Treinta historias en distintos universos alternativos, donde NaibEli es la pareja principal.
En todo caso, sí tienen solicitudes son bienvenid@s a comentarlas.
(+) Canon:Donde Eli ha hecho algo que a Naib le ha molestado. Sin embargo, él simplemente se aprovecha de sus palabras para cumplir un deseo.
(+) Advertencias: Contenido sexual, sin penetración.
(+) Beta: No hay, aquí morimos como Naib Subedar rescatando con detention.
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—Naib, lo siento mucho.
Él menor lo mira desde donde está apoyado, contra la pared de su habitación —Le dijiste a mi madre que vivíamos juntos. Mi madre, que todavía no está del todo convencida de que soy gay, ahora sabe que estoy viviendo contigo.
Eli no parece poner excusas al respecto; en lugar de eso, se queda ahí de pie, miserable. La ira del mayor se desvanece un poco ante el evidente remordimiento de su pareja. Su madre tenía que aceptarlo tarde o temprano, y tal vez sea mejor así, sin una acumulación estresante y agonizante.
—Déjame compensarte. —Propone el menor con seriedad.
— ¿Cómo?
—Lo que quieras.
Naib levanta una ceja y lo mira con escepticismo — ¿Cualquier cosa?
—Cualquier cosa dentro de lo razonable.
El de ojos verdes sonríe un poco a pesar de la situación —Oh, ahora cambias las reglas.
— ¿Por qué?, ¿Hay algo que tenías en mente?
La idea ya está a medio formar en la cabeza de Naib Subedar. Ha estado ahí, en el fondo de su mente durante semanas, molestando sus pensamientos en horas cuestionables, repitiéndose una y otra vez cuando está solo, construyendo algo tan claro y específico que ha memorizado cada detalle vívido.
—Ven aquí. —Pide desde la cama y Eli da los pocos pasos necesarios para acortar la distancia entre ellos. Naib lleva sus manos a su cadera y tira de él, apoyándolo contra su cuerpo más fornido, aunque la calidez más delgada es familiar a sí mismo, le otorga un peso reconfortante a lo largo del pecho de Naib sin duda alguna.
Subedar ya está duro, solo está pensando en lo que quiere hacer a continuación, y mientras acerca a su amante aún más, separando un poco sus piernas para que Eli pueda sentarse sobre las suyas, sus pelvis al ras de la otra, el menor deja caer su cabeza sobre su hombro, volviendo su rostro hacia él.
— ¿Quieres sexo? —Pregunta el chico, y el mayor puede sentir su sonrisa contra su cuello — ¿Eso es lo que eliges cuando te ofrezco algo?
—No. —Murmura mientras el de ojos azules presiona una línea lenta de besos a lo largo de su mandíbula —Quiero... quiero... —Tiene que detenerse y tomar aire mientras trata de decirlo bien, muy distraído por la boca de su amante en su cuello —Quiero darte nalgadas.
