IX

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Aterrizo en lo que supo de inmediato era un montón de bolsas de basura, todas mal acomodadas y apestando por ser acumuladas durante varios días en el mismo lugar, lo que lo hizo arquearse levemente hacia su costado, tal vez por la precipitada aparición o por lo asqueroso que era tener ese mal olor tan cerca.

Tratando de controlar el reflejo nauseoso, sin querer indicar cual era la verdadera razón de este, cocolo sus dedos sobre su nariz y la apretó mientras respiraba por la boca y miraba el cielo oscurecido de Londres que se lograba ver entre los altísimos edificios de la zona departamental, queriendo una distracción y encontrando que anunciaba como siempre su mal clima.

El imponente número 12 de grimmauld place estaba detrás de ellos, resguardando el poder de una casa mágica y tan antigua como lo era o al menos eso creía, debido a que lucía desagradablemente descuidado; todo rodeado de basura de los vecinos muggles y uno que otro vagabundo borracho tirado en los alrededores y afuera de las puertas de los departamentos.

Siendo lo que inequívocamente le recordaba más al barrio en que creció, que a la ancestral casa que Walburga Black había ocultado de la comunidad en su ostracismo y que el gracias al amor fraternal o platónico que había tenido con Regulus como hermanos él había conocido, a pesar de que al inicio hubiera sido todo a regañadientes de la matriarca.

Anonadado porque Sirius eligiera el lugar que en su adolescencia había repudiado con la fuerza y terquedad de un típico Gryffindor, lo miro sentado entre las mugrosas bolsas de color negro, fumando lentamente un cigarro en espera de que él se estabilizara, al parecer acostumbrado al pestilente olor, además de lucir claramente derrotado con la vida, como él se sentía la mayoría del tiempo y temía demostrar frente a su hijo o frecuentemente frente a Abu.

Sin la dignidad que aparentaba frente a Draco o la anciana, el ataque abierto de Lucius y la extraña compañía pateo la suciedad a un lado y se sentó de mejor manera junto al auror, haciendo un silencioso gesto para que le pasara el cigarro. Mirándolo de forma extraña Black lo hizo, alzando una sus perfectas cejas cuando tosió levemente al fumar incorrectamente.

Dándole suaves palmadas en la espalda, le permitió volverlo a hacer hasta lograrlo correctamente y seguir fumando del mismo cigarro, ahí sentado en medio de mierda y muggles borrachos e inconsistentes, se consolaron silenciosamente por cualquier problema que tuviera Sirius y por la escurridiza sensación de volver a ver a Lucius, peor aún, a un Lucius furioso.

Y asi ambos esperaron hasta sentirse cómodos para hablar como confidentes, cuando en su adolescencia y años escolares habían sido enemigos jurados, y ahora, jodidos por la vida, se respetaban entre la catástrofe que los rodeaba.

—¿Walburga y Orion están muertos? —dijo, ligeramente acongojado porque una parte de su anterior vida estuviera con seguridad enterrada, aun cuando esa fuera el terror que atormento a gran parte de los jóvenes Black hasta tomar caminos oscuros o escapar de casa, como le había pasado al hombre a su lado y a Andromeda que apenas conocía.

Dando una calada al cigarro hasta acumular el humo y luego dejarlo salir, Sirius lo miro con sus penetrantes ojos grises y respondió más suave de lo que esperaba — Lo están, nunca pisaría esta casa si mi madre siguiera vida.

Asintiendo presiono un poco más a su suerte y espeto — ¿Cómo sucedió? —dejando que el cigarro cayera al suelo, Sirius se levantó y le ofreció la mano para hacer lo mismo.

Tomando su oferta se resignó a que Bella respondiera eso más tarde, pero el Gryffindor lo sorprendió de nuevo diciendo — Regulus desapareció casi al final de la guerra, fue un golpe suficientemente duro para matar a mi padre de tristeza mientras esperaba que su niño volviera. Mi madre en cambio se consumió en la locura Black y mato algunos mortífagos que ella creyó culpables antes de morir bajo la varita de Voldemort.

Past LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora