15 de agosto del 2019.
Después de correr alrededor de cinco calles bajo la lluvia finalmente llegue.
Había salido tarde de mi último curso, así que opte por irme al lugar más cercano que logre reconocer.
Madeleins. Una cafetería bastante conocida de Londres, mi nuevo hogar.
Hace exactamente una semana me mude oficialmente aquí para iniciar mi vida universitaria en un lugar nuevo, nueva gente, nuevo comienzo.
Una nueva yo.
Abrí la puerta haciendo sonar la campanilla. De mi cabello caían pequeñas gotas, salpicando mis botas.
Recibí un par de miradas curiosas, pero tan pronto llegaron se fueron, regresando a lo que estaban.
Madeleins se caracterizaba por ser una cafetería y taberna a la vez, había una puerta grande que las dividía, dejando un par de juegos al otro lado al igual que una barra con alcohol.
No me considero nada buena bebiendo, por lo cual opte por quedarme del otro lado.
Me senté en una mesa retirada, casi en la esquina. A mi lado había un ventanal enorme dejándome ver como la luz del sol se iba ocultando y la lluvia no cedía en lo absoluto.
Ya llamaría a Malcom para que pasara por mí.
Después de varios minutos ahí logre calentarme un poco, por lo cual decidí quitarme mi abrigo y pedir un café.
Cuatro días después empezarían mis clases en la universidad, lo cual me tenia nerviosa.
El primer día siempre es el peor.
La campanilla sonó junto con un par de risas, alce mi vista inevitablemente.
Iban entrando tres chicos junto a una chica.
Tres chicos idénticos. Y cuando digo idénticos es porque lo son.
"Trillizos" me dijo mi mente.
¿Lo peor? Sumamente apuestos.
Por la lejanía que teníamos —aunque no fuese tanto, en realidad— me impedía verlos a detalle.
Uno tenía una sudadera negra con la capucha puesta, otro un abrigo azul y el ultimo un simple suéter rojo.
La chica iba sujetada del brazo del último, el de rojo, mientras murmuraba cosas, haciéndolo reír.
Caminaron hasta la barra y la chica empezó a pedir cosas.
No sé porque no despegaba la vista de ellos, había algo que me impedía dejarlos de lado. Había algo que me mantenía mis ojos como imanes sobre ellos.
Uno de ellos pareció sentir mi mirada, por lo cual dio un ligero recorrido por la estancia hasta que se topo conmigo.
Sus ojos se anclaron de la misma manera sobre mí.
Nunca lo había visto en mi vida, y sabía que el a mí tampoco.
Retiro su atención de mí, les murmuro algo a los chicos a su lado y se encaminaron hasta el otro lado del local, hacia la taberna.
Pasaron por el umbral, pero él se quedó al final. Se quedó de espaldas a mí y giro su cabeza por sobre su hombro.
Puedo apostar con mi vida que vi un atisbo de sonrisa en sus labios, uno socarrón. Negó ligeramente y finalmente paso por ese umbral.
Ese día supe que no sería la última vez que los vería.
Y así fue.
Jamás nada volvió a ser igual con ellos en mi vida.
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Los hermanos Douglas
Teen FictionDespués de unos sucesos inesperados, Alice Lawson tendrá que acercarse más de lo esperado a los hermanos Douglas, los cuales le demostraran que nada puede destruirte más que ellos. Ni siquiera ese pasado tormentoso que la sigue cada día.