Capítulo 2

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El camino desde la casa de Albus a la plaza era bastante corto, pero él caminaba despacio, pues el hecho de mostrarle el lugar al rubio lo ponía nervioso y no sabía por qué. Al acercarse vio una cabellera blanca de espaldas, y se acercó a él.
- perdona la demora, no suelo llegar tarde- dijo el pelirrojo apenado.
-No te preocupes, acabo de llegar- dijo Gellert observándolo- ¿qué veremos primero?- preguntó- he escuchado que aquí está la tumba de Antioch Peverell- dijo esperando que lo llevase a ver la tumba del último hermano del cuento de las reliquias de la muerte, pues era la razón principal por la que había llegado ahí.
- Así es, vamos ahí- dijo el pelirrojo empezando a caminar hacia el cementerio.

Los chicos caminaron en silencio uno al lado del otro, la presencia del rubio hacía que Albus se sintiese inquieto, y no entendía por qué.
El camino era bastante calmado, tenían conversaciones cotidianas y Gellert rápidamente confirmó el intelecto del pelirrojo, su forma de hablar, su lenguaje corporal, y algo le decía que podía confiar en él.
- y dime, ¿donde aprendiste a cocinar tan bien? Debo decir que me quedé sorprendido con el desayuno- dijo el rubio volteando a ver a la cabellera pelirroja a su lado.
-Mi madre me enseñó, solía cocinar con ella antes de... antes de que falleciera- dijo bajando la mirada recordando lo sucedido ese día.
El rubio notó el bajón del pelirrojo así que decidió hablar.
- siento oír eso, cambiando de tema, ¿qué piensas de las reliquias? ¿Crees que existen realmente?- si el chico era tan buen mago como su tía lo describía, podría servirle de aliado en su busca de la varita de Saúco.
-Deben estar en algún lado, no dudo que estén perdidas en algún sitio escondido, quien sabe dónde- dijo ya casi llegando al cementerio.
- si estás dispuesto, y eres tan talentoso como mi tía dice, podrías unirte a mi, deseo un futuro en el que los magos no se tengan que esconder del mundo, en el que podamos ser libres y gobernar de mejor manera, pero para eso necesito la varita de saúco, y creo que juntos podríamos encontrarla.
Compartir sus deseos ante este chico que acababa de conocer lo ponía algo tenso, pero sus instintos le decían que podía confiar en él, y siempre hacía caso a sus instintos.
- suena... interesante, claro, me gustaría ayudarte, creo haber visto algunos libros sobre los portadores actualmente registrados de la varita, quizás pueda ayudarnos a encontrarla- dijo Albus recordando la última vez que fue a la biblioteca y ese libro llamó su atención.
Los muchachos examinaron la tumba por un rato, intercambiaron ideas y así fue como ambos chicos se percataron de que ambos eran tan conocedores como el otro, y harían un buen equipo.
Caminaban por el bosque ya casi saliendo de este cuando Albus recordó que tenía que su hermana le había pedido fresas- eh.. Gellert, pasar la tarde contigo ha sido un placer, pero necesito ir a conseguir algo para mi hermana, si quieres mañana vamos a la biblioteca por los libros que te mencioné- dijo el pelirrojo algo apenado por tan apresurada despedida.
-No sabía que tenías una hermana, está bien, nos vemos mañana Albus- dijo el rubio despidiéndose con una media sonrisa y siguió el camino a la casa de su tía.

Albus sentía que el aire volvía a sus pulmones finalmente. Se dirigió al mercado del pueblo donde por 5 galeones consiguió una caja de fresas frescas. Las compró y se dirigió rápidamente a su casa, donde Aberforth y Ariana yacían cocinando la cena.
-Hola- dijo entrando a la casa y saludando a sus hermanos, quienes le respondieron con una sonrisa- ye traje tus fresas Ariana, cómetelas después de cenar- dijo dándole la caja a su hermana menor quien le agradeció con un abrazo.
-¿como estuvo tu día?- preguntó Aberforth a Albus, quien no había estado toda la tarde y al parecer venía bastante feliz.
- Bastante bien, salí a mostrarle el lugar al sobrino de la señora Bathilda, acaba de mudarse y es bastante agradable- dijo Albus sonriendo levemente al recordar los preciosos ojos bi colores del muchacho.
- deberías invitarlo a cenar algún día- dijo Ariana, que poco a poco empezaba a hablar más.
-lo haré algún día, mañana iré a la biblioteca- dijo comiendo.
-está bien, llevaré a Ariana al centro por la tarde, así que no te preocupes por nosotros- dijo Aberforth volteando a ver a La Niña.
Los hermanos terminaron de comer, limpiaron la mesa y se fueron a dormir. Albus se sentía inquieto, pero luego de unos minutos se quedó dormido.
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Hola!! Como están?? Espero que bien, he estado escribiendo algunos capítulos más y tengo bastante planeado así que sigan leyendooo :)

Grindeldore- Albus eres mi luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora