erradicar de todas las formas posibles estos abusos, estos ataques, haberlos cortado, parado, desmantelado… Muchos verbos pueden expresar lo mismo, pero solo determinados pensamientos pueden llevar a cabo estas expresiones a la praxis. Nos lavamos las manos diciendo que son cosas de niños, cosas propias de inconscientes personas que se están formando, pero no es así.

Detrás de todo esto hay determinadas cosas que se esconden. Nosotros deberíamos actuar seamos alumnos, profesores, personas por la calle, amigos o conocidos. No deberíamos permitirlo, pero se permite igualmente. ¿Habría que sancionar y tratar estos temas de forma más dura o seguir permitiéndolo? No me avergüenza decir que yo también fui víctima de esto. Me ayudó a madurar. Cambié a ser ciertamente frío, distante, manteniendo una faceta por fuera y otra por dentro.

No, no lo confundáis con hipocresía, la faceta exterior alegre, bromista y desenfadada, la de dentro taciturna, reflexiva y triste. Eso es radicalmente diferente, debes estar sufriendo bipolaridad. No creo, no cambio de humor ni de opinión a la ligera. Incluso en esta difícil situación aprendí y forjé mi personalidad. Desde entonces y hasta ahora he mantenido un estricto código moral basado y sostenidos en varios pilares fundamentales.

¡Ah! He acabado hablando de mí mismo, perdonad, perdonad mi vanidad, por favor.  En esta semana también he podido conocer mejor a los habitantes del hospital, he podido ir a cazar con Carlos, y también ayudar a su padre con los pacientes. Su área de trabajo me ha sorprendido de buena manera. Tenía mejores y más instrumentos, camillas más cómodas y hasta aparatos electrónicos.

El camino de IvánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora