Tiempos oscuros se acercan, cada vez a pasos más grandes y eso era algo que todos sabían. Incluso Alondra.
Sus últimos años en Hogwarts habían sido dentro de todo pacíficos excepto por el último en el que Quirinus Quirell, su entonces profesor de Defensas Contra las Artes Oscuras había sido desenmascarado como ayudante secreto de Voldemort, mejor conocido como un mortifago. Siempre sospechó que había algo oculto detrás de esa cara pálida y asustadiza.
Otra vez, fue el mismo Harry Potter quien intervino para que no pudiera conseguir la piedra filosofal y se enteró que al año siguiente, el primero sin su presencia la cámara de los secretos había sido abierta y luego, el escape de Sirius Black hasta ese momento, conocido como un asesino y traidor despiadado. Pocos sabían que esa información era falsa.
Para ella, convertirse en aurora con apenas 20 años fue todo un logro. Siempre fue buena con los encantamientos de duelos y fue el mismo Director Dumbledore quien le había recomendado dicha tarea, peligrosa pero prestigiosa tarea.
Para sus padres Muggles por otro lado... se les hizo imposible de manejar. Se esmeraban mucho en estar informados sobre el mundo en el que su hija rondaba desde que había cumplido 11 años y una carta voló por su puerta. A veces, tanta información los asustaba y sobretodo los rumores sobre la posible vuelta del mago más tenebroso de todos.
Alondra los tranquilizaba, necesitaba progresar en su vida a pesar de las complicaciones que su día a día podía significar.
Eran las 5 de la mañana, ¿Por que Snape iba a convocarla a esa hora para una reunión? ¿Y por que en un café Muggle?
Caminó con su capa negra y sus botas altas hasta las rodillas con su cabello castaño claro casi por sus codos. El clima frío comenzaba a aparecer en Londres y su nariz estaba algo roja por no llevar el suficiente abrigo. Su madre muchas veces había bromeado con el hecho de que "Ser maga no te salva de un resfriado". La hacía reír cada vez que se lo repetía con sus mirada de ojos color miel al igual que los suyos.
Entró al café ignorando las miradas de los comensales por su ropa poco común en el mundo Muggle y buscó a Snape. Lo encontró sentado con su vista sería, la misma que recordaba de sus año como su alumna, intimidante y fría. Al verla, el si siquiera mover un centímetro de su rostro asintió, seguramente era su forma de saludar. Extraña, igual que el.
-Severus- Dijo ella sentándose frente a él. -Cuánto tiempo sin verte...-
-Créame señorita Studd...- La interrumpió mirando a la calle. -...no soy yo quien ordenó este calido encuentro.-
Su voz resonaba tan grave como las cuerdas de un cello y tan lentas como si el tiempo fuera infinito. Alondra suspiró, recordó por un segundo lo difícil que era hablar con su ex profesor de pociones, pero había luchado con cosas peores, eso desde ya.
-El profesor Dumbledore pidió que te localizara y a decir verdad no fue nada difícil.- La miró.
-¿El profesor Dumbledore?- Se asombró elevando sus cejas delgadas. -¿Que necesita?-
Snape clavó sus pupilas sobre ella. ¿Debía confiar? ¿Por que Dumbledore la llamaba a ella? Era una excelente aurora, y una excelente bruja pero...
-Quiere que custodies a alguien.- Confesó.
Alondra se quedó helada. Frunció su ceño cada vez mas intrigada en lo que el hombre de cabello negro tenía para decir, incluso inclinó su cuerpo hacia adelante.
-Como sabrás... Sirius Black es ahora un fugitivo, seguramente tu misma estuviste buscandolo.-
-Claro que sí- Afirmó. -Me dieron esa tarea desde que se escapó de Azkaban.-
-Te sorprenderá saber que Black, no es el malo de la historia- Su voz era ahora más pesada y un poco molesta. -A mi también me sorprendió.-
-¿Cómo?- Negó mordiendo apenas su labio inferior. -El traicionó a los Potter.-
-El verdadero traidor es Peter Pettigrew. Está libre y Dumbledore tiene la gran sospecha de que el señor tenebroso volverá con su ayuda. Black es un integrante importante de la orden, y nadie puede saber su paradero. Hay que protegerlo, y quiere que tu lo hagas.-
-¿Qué orden?- Alondra solo se confundía más. -¿La orden del Fenix? ¿Acaso no estaba disuelta?-
-Hay muchas cosas que un Auror no ve... cuando trabaja ciegamente para el ministerio señorita Studd.-
Eso la molestó. ¿Por que desconfiaba tanto del ministerio? Ellos hacían un excelente trabajo manejando cuidadosamente los casos de todos los magos o brujas que podían llegar a tener algo que ver con Lord Voldemort.
-¿Como se que esto es cierto?- Se encogió de hombros cruzándose de brazos. -¿Como se que es el verdadero mensaje que Dumbledore quiere darme?-
-¿Desconfías de mis palabras?- Preguntó mas serio que antes.
-¿Debería?- Preguntó seria.
Un aire tenso surgió entre los dos, se podía sentir si siquiera intentarlo. De pronto el rostro de Snape se acercó al de la joven de cabello castaño que lo miraba sin ningún temor.
-Entre tus habilidades, Dumbledore remarcó una grande para la legeremancia- Alondra sonrió de lado. -¿Por que no lo intentas y ves realmente cuales son mis intenciones?
La joven se acomodó en la silla y entrecerró sus ojos dispuesta a demostrar su talento mas oculto, pero Snape la interrumpió.
-Solo recuerda... que la oclumancia por otra parte, nunca fue tu fuerte-
Claro que el lo sabía, era un maestro en ambas. No se dejó intimidar y se adentró a la cabeza de su antiguo profesor removiendo así tantos pensamientos como pudo hasta encontrar el que le interesaba. Era verdad, Dumbledore lo enviaba y debía actuar rápido.
-El ministerio no puede enterarse de esto- Dijo caminando hacia afuera con ella. -Mañana a las 10 en Grimmauld Place.-
Estaba por hablar, pero el cuerpo de Severus Snape, había desaparecido ante sus ojos.
¿Estaba lista para ocultarle información al ministerio?.
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Quizás Nunca - Remus Lupin
RomanceAlondra solo al verlo entendió que necesitaba ayuda. Ella era fuerte y capaz, al menos así se mostraba por fuera. Remus parecía ser lo que necesitaba y parecía necesitarla a ella pero... no creía merecerla. ¿Iban a estar juntos? Quizás para siempre...