IV

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El té que permanecía entre sus manos, hacia demasiado tiempo que se había enfriado por completo, volviéndose un complemento de la lamentable imagen que estaba dado, solo mirando el liquido en la taza y revolviendo la leche en él, dando torbellinos que desaparecían cuando la cuchara volvía a quedar inerte entre sus dedos, un sombrío entretenimiento y costumbre que se había negado a dejar en Inglaterra y que Bu llamada depresivo, pero tambien un recuerdo de las tarde delicadas en compañía de Narcissa, cuando escucharía durante horas su dulce voz, contándole sobre los vagos y reprimidos sueños que sabían nunca podría tener, porque no poseía poder sobre si misma.

Y bajo la mirada reprobatoria que le daba Bu a unos pasos suyos, no demasiado lejos y el reflejo de la luz del atardecer que pasaba sobre el ventanal de la habitación, levanto la mirada de la taza y volvió al mundo más colorido que sus recuerdos, mirando que la bruja ahora lo ignoraba y se dedicaba a tejer un suéter más para la colección de Draco, bajo la terrible excusa de que el otoño estaba cada vez mas cercano y que su nieto era una criatura delicada al clima, más no una respuesta sentimental que ocultaba todo el amor que a través de los años le había tomado a su bebé.

Dejando que siguiera con esa excusa, noto el ligero temblor en las manos de la mujer, que se apaciguaba con el calor, pero que demostraba los años que tenia con ella y que la hacían quien era, y tentado a tomar sus manos entre las suyas, alzo su varita y murmuro un hechizo que logro que la habitación entra un poco más en calor, antes de perturbar la imagen frente a él con su petición desesperada. —Ven a Inglaterra conmigo, no puedo pensar en una vida sin tu compañía Bu

Nervioso por lo que pudiera responderle, se cubrió con la manta que tenía reposando en sus piernas lo mejor que pudo, hasta que apenas su cabeza estaba sobresaliendo y entonces volvió a mirar el cuerpo delgado de la mujer, que se recostó en la mecedora antes de posar sus ojos en su dirección y alzar una ceja en un cuestionamiento que, a pesar de su edad, mantenía una fuerza increíble, al igual que sus palabras—No hay nada en Inglaterra que te espere, tu hogar es este, no un país que se reconstruye de su guerra

Atrapado por sus duras, pero ciertas verdades, miro a través del ventanal que mostraba el jardín de la casa a la que llego refugiándose como si hubiera cometido el peor de los crímenes, pero que ahora era todo lo que tenía en el mundo junto a su pequeña familia, incluyendo su excéntrico elfo doméstico, pero negándose a que sus ojos se cristalizaran de pura melancolía, respondió —La carta de Dumbledore no era una invitación, conozco al viejo mago y con claridad soy capaz de vislumbrar las letras pequeñas del mensaje, quiere que vuelva a Inglaterra por las buenas o por las malas, prefiero estar preparado a despertar un día con Lucius en mi puerta exigiendo que le entregue a Draco.

—Viejo maldito, desde que la juventud lo abandono no hace más que jugar con las personas a su alrededor, pero supongo que es parte de la locura que te deja el perder el amor de tu vida o mejor dicho luchar contra él.

Acostumbrado a las ambiguas palabras de la anciana, escucho entre frases para saber a qué se refería, saliendo al tema de nuevo Grindelwald y al amor que ella aseguraba había tenido con Dumbledore bajo el ala de la primera guerra, dos amantes incapaces de unirse por sus ideales. Y permitiendo que continuara con su diatriba sobre la historia de romance épica, movió su varita entre sus dedos de forma distraída, sintiendo que a pesar de tantos años de tenerla nunca habría una comparación con la que obtuvo a los once años al lado de su difunta madre, pero olvidada desde su salida de Europa, no tenía otra opción más que esa.

Para cuando las palabras de la bruja empezaron a ralentizarse y posterior se detuvieron, reunió toda la valentía que tenía y repitió lo que había dicho antes, esperando que le diera la respuesta que tanto anhelaba tener —Ven conmigo a Inglaterra, no tengo opción más que volver, pero no quiero enfrentarme a ese mundo solo. Draco es demasiado joven para comprender todo esto y tal vez yo demasiado débil para no tener alguien que me obligue a seguir.

Past LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora