˚⁀➷⚘ c. 1990
_____ trabaja en el cementerio de Poblenou. Un misterioso joven se muda a la ciudad y, rápidamente, los vecinos comienzan a esparcir rumores sobre él, puesto que luce peligroso y aterrador como un criminal.
Sin embargo, _____ descubre q...
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_____ empezó su día contando el dinero que le quedaba.
—Menos mal que me sobró arroz de la cena de ayer... —murmuró, cerrando la hucha tras haber vuelto a meter las monedas.
Aún quedaba una semana para que acabara el mes y nadie había respondido a su anuncio. Le pareció extraño que nadie estuviese buscando piso o compañero de piso, pero tampoco iba a culpar a la gente de su plan fallido. No aún.
Era domingo, así que hoy _____ no iba a trabajar.
—Saldré a dar una vuelta para despejar la cabeza —se colocó una chaqueta fina y salió de casa.
Hacía un día soleado y los pájaros cantaban desde los árboles. ____ se fijó en la farola.
—Oh, por el amor de Dios —se quejó con una expresión de incredulidad—. Con razón no me llegaba ninguna llamada —su anuncio para buscar compañera de piso había sido arrancado, dejando únicamente un trozo de papel roto colgando de las tiras de cinta adhesiva.
Dio un paseo por las calles cercanas en donde colocó más anuncios, y sus sospechas resultaron ser ciertas: todos habían sido arrancados.
—Hijos de... —se mordió el labio. Habría sido algún estúpido grupito de críos. Suspiró con pesadez. Ya había empezado el día de mal humor, perfecto.
Fue a comprar algo de verduras en una tienda con precios bastante asequibles, y se encontró con el dueño del bar de en frente de la floristería, Paco, y la dueña de la peluquería, la Mari.
—Como oyes, unas pintas de maleante, oye —hablaba la señora.
—Pues espero que no sea de los típicos que montan jaleo en los bares. Si la lía en el mío ahí ya no entra —rio jocoso.
¿En serio aún seguían hablando del nuevo vecino? _____ estaba comenzando a exasperarse. ¿No podrían meterse en sus vidas? Sí, al principio ella también lo juzgó por su apariencia, pero al menos no iba contándolo a los cuatro vientos. Cada vez se sentía peor por Killer. Él había actuado muy amable, no parecía un mal tipo, y así es como se lo estaba devolviendo la vida.
Algo dentro de ella hervía, y quiso callarles las bocas a todos los que no paraban de criticarlo. De alguna forma, por muy egoísta que sonase, sentía que también se estaría vengando de cuando ella fue víctima de los rumores.
«Se van a enterar», pensó, «Voy a demostrarles que están muy equivocados; no pueden juzgar un libro por su portada.»
Cuando acabó de comprar, tomó una decisión.
Iría a la floristería.
Con paso ligero, avanzó hasta la calle en donde se encontraba Galindaines. Desde lejos vio que no estaba abierta y se maldijo.
