El ex profesor Lupin entró al ministerio con intenciones de su quinta entrevista laboral para ver si podía conseguir al fin un puesto en algún lugar.
La charla con Dumbledore había calmado un poco su estrés por toda la situación vivida entre ayer y todo lo que le faltaba vivir hoy. El director de Hogwarts parecía siempre tener las palabras correctas a la hora de ayudarlo, a él o a cualquiera.
Su traje, claramente estaba lo más presentable posible a pesar de tener tantos años y llevaba con él una carpeta con todas las razones por la cual podría ser buen integrante del Departamento de Accidentes y Catástrofes Mágicas, (En realidad, no le parecía un buen trabajo, ni siquiera se le había cruzado por la cabeza pero cualquier cosa iba a ser agradecido con tal de generar un poco de ingresos.) tenía todo, menos su condición de licantropía.
De pronto, los pasillos alborotados de gente comenzaron a despejarse lo cual le pareció extremadamente extraño.
-¡Prófugo suelto!-
Gritó una voz detrás de el y en cuanto giró su cabeza, vió un hombre escualido y con una tez blanca corriendo desesperado en su uniforme de Azkaban. ¿Como podrían haberlo dejado huír asi?.
Estuvo a punto de sacar su varita cuando de su espalda salió un destello rojo que hizo que el prisionero cayera al piso petrificado con los ojos llenos de terror.
Los magos y brujas de alrededor dieron un suspiro aliviados y también asustados.
Una Aurora caminó lentamente hacia el prisionero. Notó que Cojeaba de una pierna a pesar del claro intento de cubrirlo con sus botas marrones y su capa negra y larga.
La reconoció al instante por su anillo trepador del dedo anular y comenzó a insultar a Sirius en su cabeza en ese mismo momento.
Alondra lo levantó con un simple movimiento de varita y lo depositó en brazos de dos guardias que estaban agotados de tanto correr desesperadamente.
-Es el segundo en el mes Señor Bem.- Dijo la joven seria.
-Lo siento- Respondió uno de ellos tomándolo con fuerza. -No volverá a pasar, lo prometo.-
-Lo siento pero debo comunicárselo al señor Crouch- Negó. -Hasta luego.-
Volvió por la dirección en la que venía tomando su cabeza disimuladamente con su mano derecha mientras guardaba su varita dentro de su bota.
Lupin la siguió con la mirada y cuando la tuvo frente a él, ella lo miró asustada. Si, la habían descubierto.
-Oh..- Dijo nerviosa. -¿Qué tal Sr Lupin? ¿Qué hace aquí?-
-¿Que tal señorita Studd?- Preguntó cruzando sus brazos con una sonrisa de lado algo victoriosa. -Creí que estaría descansando..-
-No- Bajó su vista seria acomodando su capa. -No es necesario, ya me siento particularmente espléndida.-
-Oh si, lo noto por su clara forma de caminar y sobretodo por la pequeña gota de sangre que cae de su frente.-
La joven se llevó sus dedos a su herida rápidamente, asustada de que fuera cierto y si, efectivamente estaba sangrando. Se limpió de inmediato, y lo miró seria otra vez.
-Alondra debes descansar- Dijo Remus ahora en un tono más suave acercándose a ella. -No puedes estar caminando, no podrás recuperarte. Ayer estabas...-
-Ya se como estaba ayer Remus.- Su tono ahora era más molesto. -No hace falta que me lo recuerdes, solamente quiero continuar con mi trabajo si me lo permites y ademas....Padfoot no debería estar solo.-
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Quizás Nunca - Remus Lupin
Lãng mạnAlondra solo al verlo entendió que necesitaba ayuda. Ella era fuerte y capaz, al menos así se mostraba por fuera. Remus parecía ser lo que necesitaba y parecía necesitarla a ella pero... no creía merecerla. ¿Iban a estar juntos? Quizás para siempre...