Capítulo 11

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-¿Esperas a alguien?- Preguntó Remus mirando la puerta mientras suavemente tomaba su varita.

Alondra frunció su ceño y con un chasquido su varita voló a sus manos. Se acercó a la puerta intentando escuchar del otro lado.

-¿Quién es?- Preguntó la joven pegando su oreja a la madera.

El silencio se hizo presente en todo el apartamento. Alondra miró a su acompañante el cual se encontraba en posición de alerta al igual que ella.

-No abras la...-

Alondra parecía haberse quedado sorda porque con su varita en alto abrió la puerta rápidamente pero para su sorpresa... nadie apareció frente a ella.

Salió al pasillo y miró a ambos extremos los cuales estaban completamente vacíos. Remus salió a su lado e imitó sus movimientos pero tampoco pudo ver a nadie.

-¿Que demonios fue eso?- Preguntó Alondra con un tono molesto.

-No lo sé..:- La voz de Remus resonó por las viejas escaleras del edificio. -... pero de seguro nada bueno.-

-¿Crees que...?-

-No lo se.- Se apresuró a responder. -Pero debemos estar alertas. Cierra la puerta de inmediato.-

Alondra por primera vez obedeció rápidamente y trabó la tres cerraduras que tenía.

Con sus manos en la cintura, Remus dió un gran suspiro bastante desmotivador. Todo le recordaba a la última vez donde los toquidos a media noche significaban control y amenaza.

-Voy a quedarme un rato mas aquí si no te molesta... quiero quedarme tranquilo de que..-

-Remus...- Soltó una sonrisa con sus brazos cruzados mirándolo. -...¿cuando vas a confiar en mi hombre?-

-Solo quiero asegurarme...- Se encogió de hombros tambíen sonriendo un poco. -...Tu no te preocupes puedes ir a dormir yo solo me quedo aquí un rato.-

-¿Y perderme toda la diversión?- Preguntó caminando a la cocina para cargar la pava nuevamente con agua y ponerla en el fuego. -No gracias.-

Para las 2 de la mañana se habían tomado varias tazas de té, Remus le había contado varias historias de sus días como profesor y ella reía recordando sus días como estudiante.

-Maldita clase de pociones si que era un desastre- Rió Alondra estirando sus piernas sobre la pequeña mesa de la sala de estar. -Solo podía hacer destrozos en ese aula del horror-

-Debo admitir que Snape es un excelente maestro de pociones, quizás debería cambiar un poco su odio por la vida y tal vez la clase podría ser un poco más interesante para todos-

-Suerte con eso- Rió otra vez. -Creo que hasta mi hermanita muggle le temería.-

-¿Tienes una hermanita?- Preguntó curioso levantando sus cejas. -No sabía eso, y tampoco sabía que era muggle.-

-Toda mi familia es de muggles- Sonrió Alondra un poco incómoda. -Raro, ¿verdad?-

Remus frunció su ceño y negó de inmediato dejando su té sobre la mesa.

-Para nada, claramente se salteó varias generaciones pero algún antepasado tuvo que haber sido mago o burja. ¿Y como se toma la pequeña la noticia?-

-Aún no se lo dijimos...- Negó mordiendo su labio inferior. -... Solo tiene 8 y no queremos que ocasione problemas.. una vez me vio haciendo mi cama moviendo mis manos y tuve que decirle que estaba loca-

Remus soltó una carcajada estirando sus brazos sobre el respaldo del sillón casi como si estuviera abrazándola.

-Quizás ella cree que la loca eres tu.- Agregó.

-Agh- Rió girando sus ojos. -De eso que no te quepa ninguna duda.- Soltó un gran suspiro mirando sus pies. -Hace mucho no la veo... debería escribirle...-

-¿Donde viven ellos?-

-En un pueblito a dos horas de aquí, pronto encontraré el momento para ir- Sonrió.

Un trueno retumbó en el cielo haciendo que los dos magos miraran el destello que iluminó sus rostros. Alondra cerró sus ojos dejándose caer en el hombro de Lupin escuchando como la lluvia retumbaba en sus oídos. Hacía mucho que no pensaba en la idea de visitar a su familia y era un tema que la ponía un tanto nerviosa. Imaginaba todas las explicaciones que debía dar, todas las respuestas de porque sus piernas lucían peor, que nivel de peligro se enfrentaba cada vez que debía trabajar y cómo le explicaría a Vera que su hermana no podía quedarse para navidad... que debía volver.

-A veces nuestras obligaciones nos hacen desviarnos un poco del camino a lo que realmente importa Alondra...- Dijo Remus en un tono grave y pensante. -...lo importante es siempre saber volver...-

Miró los ojos de la joven aurora los cuales estaban brillantes y un poco tristes. Lo miró profundamente y sonrió un poco.

-En serio...- Asintió. -...Hazle caso a este viejo-

-Viejo...- Negó ella con una sonrisa de lado. -...tu no tienes nada de viejo-

-Claro que si.- Giró sus ojos. -Recuerdo cuando tenía tu edad como si hubiera sido hace años luz atrás.-

Se puso de pie para contemplar la ventana, las luces de las calles brillaban más en la oscura noche. Se le vino a la cabeza sus años como un mago joven y prometedor...no pudo evitar sonreír.

-Debes aprovechar tu vida... vivirla sin preocupaciones y sobretodo sin sentir que la estás desperdiciando.- Sus ojos estaban clavados en el paisaje nocturno. -No gastes tus días en intentar complacer a todos, al fin y al cabo... siempre terminamos solos.-

Alondra frunció su ceño y confundida comenzó a caminar a su lado tomando su bata con ambas manos. Buscó sus ojos pero él solo intentó ignorarla.

Con su mano tomó el mentón de hombre obligándolo a verla. Su bigote parecía estar tan triste como sus labios que solo se apretaban con incomodidad. Sus ojos celestes parecían mas grises que otra cosa y solo pudo perderse en la mirada inquieta y desesperada de Alondra.

-¿Tu crees que no mereces todo eso Remus?- Le preguntó casi susurrando.

-Se que no podré lograrlo jamás. Los hombres lobos morimos y nacemos solos.-

-Yo no te veo solo...- Negó. -...Sirius...-

-El es mi amigo y lo será hasta el final pero...- Suspiró girando sus ojos. -...sabes a lo que me refiero.-

-No.- Dijo apurada. -Muéstrame Remus-

El hombre la miró con su boca entreabierta, quería hablar pero algo lo detenía como si una magia extraña lo convirtiera en un tonto incapaz de pensar.

Alondra se acercó aún mas.

-Muéstrame porque viniste a mi casa, o porque te quedaste luego de ese toquido...- Negó. -Dime si solo yo pienso lo que tenemos que hacer Remus.-

-Te mereces algo mucho mejor...- Negó. -...Tan inteligente y fuerte...tienes que...-

-Remus.- Lo miró frunciendo el ceño mientras lo tomaba de las mejillas. -Nunca mas me digas que hacer.-

Y lo besó. Se fundieron en un beso tan intenso como desesperado, un beso que ansiaban hacía mucho que ocurriera y que Alondra disfrutó en cada segundo que pasaba. Las manos de Remus la envolvieron con fuerza y la apegaron a su cuerpo. Si era por él, ese momento podría haber durado toda su vida. 

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Se prendió esta mierda. Team Alondra con los muchachos indecisos jajajaj. 

Quizás Nunca -  Remus LupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora