Treinta historias en distintos universos alternativos, donde NaibEli es la pareja principal.
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Naib es hermoso. Esto había sido evidente desde el mismo momento en que Eli lo vio. Se comportaba orgulloso, con pasos llenos de determinación cuando iniciaba cada encuentro. Ni hablar de sus ojos preciosos, un azul profundo y centellante.
Y en ese mismo momento, esos ojos eran lo único en lo que el vidente podía concentrarse: Estaban estáticos y carecían de vida. El mundo a su alrededor era un caos luego de que la nueva regla fuera implementada: Los sobrevivientes podrían morir y sobrevivirían en cuanto las puertas fuesen abiertas; solo para dar espacio a nuevos jugadores. Y Naib... había sido gravemente herido por las garras del destripador, Ripper. Había conseguido escapar junto a sus coderas, pero no era suficiente como para mantenerlo en pie, seguro Jack le buscaría para terminar el trabajo.
Eli no podía permitirlo.
Aun cuando el mercenario le sonríe, tranquilizándolo y diciéndole que lo lograrían sin él. Que todos los otros salieran era lo único que importaba. Eli quería gritar. Ninguna vida valía la del mismo hombre.
—No, no... —Murmuro, buscando en su pequeño bolso parte de la epinefrina que Emily les había suministrado para ayudarlos, una pequeña trampa que Naib ya había utilizado. —Aun puedo recibir un golpe. Toma esto, por favor.
Sintió unos dedos rodeando su muñeca, una voz decidida alzando protestas. Pero todo en Naib estaba fallando, a fuerzas presiono la jeringa con cuidado cerca de su corazón y vio que los ojos del otro se cerraban con resignación. Se apartó lentamente, esperando alguna reacción inminente. Más la voz cantarina de Jack se hizo presente, debía de distraerlo.
—Termina por salvarlos y ve a la puerta, Naib. — Finalmente se obligó a salir, con los ojos desenfocados momentáneamente. El mercenario estaba temblando un poco, su respiración era irregular. Él era tan hermoso. ¿Le había dicho eso alguna vez?
—Yo... lo haré. —Lo escuchó hablar, pero sonó como si las palabras fueran pronunciadas muy, muy lejos —¿Eli? ¿A dónde vas?...
Su mano no alcanzó la otra y con ello el vidente emprendió huida, asegurándose de que el destripador se enfocase en él y lo siguiera muy lejos del otro. La máquina estaba a punto y se arriesgó en comunicar que se dedicaran en terminarla en lo que él llevaba al cazador en dirección opuesta. La alarma sobresalto sus sentidos haciéndole tropezar y recibir un golpe.
Un poco más, un poco más.
Destellos de imágenes y sentimientos fluyeron a través, principalmente lo que consiguió vivir junto a Naib. Y estaba bien, a lo menos el mayor estaría vivo. Brooke consiguió amortiguar uno de los golpes, solo para luego ser comandada a alejarse de él; el búho pareció reacio hasta que saltando en una de las ventanas le hizo aletear y alejarse.
Cuando menos se lo espero, las garras invisibles de Jack lo llevaron al suelo, haciéndole escupir sangre y temblar ante el inminente dolor. No era nuevo, pero esta vez... moriría, ¿Verdad? Oh. Nunca tuvo el momento adecuado para decirle a Naib cuanto lo amaba...
El alivió llegó cuando el marco señalo que los otros tres habían escapado y eso fue suficiente para hacerle sonreír, era bueno saber que Naib tendría otro día de vida.
—Un desperdició, pero, morir con una sonrisa no está mal para alguien como tú. —La voz lejana del destripador, junto un acercamiento de su rostro cubierto por la máscara.
—Lo sé... —Es todo lo que dice y pronto, todo se queda en silencio.
Lagrimas derrochan el rostro de muchos, han perdido a varios, pero solo pueden prever por el mismo egoísmo de haber conseguido salir o tener la benevolencia de pocos cazadores. Sin embargo, en una esquina lejana se encuentra Naib, observando a la nada a través de una ventana. Han sido Kevin y Tracy los que lo llevaran a la fuerza a la puerta, pues había pensado en regresar por... Eli.
Su corazón duele y sus manos se empuñan con desprecio. Por ser tan débil, por dejar que Eli le diera su dosis... por dejarlo morir. Mierda, Eli estaba... Eli estaba...
Un ulular y Brooke se posó sobre su hombro, sintiendo la misma sensación enfermiza y doliente que él.
Ahora solo queda el silencio.
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