PARTE FINAL. 5.

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— ¡NO PUEDO!

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— ¡NO PUEDO!

— ¡Vamos, Elizabeth! ¡Puja!

Liz volvió a dar otro desgarrador grito al intentar nuevamente que su bebé naciera de una vez. Las nodrizas que se encontraban alrededor de ella, ya se encontraban desesperadas dado a que la pobre muchacha había entrado en trabajo de parto poco antes de la medianoche y aún no había logrado que el bebé naciera. El sol había comenzado a asomarse por el pequeño trasluz que se encontraba en una de las paredes y, con su luz, hizo aparición el responsable de ese pequeño ser. Bjorn atravesó las cortinas y vió como su mujer estaba en el suelo, tanto con sus rodillas como sus manos apoyadas en él, bañada en sudor y con su rostro afligido de dolor.

Liz no pudo darse cuenta que Bjorn estaba allí, pero Aslaug sí lo vió llegar. La reina había sido llamada por las esclavas en medio de la noche al ver que, a pesar de los dolores y la fuerza, Elizabeth no podía dar a luz. Se puso de pie con rapidez e intentó sacar a Bjorn del lugar.

— Quiero estar aquí.

— Solo la pondrás más nerviosa, Bjorn.

— ¿Qué es lo que sucede? — preguntó tosco — Ha estado con contracciones desde anoche, ¿Por qué aún no ha podido dar a luz?

Aslaug suspiró y observó de reojo como Liz pujaba una vez más sin éxito. Procuró hablar en susurros para no asustarla más. — Al parecer el bebé viene al revés. No vemos su cabeza y por eso a Elizabeth le da tanto dolor.

Bjorn intentó mantener un semblante indiferente a pesar de la terrible noticia que estaba recibiendo. — ¿Morirán?

— No lo sé — contestó sincera — Pero si el bebé no nace en unas horas, es posible que muera dentro del vientre.

— ¿Y Elizabeth?

Aslaug sabía que no podía darle falsas esperanzas, como también sabía que Bjorn no se iría de allí una vez que ella le respondiera — No lo sé.

— ¡AHHHH!

Otro grito desgarrador retumbó en la habitación. Liz ya sentía que sus piernas no le respondían. Su cabeza explotaba, su garganta ardía y podía sentir como debajo de su vientre todo parecía no parar de sufrir.

Aslaug miró a la mujer que intentaba sin cesar tomar al bebé del interior de Elizabeth porque sabía que la muchacha no aguantaría mucho más. Ésta le devolvió una mirada apenada, viendo como esa mujer estaba despedazandose por dentro para que su bebé viniera al mundo. Entendió que en su rostro reflejaba temor, reflejaba que no faltaba mucho para que Elizabeth se desmayara de cansancio y, si eso llegaba a pasar, era probable que ni ella ni su bebé vivieran.

Aslaug corrió hasta la parte delantera del cuerpo de Liz e intentó conectar su mirada con los ojos llorosos y desesperados de la ex cristiana. Tomó su mentón con su mano y habló.

Más allá del destino • [ Vikings] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora