Capítulo 22

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Alondra no podía creer la negación del ministro. A pesar de todas las evidencias dadas por el mismísimo Albus Dumbledore y Harry Potter,  insistía en decir que todo era un invento creado para provocar pánico en el mundo magico. Hablaba de su ex director como si fuera un delincuente, un traidor, y eso la molestaba demasiado. 

Se mencionó el evento de Potter con el dementor, pero parecían mas preocupados por su uso de magia fuera de Hogwarts que por el ataque en si. Parecía un chiste. 

Luego de lo que pareció una charla en contra de Dumbledore, Alondra fue directamente a Diagon Alley como le ordenaron. Parecía que habían visto a un ex mortifago deambulando por las calles como si su pasado no hubiese existido. Estos eventos se repetían cada vez mas, y eran motivo de alarma (claro que para fudge, eran eventos casuales pero no le sorprendía que enviaran a su mejor Aurora para estos... trabajos cotidianos.)

La noche caía sobre la ciudad y no encontro nada que pueda llamarle la atención, al menos nada mas que su preocupación por Potter y su interes por saber si estaba sano y salvo en GP. 

A veces, cuando patrullaba tenía recuerdos de esa noche en la que la embistieron por detrás solo para enviarles un mensaje. Le daba mucha rabia no poder mostrarle a Fudge su marca para que entrara en razon de una vez sobre el peligro que todos estaban corriendo, pero se conformaba con aprender de sus errores y nunca mas caminar tan distraída como  esa noche. Mucho menos por estar pensando en Remus Lupin. El  cobarde Remus Lupin. 

Cuando ingresó por el largo pasillo de la casa de los Black, vió a un joven de ojos celestes, hermosos y relucientes ojos celestes detras de unas gafas circulares. Su cicatriz lo delató reconociéndolo al instante  como Harry Potter. Alondra lo notó feliz, pues la recibió al instante con una sonrisa rodeado de sus amigos, su padrino y los Weasley, pero no pudo evitar notar sus gestos nerviosos, seguramente por el juicio que debería asistir. 

-Alondra- Sonrió Sirius y se puso de pie. -Te presento a mi ahijado, Harry, Harry ella es Alondra Studd, las mejores Auroras del ministerio.- 

-Eso es  lo que dicen al menos...- Giró sus ojos ella y extendió su mano para estrecharla. -...Un gusto conocerte Harry, me alegro que estes bien.-

-Un gusto Alondra- Asintió. -Gracias.- 

Remus Lupin se acomodó nerviosamente sobre su silla al lado de Tonks quiero transformaba su rostro en diferentes animales haciendo reir a los hermanos pelirrojos. Alondra se sentó en la punta de la mesa y Molly se acercó con un plato de sopa para ella. 

-Aqui tienes linda-

-Oh Molly gracias pero esta noche yo...- 

-No importa- Dijo interrumpiéndole su oracion. -Tienes que comer, aqui todos comen.- 

Sirius le dedicó una mirada algo graciosa y ella soltó una pequeña risa. Agradeció el plato y  comenzó a cucharear la deliciosa sopa que la mujer había preparado. A Alondra le sorprendió la poca información que le brindaban a Harry sobre su enemigo, todos sabían lo de la profecia pero cada vez que el joven preguntaba, nadie le respondía con claridad. 

-Si Voldemort esta creando un ejercito yo también quiero pelear- Exclamó seguro. 

Sirius sonreía orgulloso, Molly casi se desmayaba. Ella cruzó  una mirada algo confundida con Remus, que por primera vez parecía ser el único que la entendía en ese momento, y negó con su cabeza y sus ojos entrecerrados. 

Finalmente, todos los mas jovenes dormían y los adultos estaban en sus habitaciones. Alondra estaba esperando en la cocina, el momento en que se hicieran las 3 de la mañana para poder irse a su apartamento, si su amiga llegaba y por alguna razon no podía ingresar, no se lo iba a perdonar. 

-Al fin- Dijo poniendose de pie de un brinco y tomando su capa del perchero. 

Remus la  miró un poco confundido, frunciendo su ceño con un rostro dormido aferrandose a su libro entre las manos. 

-¿Por que tan apurada?- La seguía con su mirada  mientras se terminaba de alistar. 

-Debo ir a mi casa, no quería dejar de patrullar aquí pero necesito realmente irme.- 

Sus manos pegaban chasquidos haciendo que las cosas que necesitaban llegaran a ella de inmediato. 

-¿Esta todo en orden?- Preguntó apoyandose en la gran mesa de la cocina. 

-Si...- Su voz dudó por unos segundos. -No lo se en realidad...- 

-Dime como te ayudo Alondra, no te ví asi de preocupada jamas..- 

Ella levantó su vista y lo vio observándola con una mirada de bondad pura, esa típica mirada de Remus Lupin. Como dijo antes,  siempre pudo entender rápidamente a las personas, de echo desde el dia en el que lo conoció supo que Remus Lupin era un buen hombre, pero  a veces con eso no era suficiente. 

-Gracias pero...- Negó. -...Creo que es mejor que lo haga sola.- 

-En los tiempo que corren nunca es bueno estar solo y lo sabes. Si tienes que ir a tu apartamento puedo acompañarte..- 

Un silencio se formo. No tenía particularmente miedo, pero las palabras de su amiga la hicieron dudar un poco de su seguridad. Sus padres mortifagos podrían rastrearla... o peor aún podrian hacerle algo a ella si se enteran que Alondra estaba en la orden. 

-¿Quien patrullará la casa?- Preguntó. 

Remus dejó su libro en la mesa, casi emocionado porque Alondra haya al menos permitido cuestionarse la idea de que el la acompañara. Subió las escaleras casi interminables de la mansión y tocó la puerta negra y oscura que estaba en el segundo piso. Solo dos toquidos bastaron para que Tonks lo viera con una sonrisa de oreja a oreja. 

-Remus. ¿Como sabías que estaría despierta?- 

-Te conozco mas de lo que quisiera Tonks- 

Ambos soltaron una risa pero se contuvieron de inmediato al ver el silencio que merodeaba el pasillo. 

-Alondra debe ir a su casa... son las 3 de la mañana y no me perdonaría que fuera sola. ¿Puedes cubrirme en mi patrulla?-

Tonks acarició su mejilla con suavidad y le miró las cicatrices que hacían que se le estremezca el estomago. 

-Sabes que haría cualquier cosa por ti- Asintió. 

Remus se sonrojó y bajó su vista nervioso. No pudo evitar abrazarla y sostenerla en sus brazos unos segundos. 

-Gracias Tonks, eres la mejor amiga que podría pedir.- 

-Lo se lo se...- Suspiró y sus ojos se llenaron de lagrimas, por suerte el no podía verla. -...Se que soy tu gran amiga.- 

Cuando Remus bajó, la vio a Alondra con su capa perfecta y sus ojos color  avellana mirándolo con atención. Estaba nerviosa, y eso le generaba tanta intriga como intranquilidad. 

-Remus de verdad no hace falta que...- 

-Vamos- Dijo pasando por su lado y abriendo la puerta. -Aprovecharemos este viaje para hablar.- 

Alondra lo vió bajando las escaleras que lo llevaban a la calle  con su saco gris y su varita en la mano. Extendió su brazo esperando que ella lo tome. Se quedó petrificada frente a el, pero vió la luna sobre ellos siendo testigo de las ganas que la aurora tenía de correr a sus brazos, pero decidiendo solo tomarlo para desaparecer de ese lugar. 

Quizás Nunca -  Remus LupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora