Masamune x OC Completo (Ikemen Sengoku)

Un día nada ordinario

Nada más despertarme Kogo, me trajo un yukata. Le pedí que me enseñara cómo ponérmelo yo sola. Al principio se me resistía, pero poco a poco le fui cogiendo el truco. Más tarde recibí un aviso de Nobunaga, en el que se me pedía que revisase si algunos de sus vasallos necesitaban algo en concreto, junto con el aviso, Kogo, me dio un papel. Parecía ser un plano de algunas de las habitaciones de los vasallos a los que tenía que atender. Era extraño, ya que ponían los nombres de varios de ellos y un número. ¿Sería el orden en el que debía ir? Masamune estaba en el último puesto.

Primero pasé por la habitación de Hideyoshi con varios dulces. Ya que en la nota ponía explícitamente llevarle dulces.

-¿Qué es esto?

-Dulces.

-Coge uno

Sin pensarlo dos veces me llevé uno a la boca.

-¿Estás loca?

Terminé de tragar.

-¿Por qué?

-¿Y si estaban envenenados?

¿Eso era posible?

-Supongo que no eres una espía al fin y al cabo. Por lo menos no una buena.

Más tarde pasé por la habitación de Mitsuhide.

-Así que vienes a que te enseñe el nuevo rifle.

-¿Qué?

-Eso me han dicho los muchachos.

-¡No! Yo no... debe haber un error.

La siguiente era la habitación de Ieyasu.

-¿Qué quieres?

-...

Todo esto era demasiado raro, y lo peor era que no me quedaba otra que seguir las órdenes de aquella nota.

-¿Te has quedado muda?

-Me... me han encargado de...

-Fuera.

Salí corriendo de allí.

Ahora solo quedaba Date. Suspiré. Al menos a él ya le conocía un poco más.

-Masamune, soy Yukiji._ dije deslizando la puerta corredera.

Caí de espaldas. Algo se había abalanzado sobre mí, algo grande, peludo que no paraba de lamerme la cara. ¿Un gato? Intenté quitármelo de encima. No. Pesaba demasiado para ser un gato. Abrí los ojos y vi al animal.

-¡Un tigre!_ exclamé.

Lo cogí entre mis manos. No podía dejar que se escapara por el castillo. Corrí dentro de la habitación.

-¡MASAMUNE! ¿Qué significa esto?.

Se sorprendió. El tigre continuaba lamiéndome.

-Shogetsu nunca se deja coger por nadie. Parece que le has caído bien.

-¡Esa no es la cuestión!_ me acerqué a él y dejé al tigre en sus brazos.

Mientras los dos lo manteníamos a flote dije.

-¡No puedes tener un tigre como mascota!

-¿Por qué no?

Nuestras costumbres eran totalmente diversas.

-¡Se puede escapar! No sabes qué puede hacer, ahora es pequeño, pero crecerá.

Su mirada se relajó y tornó en una expresión acogedora.

-Está bien, gatita, no volveré a dejarte sola.

-Sí... ¡NO! Yo puedo cuidarme sola, es de Shogetsu de quien estamos hablando.

Me quedé mirando fijamente a Masamune, fue entonces cuando me di cuenta de que estábamos realmente cerca el uno del otro y su mano estaba cogiendo la mía por debajo.

De pronto Shogetsu saltó y salió corriendo de la habitación.

-¡Se ha escapado!

Parte de mí quería perseguir al tigre, y otra parte quería quedarse allí con Date.

-Buenos días._ dijo.

-¿Buenos días?

-Me has echado la bronca antes incluso de saludarme y preguntarme si necesitaba algo.

Me sonrojé.

-¿No llevas tu vestido?

Aproveché para echarme a un lado.

-No... he pensado que pasaría algo más desapercibida con un yukata.

Masamune pasó su mano por mi cuello y cogió la trenza.

-No puedes pasar desapercibida delante de mí.

Sentí un escalofrío.

-Ven conmigo.

Como de costumbre me cogió de la mano.

-¿Dónde vamos?.

No respondió. Simplemente continuó andando hasta que salimos del castillo y vi a Kojiro cogiendo de las riendas al caballo de Masamune. Al llegar al lomo del animal, me hizo una señal. Retrocedí. Y él rió.

-Iremos más rápido a caballo.

No convencida del todo le dejé subirme y emprendimos la marcha.

-Me prometiste que me dejarías sin palabras.

Oí su voz.

-Bueno... eso es algo que tiene que salir espontáneo. Dime, ¿a dónde vamos?.

El caballo galopó más fuerte.

-Solo quiero que me muestres que estás viva.

Me agarré más fuerte a su pecho.