La chica que amaba el mar (Primera Parte)

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Nunca pasé mucho tiempo cerca de otras personas. Usualmente pasaba mis días ayudando a mis padres y asistiendo a una escuela aquí en Numazu durante las tardes; el resto del día me la pasaba sola.

Un día el dinero de mi familia no fue suficiente para que pudiésemos vivir tranquilos, por lo que mi padre y mi madre tuvieron que viajar a otras ciudades de Japón con el fin de buscar trabajo. ¿Yo? Yo me quedé aquí. Quería ayudar de alguna manera a mi familia y por ello tomé la decisión de abandonar el instituto y comenzar a hacerme cargo del huerto de mandarinas del que antes solíamos vivir. 

Las cosas poco a poco fueron mejorando y antes de que me diese cuenta me había acostumbrando, no, más bien me había vuelto dependiente de esta soledad. Antes de darme cuenta comencé a disfrutar de estar sola y aun cuando mis padres me propusieron que fuese a vivir con ellos en la ciudad, los rechacé. 

- Hmp... Vaya que soy una chica extraña... - suspiro mientras seguía cuidando de los cultivos que ahora revisaba por mero hobbie además de ser una considerable fuente de ingresos -.

Los días y las noches pasaron de esta manera, como si todo fuese a quedarse igual; yo únicamente acompañada por mi misma y el silencio de mi cabaña en la playa como mi más preciada compañía. 

Pero un día de la nada mi soledad se encontró un obstáculo con el nunca había imaginado, uno que hasta ahora no habría cruzado por mi mente.

- *suspiro* Va- Vaya que son muchas cajas... ¿En verdad se vende todo esto, Chika? - me pregunta You mientras me ayudaba a poner el cargamento en uno de los pequeños camiones que vino esta mañana -. 

- ¿¡Ehh!? Ahh s- si... - le contesto saliendo un poco de mis pensamientos -. Te sorprendería mucho el saber lo populares que son las mandarinas de Numazu por todo Japón

- *risita* Si, supongo que así es... *suspiro* Ok, solo nos faltan tres cajas más... Ahora las traigo

-  Gra- Gracias You

De repente mis días se habían vuelto distintos, ya que ahora una chica venía a verme cada vez que tenía la oportunidad. Era una sensación extraña que no conocía muy bien al comienzo, pero a pesar de ello decidí no darle una gran importancia, ya que pensaba que ella tarde o temprano iba a irse. Pero al contrario de lo que imaginaba, ella ha estado acompañándome varias veces desde aquel día en que la ayude en la playa y ahora ya no entendía del todo si deseaba seguir estando sola.

- Y... ¡Listo! - dice You luego de colocar la última caja -. Muy bien, con esto estaría todo

- Lo hicimos bastante rápido *risita* Usualmente solía tardar unas cuantas horas en poner todo

- Bueno, en verdad es mucho trabajo como para que alguien lo haga sola... ¿No crees? *sonrisa*

- ¿Eh? *latido* - otra vez, esa sensación extraña recorre mi cuerpo de nuevo -. S- si... *risita*

- Bueno, debo ir a hacer otras cosas... ¿Te veo mañana, Chika? - me pregunta mientras recogía las cosas que había traído -.

- Claro, si no tienes nada más que hacer...

- *risita* Hoy tengo una cita con una chica... - dice mientras se dirigía a la salida del huerto -. 

- ¿¡Eh!? Y- ya veo... - una sensación amargar recorría mi pecho, dolía un poco -. Suerte You, diviértete *risita*

- Lo haré jaja... Bueno, nos vemos, Chika

- A- adiós... You...

Y al momento de irse volví a quedarme sola. Quiero decir, era lo que tanto espera ¿No es así? La soledad que había sido mi fiel amiga ahora estaba de nuevo conmigo. Pero si en verdad era así ¿Por qué es que ahora me sentía triste? ¿Por qué seguía viendo la puerta del huerto, por donde You había salido? Eran preguntas vacías puesto que en el fondo conocía muy bien la respuesta.

- Quiero que vuelva... - suspiré sin quitar mis ojos de la puerta -. 

No es que no quería estar sola; la compañía de otras personas me deba un poco igual la verdad. Lo que no quería es que You se fuese, quería que se quede un poco más conmigo.

- Si tan solo la hubiese entendido antes... - pienso mientras me sentaba en el suelo -. 

El amor era una palabra incomprendida para mi, al menos lo era hasta hace unos cuantos días. Siempre fui pésima en entender los sentimientos que otras personas querían mostrarme; quizás era una consecuencia de haber pasado tanto tiempo sin compartir mucho con alguien más. Ahora apenas comenzaba a entender lo que You quería decirme indirectamente y justo cuando planeaba preguntárselo el día de ayer vi como ella ya tenía planes con otras chica.

- Quizás... Llegué tarde otra vez *suspiro* Y aquí estas Chika... Solo como siempre quisiste ¿Verdad?

Sin mucho que poder hacer y con mi animo no muy arriba del todo, decidí ir a la playa para tratar de despejar un poco mi mente y también para tratar de relajarme un rato.

Miraba el infinito océano moverse tranquilamente frente a mi. Solía amar ver el mar de esta manera, pero ahora ni siquiera el agua era capaz de hacer que deje de pensar en You. El naciente amor podía ser un sentimiento muy cruel, la verdad.

- Qui- quisiera verla otra vez... Pero ahora mismo debe estar divirtiéndose con esa chica de la que habló... - pensaba mientras garabateaba su nombre en la arena -. ¿Estaré celosa? *suspiro* ¿Por qué siquiera lo pregunto?

- La playa está hermosa esta noche... ¿No lo crees, Chika? - me dice una voz que se me acercaba despacio desde atrás -. 

- ¿¡Eh!? Yo- You... - reacciono por una mezcla de asombro y nervios mientras regresaba a verla -. Q- ¿Qué haces aquí?

- Pues caminando por la playa *risita* Y ahora voy a sentarme en la arena - dice risueña mientras se sentaba a mi lado -. 

- N- no me refería a eso... Quiero decir ¿No dijiste que tenías una cita con una chica? 

- Sep... Eso dije

- ¿Y esa chica? De- debe estarte esperando ¿Verdad? No la vas a dejar plantada

- Claro que no la dejé plantada *sonrisa* - dice mientras se levantaba y me extendía su mano -. Quiero decir, estoy en mi cita ahora mismo *risita*

- E- ¿Eh? *latido* Qui- ¿¡Quieres decir qué!?

- ¿Qué quieres hacer esta noche, Chika? - me pregunta con una hermosa sonrisa -. 

Al escuchar sus palabras no pude evitar sonreír también y antes de darme cuenta la había abrazado con delicadeza.

- Po- ¿Podemos solo quedarnos así un rato más? - le pregunto mientras hacía todo lo posible por disfrutar al máximo de su calor -. 

- ¿Hmm? *risita* Claro, como quieras Chika - me responde mientras correspondía mi abrazo también -.

De repente, mi antigua adicción a estar sola se comenzaba a convertir en un difuso recuerdo que comenzaba a olvidar.


Manual de la perfecta 𝑪𝒂𝒔𝒂𝒏𝒐𝒗𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora