III

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Cuatro años después del nacimiento de Draco, durante el caluroso verano cuando no tenia nada que hacer más allá de organizar desayunos familiares los fines de semana en su jardín trasero, de la casa que por fin había logrado comprar, Draco con si ingeniosa curiosidad que no tenia limites para su cordura como padre soltero, le había cuestionado si tenia una madre y si era así, donde se encontraba. Gracias a ello, Bu, como Draco había nombrado a la vieja bruja Beaufort, y el se habían quedado anonadados unos segundos.

Pero sin poder escapar de la curiosidad del niño pequeño sentado frente a él, solo boqueo ridículamente por una respuesta hasta que dejo caer la taza de café negro que tenia en sus manos, mostrando sin querer su nerviosismo y quedándose sin el placer que había encontrado en Estados Unidos, en lugar del típico té británico. Saltando de su asiento y dejando que un siseo saliera de entre sus labios, solo sacudió su mano en el jumper que tenía puesto y pensó lo más rápido que pudo una respuesta, aun sin sentirse preparado para tal pregunta y todo lo que conllevaba, entonces tartamudeo —¿Por qué preguntas eso cariño?

Primero abriendo sus ojos con un poco de molestia por tener otra pregunta en lugar a una respuesta directa como siempre quería, su dragón frunció el ceño en concentración y luego alzo sus cejas demasiado rubias, que casi ni se notaban y esperaba mejoraran mientras crecía, hasta que cruzo sus pequeños brazos sobre su pecho y alejo el plato de frutas que le había preparado como desayuno, ante de contar a regañadientes una de sus tantas aventuras en el vecindario —El hijo de la vecina vino con su esposa y dijeron que él es papá y ella seria la mamá. Si tú eres mi papá, ¿Dónde está mi mamá?

Nada sorprendido por el intelecto que Draco había demostrado aun desde su corta edad, sabiendo que su padre tenia una inteligencia envidiable y el mismo no se quedaba atrás, por mucho que en el momento demostrara lo contrario, miro a la anciana que estaba sentada a un lado suyo bebiendo su te como si la situación no fuera tan dramática y le pidió silenciosamente auxilio; que cambiara de tema y le diera tiempo de escapar o que ella misma decidiera explicarle la situación a Draco, pues después de tantos años juntos conocía su desgraciada historia de vida, incluso las cosas que casi había arrancado de su pecho contando. Sin embargo, la mujer negó con la cabeza, indicándole que el asunto era todo suyo y luego agito su varita para limpiar el desastre del café caliente que le había entumecido las extremidades después de que bloqueara el dolor, y levantándose para salir del sitio en silencio mostro definitivamente que no había manera de que lo salvara de eso.

Viéndola partir por la pequeña puerta que estaba entre las vallas de color blanco que había pintado hace poco y que separaban su casa de la de la anciana, tuvo un pequeño momento de orgullo por el lugar tan hermoso que había conseguido vendiendo pociones, y que ya no solo era un lugar temporal como planeo en un inicio, sino el hogar que tanto había anhelado silenciosamente en su juventud, pero sin poder olvidar a Draco, como ultimo maldijo al impertinente hijo de la anciana Scott, que en una de sus visitas anuales había llegado junto a su esposa anunciándole a todo el vecindario que tenía un bebé en camino, lo que perturbo la astuta mente de Draco y lo hizo meterse de nuevo en esa etapa que parecía nunca terminar; hacer preguntas sobre y por todo.

Entendiendo que los niños hacían preguntas y era su forma de entender el mundo, solo suspiro deseando silenciosamente que tales preguntas no fueran tan dolorosas como esa o que no lo cansaran tanto como lo hacían, pero sin más que hacer miro a Draco que tenía fija su vista en él, esperando una respuesta y sin más, le sonrió antes de dirigirse hacia su silla y sacarlo de su asiento para recargarlo contra su cadera, que le hizo notar que no era tan ligero como antes, para luego moverse hacia la sombra del antiguo árbol que permanecía en el patio de su hogar y que no había querido cortar por nada.

Recostándose en el pasto húmedo por haber regado el lugar aun más temprano ese día, mantuvo a su niño abrazado a su pecho y miro las ramas revoloteando por el viento sobre ellos, entonces pensó en Lucius como no lo había hecho en años; un hombre joven con un futuro brillante, que le prometió el romance de su vida, el que se enfrentó a su padre, que en el momento era su peor miedo, para protegerlo en sus años escolares o el chico que lo consoló cuando quedo huérfano y desolado.

Past LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora