Catorce

346 83 19
                                    


Saint había llorado como nunca y lo hizo mucho más cuando tras el concierto, no pudo hablar con el profesor, aunque mucho tuvo que ver que este lo evitase todo lo que pudo.

Zee no tenía fuerzas para enfrentarse al castaño después de lo que sabía, le dolía ser así pero no podía hacer otra cosa, debía estar con su madre en esa nueva y terrible recaída de su cáncer.

Al término de las clases de ese día y de cambiarse el atuendo, Saint lo buscó por todo el campus y la Universidad, hasta que finalmente lo interceptó en el aparcamiento subiéndose al coche.

—¿En serio te vas?, ¿Así sin decirme nada?—le increpó a su espalda.

El profesor se giró y se encontró que este estaba hecho un mar de lágrimas, con su nariz y ojos rojos de llorar y suspiró con pesar, ya que se le rompió el corazón.

—Lo siento, yo no quería causar esto pero como seguro sabrás debo irme y es definitivo.

Este asintió aunque siguió llorando, entonces el mayor tiró de él y lo abrazó fuertemente, mientras cerraba sus ojos y le besaba la cabeza.

—No quiero que te vayas.

—Lo sé y me duele mucho pero...

—¿Es por eso que no me dijiste nada?

El docente suspiró nuevamente y asintió.

—Lo siento no quiero comenzar nada, no quiero sufrir ni que nadie más sufra.

El castaño se abrazó más fuerte al cuerpo de este.

—Entonces, ¿eso quiere decir que sientes algo por mí?

Zee no quería contestar, quería irse o flaquearía.

—Por favor vuelve a tu vida, Saint.

El más joven lo miró fijamente sin dejar de llorar.

—¿Es por la edad?, ¿es por qué eres mi profesor?, ¿Es por qué amas a otra persona?, ¿por qué no me lo dices?—preguntó con insistencia.

—Saint, ¿Por qué haces esto?, ¿Qué caso tiene saberlo si solo te hará sufrir más?—dijo apenado.

—Necesito saber que no estoy loco, que yo no soy el único que siente esto tan fuerte, dímelo...dímelo

Zee apretó sus labios pues había estado por muchas semanas luchando contra esa dolorosa verdad.

—Dímelo, por favor.

—Saint, me gustas —habló—…me gustas mucho pero lo nuestro no puede ser, yo soy...bueno he sido tu profesor y soy mayor que tú, es cierto pero yo tengo que irme y esto no puede empezar porque yo no se si volveré... tú tienes un gran futuro por delante y no quiero que renuncies a nada por mí.

—Estás diciéndome que no me has dicho lo que sentías y me has evitado porque tienes miedo por mi futuro, pero...mi futuro sin ti no me sirve, ¿Por qué renunciar?,

—Eso no es suficiente, tienes dieciocho años, eres muy joven y ahora no lo ves pero si comenzamos algo, al final me lo reprocharás, además me voy y no quiero que descuides tu carrera por estar pendiente del teléfono esperando mi llamada, ni tampoco que vivas extrañandome, ni llorando por estar lejos el uno del otro... Lo siento, no puedo hacerte eso.

El castaño entendía su postura aunque no lo compartía, sabía que mucho del comportamiento que este estaba teniendo, en mayor parte era por su cobardía.

21. Dulce como la miel -Zaintsee TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora