Un daimio salvaje

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Noté un peso encima de mi hombro y un aliento en mi nuca. Había pasado la noche en la cama con Masamune, y gracias a dios no había intentado nada. Me había dado su palabra y la había cumplido. Cogí con delicadeza su brazo y lo levanté para poder salir del futón sin despertarle. De pronto se dio la vuelta y se quedó boca arriba con ambos brazos extendidos hacia arriba, el yukata se abrió en la parte central y parte de pecho quedó al descubierto. Dormía a pierna suelta así que aproveché la oportunidad. Retrocedí en puntillas en busca de mi ropa. Al llegar hasta ella comprobé que estaba seca. Suspiré aliviada y me cambié lo más rápido posible antes de que Masamune se diese cuenta de que no estaba con él y viniera a buscarme.

Una vez vestida me peiné con los dedos de las manos y me hice una trenza. Para cuando me estaba atando los cordones, oí un ruido y vi a Masamune semidesnudo, con el yukata medio descolgado, su pelo desordenado le daba un aire despreocupado. Su ojo derecho estaba tapado con el parche y el izquierdo me miraba malhumorado.

-¡Yukiji!

Giré la mirada para otro lado. De pronto sentí sus brazos rodeándome.

-¿Qué ocurre?

-Pensé que te había perdido.

-¡¿Cómo?!

Me miró como si la razón fuese tan obvia que no hiciera falta explicar nada.

-Creí que te habrías caído por la borda como te pasó la otra noche.

Me deshice de sus brazos y le grité.

-¡No me caí! ¡Nos tragó una ola gigante y casi muero!

Se llevó la mano a la cabeza y se despeinó todavía más.

-¡Está bien! La próxima vez no desaparezcas así.

Asentí mirando hacia otro lado.

-¿Por qué desvías la mirada, muchacha?

No quise responder.

-¡Yukiji!

Me zarandeó y vi que el yukata se abrió más de cintura para abajo dejando ver toda su pierna desde el pie hasta la parte alta del muslo.

-¡Estás casi desnudo!_ grité.

En ese mismo momento entró un vasallo de Masamune con una nota.

-¡Date-sama! ¡Es urgente!

Al vernos a los dos en el suelo en ese modo se quedó perplejo. Mis mejillas se encendieron y casi se pusieron a arder.

-Nobunaga le envía una carta.

-¿Nobunaga?_ se levantó y cogió la carta._ Vete.

La puerta de cerró.

Sentí un calor incesante en mi cabeza, intenté recomponerme, pero no podía pensar más que en el cuerpo de Masamune. Sacudí la cabeza. No. Su cuerpo no. En él. Era el primer hombre que me descentraba como nunca antes lo había hecho nadie y eso me preocupaba, no era la Elspeth racional que quiso ir a descubrir Japón.

Unos ruidos me sacaron de mi ensimismamiento.

-¡Muchacha! ¿Puedes echarme una mano?

La voz de Date venía desde su dormitorio. Me asomé cuidadosamente y le vi vistiéndose con lo que parecía ser su uniforme de guerra.

-Kojiro no está aquí, así que agradecería que me ayudaras a vestirme.

Cuando llegué a su encuentro llevaba una especia de yukata que guardaba por dentro de unos pantalones que nunca antes había visto.

Masamune x OC Completo (Ikemen Sengoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora