XII

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A la hora de la cena, Bu y Regulus ya estaban en la cama, la primera tejiendo un suéter para Reg al ver que de verdad necesitaba algo que lo hiciera entrar en calor y el segundo durmiendo debajo de varias cobijas en su cama, tal vez demasiado temprano cuando había despertado alrededor de las nueve, pero comprensible para el cansancio físico y mental de cambiar de domicilio de manera imprevista y por lo tanto rápida.

En comprensión por la cena que tendría con Sirius, Heloise había decidido que cenaría sola por esa ocasión dentro de su cuarto y que Dobby la acompañaría para alejarlo de Kreacher, que vigilaba el sueño de Reg mientras él estaba fuera de la habitación, por supuesto después de haberle dado de cenar hace poco y acomodar todas sus pertenencias como a él le parecía correcto, y como recordaba a Regulus le gustaba con esa vena de perfeccionismo.

Ínterin, él había vagado por la mansión silenciosamente, pensando en lo que Sirius le diría al anochecer y acostumbrándose a pensar que tenía que soportar adecuadamente toda la información, para poder ayudar lo más que pudiera a Reg, que seguía perdido en su propio mundo, cosa que Bu había notado rápidamente y dejado estar, sin demasiadas preguntas por el momento, comprensiva como siempre o cuando se requiera al menos.

Pero al acercarse más la hora de salida de Sirius, él había terminado de preparar la cena que por ahora Dobby le había dejado hacer, al estar más ocupado vigilando a su nuevo visitante, aun desconfiado en el por qué otro elfo domestico estaba dentro de la mansión y queriendo asegurar que de verdad solo estaba al servicio de Regulus y no el de nadie más dentro de la casa, aunque de todas formas, dudaba que Kreacher fuera a ser tan obediente como para seguir sus órdenes sino tenían que ver directamente con el bienestar de su amo.

Lo que Dobby aun no entendía, sin embargo, negándose a seguir convenciendo al elfo, decidió dejarlo comprobar todo lo que quisiera y concentrarse en las pocas ocupaciones que tenía por el momento, como el cocinar esa cena y devolverle una respuesta a Draco, al menos escribiéndole una carta, ya que por el momento no tenía una lechuza con la que enviar la carta y en los siguientes días tendría que ir de nuevo al callejón Diagon para conseguir una.

Fuera de ese par de tareas, al menos por un tiempo, no tenía otra cosa que hacer por el resto del día, no como al siguiente donde tenía que seguir arreglando algunas partes de la mansión, pues al estar sin uso durante mucho tiempo se habían desgastado, además de que poco a poco había logrado reformar el jardín del lugar para permitirse cultivar sus propios ingredientes para pociones, que le ayudarían a seguir haciendo mezclas de alta calidad, como todo su trabajo en general. En cuanto eso, el preparar pociones sería un deber esporádico, porque en Inglaterra no tenía ningún cliente a quien venderlas además del uso personal que podía darles y hasta que en los siguientes meses diera a conocer su trabajo o pusiera una tienda de pociones, el trabajar varias horas en la elaboración de cerveza era un desperdicio de tiempo y de material.

Lo que lo amargaba un poco por el momento, debido a que en Estados Unidos había logrado tener un buen sector de clientes que hacían pedidos semanales o mensuales para sus reservas y que le habían hecho la vida más fácil, sin tener que abrir una tienda física para que vinieran a ella, viviendo únicamente de las recomendaciones que daban a más clientes y que lo hacían conseguir de manera obvia más trabajo y a la vez, poder hacer una de las cosas que amaba y por la que tanto había luchado.

Y a pesar de que ahora su cuenta bancaria estuviera llena y obscenamente rebosante para la cantidad monetaria que había tenido en su infancia y adolescencia, por los ahorros de su vida y la herencia que su abuelo había dejado a su nombre, quien debía de estar en el otro mundo retorciéndose cada vez que gastaba un solo Knut, no le parecía correcto dejar de trabajar así sin más.

Aun menos después del esfuerzo que le había costado ser un pocionista en toda la palabra, y que decir uno de los más jóvenes y mejores en el campo, sin importar que no fuera bajo su verdadero nombre y si bajo el nombre de Falco Beaufort. Pues después del nacimiento de Draco y que Heloise lo desenmascara para decir que era un Prince, había tomado el apellido Beaufort para él y para Draco, de una forma muy ilegal cabe decir, pero que le sirvió para poder inscribirse como practicante de pociones y luego graduarse aún demasiado joven, no tanto como le hubiera gustado si en lugar de quedarse como un muñequito al lado de Lucius hubiera decidido tomar una pasantía en pociones en cuanto termino Hogwarts.

Past LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora