• Capitulo 49 •

2.7K 273 72
                                    

49:

" Llegué a creer que todo lo que me sucedía, me lo merecía "

" Llegué a creer que todo lo que me sucedía, me lo merecía "

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

• PENÚLTIMO CAPÍTULO •

Importante: las frases escritas con éste tipo de caligrafía corresponden a los adelantos dados hace un par de capítulos.

La carcajada escandalosa de Seren hizo sonreír a su madre. Liz los observaba como tonta mientras Athelstan daba vueltas por toda la casa con Seren en sus brazos.

— Vomitará — le advirtió divertida.

Athelstan frenó de golpe y miró a la pequeña — ¿Quieres seguir jugando o le hago caso a tu madre? — La pelinegra negó con su cabeza con claras intenciones de querer seguir. — ¡Di "si, tío Athelstan"! — le gritó entre risas mientras continuó con sus vuelteretas.

— Si, "io, Atheltan" — pronunció como pudo.

El monje abrió su boca impresionado, dado a que era la primera vez que la niña le hablaba y pronunciaba su nombre, causando así que sus vueltas sean más intensas.

— ¡Athelstan, detente! — ordenó a carcajadas su hermana.

Así siguió por un largo rato, hasta que Liz tomó a Seren en sus brazos para partir hacia el hogar de los Ragnarsson. Aslaug había confesado que los pequeños habían extrañado demasiado tanto a la niña como a Liz, por lo que había decidido pasar la mañana allí ya que mañana mismo partirían hacia París. Pero, antes que salgan, la voz de Athelstan la frenó.

— Hermana — la llamó.

Liz se giró y dejó a Seren salir por si misma a la espera de su madre.

— Dime la verdad. ¿Vienes a París solo porque yo iré?

Elizabeth acortó la distancia entre ambos y tomó sus manos para acunarla entre las suyas. — Iría a cualquier lado que tú vayas, hermano. Ya no quiero que nos volvamos a separar.

Su hermano sonrió enternecido y entusiasmado. Hacia mucho tiempo que Athelstan no sentía la adrenalina de hacer algo nuevo, ese cosquilleo sumamente reconocible de una pronta aventura. — No lo voy a negar, hace tiempo que deseaba viajar a París de nuevo. Sé que no es la forma en la cual hubiese querido ir pero, ¿Quién dice? Quizás Dios tenga algo preparado para mí allí.

Liz no hizo más que sonreír y abrazarlo tan fuerte que Athelstan empezó a carcajear por si intensidad. — ¡Que bueno tenerte en mi vida de nuevo, hermano!

Los hermanos se fundieron en un abrazo cargado de amor y compañerismo, estrujaron el cuerpo del otro entregando la sinceridad del corazón de cada uno, sin siquiera sospechar que ese iba a ser su último momento juntos.

— Hoy me dedicaré a orar — expresó mientras aún mantenía a su hermana entre sus brazos. — Quiero tener la bendición de nuestro señor para éste nuevo viaje.

Más allá del destino • [ Vikings] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora